El ministro alemán que devuelve cada insulto con una denuncia

Robert Habeck dona a una organización benéfica lo que recauda por las demandas que gana Leer Robert Habeck dona a una organización benéfica lo que recauda por las demandas que gana Leer  

El ministro alemán de Economía, Robert Habeck, del partido de Los Verdes, no cree que los insultos vayan incluidos en el sueldo que comporta su cargo, aunque sean tan suavecitos como imbécil o cabeza hueca. Los bufetes de abogados y la organización Hate Aid con los que trabaja el político no hacen distinción entre graves, leves o de uso corriente, no digamos ya cuando de amenazas en las redes se trata.

Desde abril del pasado año, han presentado más de 700 denuncias penales por insultos de toda clase e incitación al odio y a la violencia, a través del Ministerio y de la oficina parlamentaria de Habeck. La afición por presentar denuncias del político es bien conocida, pero como se trata de iniciativas más de oficio que otra cosa suelen quedar en nada. Salvo que una denuncia caiga, como ha ocurrido esta vez, en manos de la Fiscalía de Bamberg, en el sur de Alemania.

Celoso de su trabajo, el fiscal puso en marcha una operación de registro domiciliario a primerísima hora de la mañana para que nadie pudiera saltar de la cama y huir por los densos bosques bávaros. El demandado por Habeck resultó ser Stefan N., un ex soldado de 64 años, ya retirado. Tuvo el hombre la ocurrencia de colgar en primavera una foto del ministro con el pie Schwachkopf Professional, dos palabras inspiradas en la publicidad de la empresa de productos para el cabello Schwarzkopf, prácticamente iguales si no fuera porque hay alteradas dos consonantes. En vez de la ar de la firma capilar puso ch, por lo que el ministro pasó de anunciar una «cabeza negra profesional» a ser un «imbécil profesional».

Tras el registro del domicilio del acusado por «sospecha de un delito dirigido contra personas de la vida política», Los Verdes y el propio Habeck se quitaron de en medio. «El hecho de que se produjera un registro ordenado por un tribunal es decisión exclusiva de las autoridades policiales y judiciales», subrayaron personas cercanas a Habeck. «Sólo ellos deciden si se persiguen los hechos, qué medios son adecuados y cuáles se utilizan». Habeck no fue informado con antelación de una actuación policial que le sorprendió enormemente.

A quien también le sorprendió fue al jubilado que, además del susto, vio cómo la policía le incautaba su tablet. «Sólo era una broma», declaró en su favor. Pero ojo, que no todos los pensionistas son inofensivos. Resulta que el señor Stefan se dedicaba en X, además de a despotricar repetidamente contra políticos, a lanzar mensajes antisemitas, de ideología conspirativa y de extrema derecha. En una de sus publicaciones aparecía un miembro de las SS y un cartel con la inscripción Los alemanes no compran a los judíos.

Habeck cree que se está envenenando el discurso político en la esfera pública y que en una atmósfera de miedo y de odio nadie acaba abordando los problemas reales y haciendo propuestas constructivas. «No debemos permitir que este embrutecimiento se convierta en la norma», afirma. Por ello denuncia y presiona para que se borren de las redes sociales los comentarios que son relevantes según el Derecho penal. Y exige la firma de una declaración de cese y el pago de una compensación económica. Lo recaudado va a una organización benéfica.

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