AC/DC en Madrid: el sonido deficiente que chafó el concierto

Que la voz de un cantante de primer nivel se escuche como un mejunje indistinguible y desagradable tiene toda la pinta de ser un problema. Sobre todo si se han abonado 150 euros por asistir al concierto. Sabemos que la acústica del estadio Metropolitano (Madrid), donde la noche del sábado actuó AC/DC con lleno (55.000), pertenece a la categoría de “necesita mejorar, y mucho”, así que aquí la duda es si la capacidad vocal de Brian Johnson, mermada ostensiblemente en los últimos años, tuvo algo que ver en que algunas de sus intervenciones de anoche fueran angustiosas.

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 El pundonor de Angus Young y la buena actitud del público salvaron un recital que llenó el Metropolitano con 55.000 espectadores  

Que la voz de un cantante de primer nivel se escuche como un mejunje indistinguible y desagradable tiene toda la pinta de ser un problema. Sobre todo si se han abonado 150 euros por asistir al concierto. Sabemos que la acústica del estadio Metropolitano (Madrid), donde la noche del sábado actuó AC/DC con lleno (55.000), pertenece a la categoría de “necesita mejorar, y mucho”, así que aquí la duda es si la capacidad vocal de Brian Johnson, mermada ostensiblemente en los últimos años, tuvo algo que ver en que algunas de sus intervenciones de anoche fueran angustiosas.

Nos referimos a lo que llegaba a la grada alta, donde colocaron a este cronista, y a miles de personas más. Allí se producía un sonido reverberante que tumbaba los oídos de los espectadores. Era un eco de cigarra insidioso, demencial. La pregunta es: ¿colocaron un eco en el equipo del vocalista para paliar su afectada salud vocal? Nunca lo sabremos.

Brian Johnson y Angus Young durante la interpretación de 'If You Want Blood (You’ve Got It)', primera canción del recital.

No solo resultó deficiente lo que salió del micrófono principal: el resto de los instrumentos tampoco mostraron mucha nitidez. Y mira que era fácil: bajo, batería y guitarra. Esto es AC/DC y, como bien saben, no acostumbran a acompañarse de una orquesta sinfónica. Lo que alcanzó mejor claridad fue la guitarra de Angus Young, benditos sean sus dedos, su entrega, su talento. Él salvó el recital.

Fue una pena el inconveniente acústico, porque el ambiente era estupendo, con mucho público (también joven y familias) con las diademas del demonio colocadas en la cabeza, el puño en alto, bailando, gritando los estribillos: casi mejor escuchar al vecino cantar “and you shook me all night long, yeah” que al Brian que compareció el sábado. Nos tienen a sus pies, estamos dispuestos a rascarnos el bolsillo para escuchar unas cuantas canciones que nos emocionan, aguantamos los precios altos (y dinámicos), abonamos los excesivos gastos de gestión, soltamos tres euros por una botella de agua… Solo pedimos que nos mimen un poquito y no atenten contra nuestros pabellones auditivos. Venga, que no es tan difícil.

Anoche nos quedaron las canciones, esos musculosos rocks inmortales. Porque suena el riff de guitarra de If You Want Blood (You’ve Got It) y saltas de la butaca; y luego te pega en el estómago la potente cadencia de Back In Black, y esta vez Highway to Hell no se pincha en una perezosa emisora de rock clásico: son ellos, los tienes enfrente, aunque suenen a rayos. Lo que también amortiguó el efecto del sonido criminal fue el buen rollo del público, que se contagió como una pila recargando a otra. No se merece esta gente unas condiciones acústicas que no sean de diez.

Imagen de las primeras filas, anoche en el estadio Metropolitano

El grupo realizó un concierto similar al del año pasado en La Cartuja de Sevilla. No en vano todavía están inmersos en la misma gira, Power Up Tour. Como en aquel, aguantan los cimientos porque Angus Young los sostiene. Él es el pilar de esta banda: ese señor de 70 años vestido anacrónicamente de colegial de cuando a la escuela se iba con pantalón corto y corbata. Ya ven: lo que en principio parecía una chifladura (ese atuendo infantil) se ha convertido en una genialidad que ya dura cinco décadas. Angus lleva siendo muchos años el sostén del grupo, pero se nota más ahora que ya solo queda él de los miembros originales. Brian Johnson, el mayor (77 años), se incorporó en 1980, año en el que sustituyó al siempre recordado Bon Scott.

Angus, boqueando como un pez fuera del agua, con la leyenda de AC/DC subida a su huesuda espalda, aguantando lo que le echen para ofrecer una exhibición de rock and roll guitarrístico que acaba envuelta en una miasma de sudores, camisas abiertas, dedos cortados de tanto escarbar en las cuerdas y pelambrera chamuscada. Si cuando tenía 30 años necesitaba nada más terminar los recitales conectarse a una bombona para que le administrará el revitalizante oxígeno, imagínense ahora.

El grupo desplegó los trucos escénicos de la casa: la campana gigante con el logo de las cuatro letras y el rayo en Hells Bells, la voluptuosa chica (esta vez en imágenes) en Whole Lotta Rosie, la plataforma que eleva a Angus en Let There Be Rock, el escenario atestado de amplificadores Marshall, los cañones de For Those About to Rock (We Salute You)…

Desde la izquierda: Angus Young (guitarra), Stevie Young (guitarra), Matt Laug (batería) y Chris Chaney (bajo), anoche en Madrid.

Algunos parones entre canciones se sintieron un poco largos, y lo que en otra situación pudiera ser una quiebra del ritmo del espectáculo anoche se agradeció por librarnos unos segundos del chirriante sonido. Tocaron los temas que todos querían: además de los citados, también acometieron Thunderstruck, Dirty Deeds Done Dirt Cheap, High Voltage, Riff Raff...

Johnson llegó a la fase final con la voz hecha un cascajo. Sufrió mucho en T.N.T. y For Those About to Rock la salvó por los coros del bajista, Chris Chaney, y el guitarrista rítmico, Stevie Young. Ya ni el eco amparó al cantante. El recital acabó entre cañonazos y fuegos artificiales, un estruendo similar al de algunas fases del recital.

El miércoles la banda australiana toca otra vez en Madrid y quedan algunas entradas por vender. La mala noticia es que espera el mismo traicionero recinto y que parece poco tiempo para que Johnson recupere su mejor versión.

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