En la capital china de la IA y los robots que Marco Polo describió como «la ciudad más noble y magnífica del mundo»

El fenómeno de la IA ha pegado tan fuerte en Hangzhou que las autoridades locales anunciaron recientemente que, a partir de este curso, las clases sobre inteligencia artificial serían obligatorias en todas las escuelas de la ciudad Leer El fenómeno de la IA ha pegado tan fuerte en Hangzhou que las autoridades locales anunciaron recientemente que, a partir de este curso, las clases sobre inteligencia artificial serían obligatorias en todas las escuelas de la ciudad Leer  

Marco Polo, hijo de Venecia, sintió una extraña familiaridad cuando a finales del siglo XIII llegó por primera vez a una ciudad al este de China repleta de canales, puentes, jardines y mercados. Aquel lugar, bajo el control del imperio mongol, era conocido como Quinsay. El explorador veneciano, años después, durante su cautiverio en Génova, relató a su amanuense que descubrió en Oriente una hermana mayor de su patria. «La ciudad más noble y magnífica del mundo», la describió. Pasaron varios siglos hasta que los primeros misioneros jesuitas en China, siguiendo las pistas del manuscrito con las memorias de Marco Polo (Il Milione), pusieron en el mapa a Quinsay, aunque entonces ya había recuperado su nombre original oficial, Hangzhou.

La que fuera antigua capital de la seda y de la poesía es ahora la cuna china de los robots humanoides y de la inteligencia artificial. En la tierra donde antes peregrinaban comerciantes de toda Asia, ahora lo hacen jóvenes ingenieros obsesionados con los algoritmos y los chatbots. Hangzhou, una megaurbe con más de 12 millones de habitantes, capital de la provincia de Zhejiang, la más rica del país, se ha convertido en el laboratorio más ambicioso de la China que ansía el trono como superpotencia tecnológica: es el epicentro nacional de startup, incubadora de streamers y fábrica de los robots de dos y cuatro patas más avanzados del planeta.

Ciudad de Hangzhou
Ciudad de HangzhouE. M.

Los puentes que encandilaron a Marco Polo ahora conectan servidores; los jardines imperiales son campus para el desarrollo de IA; las casetas donde se imprimían pergaminos con caligrafía antigua han sido reemplazos por torres enormes donde se elaboran complejas secuencias de código; muchas casas de té han sido sustituidas por coworking donde se escucha en bucle hablar de tokens, datasets, GPU clusters

Los desarrolladores locales presumen que, mientras que Silicon Valley nació del desierto californiano, un terreno sin memoria, el fenómeno tecnológico de Hangzhou erige su futuro sobre los estratos de una brillante civilización. «Este es el paraíso para cualquier ingeniero o programador joven que tenga ambición. Cada vez están llegando más extranjeros. Se vive muy bien, sin tanta presión como en el gran centro tecnológico del país, Shenzhen, y las empresas pagan salarios muy altos», cuenta Nathan Yu, un veinteañero que trabaja en el gigante del comercio electrónico Alibaba, fundado a finales de la década de 1990 en Hangzhou por el multimillonario Jack Ma.

Alibaba ha sido durante décadas el niño mimado en esta ciudad hasta que a principios se esté año irrumpió aquí DeepSeek, la empresa emergente de IA que reventó las bolsas mundiales y provocó un terremoto en el mercado de las tecnológicas. De un rascacielos en el distrito financiero salió el modelo de razonamiento R1 que la compañía publicó en código abierto y que desencadenó una ola de pánico entre los grandes inversores, que vieron cómo China amenazaba el dominio de los gigantes estadounidenses, empezando por ChatGPT.

«El impacto de DeepSeek dentro de China fue también inmenso, un orgullo nacional para todos. Desde entonces, el Gobierno está inyectando muchas más subvenciones para crear nuevas empresas tecnológicas e intentar replicar ese éxito en varios campos», explica Yu.

El fenómeno de la IA ha pegado tan fuerte en Hangzhou que las autoridades locales anunciaron recientemente que, a partir de este curso, las clases sobre inteligencia artificial serían obligatorias en todas las escuelas de la ciudad. «La iniciativa busca crear una reserva de talentos en esta materia», detallaron desde la oficial de educación.

«Durante los dos primeros años de primaria, los alumnos se familiarizarán con las aplicaciones cotidianas (como DeepSeek en estos momentos) y aprenderán importancia del uso responsable. En tercer y cuarto curso, crearán proyectos sencillos utilizando herramientas de IA para recopilar texto, imágenes y audio para sus tareas escolares y cotidianas. En quinto y sexto, estudiarán modelos básicos y algoritmos. En secundaria, los cursos se centrarán en entrenamientos de los modelos de lenguaje y la interfaz, con el fin de un trabajo final en el que cada alumno desarrolle un sistema de IA».

Con la IA siempre en el centro del tablero, Hangzhou está acaparando muchos focos a nivel nacional por el pelotazo que están pegando los bautizados como «seis pequeños dragones», en referencia a empresas innovadoras que están causando sensación en el mundo tecnológico. Además de DeepSeek, destaca Unitree Robotics, el mayor desarrollador en estos momentos de robots humanoides y cuadrúpedos. Estos ya patrullan con la Policía por algunas avenidas de la ciudad y participaron en la primera media maratón humanoide del mundo y en los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides, con más de 500 «androides atletas» compitiendo en carreras de 100 metros con vallas, saltos de longitud y diferentes artes marciales.

Otras empresas de robótica, como Yun Shen Chu Technology, BrainCo y Qunhe Technology, también están logrando importantes avances. Y en el grupo de «pequeños dragones» se encuentra un desarrollador de videojuegos, Game Science, que triunfó el año pasado en todo el mundo con Black Myth: Wukong, generando más de mil millones de dólares en ingresos.

El gobierno local, tras ser contactado por este periódico para conocer los entresijos de la explosión tecnológica de la ciudad, se remite a una nota de los medios estatales: «El gobierno de Hangzhou ha desempeñado un papel crucial al ofrecer incentivos financieros, como exenciones fiscales para startups y préstamos a bajo interés para ayudar a las empresas tecnológicas en sus fases de investigación y desarrollo. Por ejemplo, destina más del 15% de los ingresos fiscales de la ciudad a inversiones tecnológicas cada año, garantizando así la disponibilidad de recursos para la innovación».

Las empresas tecnológicas tampoco están predispuestas a atender a prensa extranjera. Los portavoces justifican el cerrojo alegando que necesitan la aprobación de las autoridades locales para abrir sus puertas. Una luz verde que casi nunca llega y, de hacerlo, se requieren meses de espera.

Un informe en TheEconomist señalaba que, en estos momentos, Hangzhou es la economía local más dinámica de China, por encima de Shanghai, que tradicionalmente ha liderado este ranking. «Hangzhou ha reafirmado su liderazgo en la carrera de inteligencia artificial, impulsada por actores importantes como DeepSeek, al tiempo que aprovecha sus fortalezas en la fabricación avanzada», escribieron los autores, señalando que la ciudad tiene una de las posiciones fiscales más sólidas a nivel nacional. Para 2027, el plan de las autoridades es que más del 80% de sus nuevas empresas cotizadas provengan del sector tecnológico.

Paseando por la ciudad, sobre todo al atardecer, llama la atención la cantidad de jóvenes pegados a un móvil, un trípode (o palo selfie) y un foco que están por todos lados, grabando directos para sus redes. Antes de la fiebre por la IA, Hangzhou era conocida por ser el epicentro de la multimillonaria industria del comercio electrónico, con barrios enteros inundados por más de 5.000 empresas que se dedican a entrenar a streamers que venden todo tipo de productos para una audiencia de más de 600 millones de personas. Estos trabajan en pequeños habitáculos dentro de rascacielos donde realizan sus retransmisiones en vivo o buscan algún rincón pintoresco al aire libre.

Entre los puentes de piedra, los canales y los rascacielos, allí donde Marco Polo vio «la ciudad más noble del mundo», hoy se alza una metrópoli que, sin romper el hilo de su historia, mira hacia un prometedor presente y futuro dominado por la IA.

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