Así estalló la guerra de los aeropuertos que enfrenta a Ryanair, Aena y al Gobierno: «Es una extorsión infumable»

El comunicado sin precedentes de Aena acusa a Ryanair de «fariseísmo», «sofismas» y «faltar a la verdad», entre otros términos Leer El comunicado sin precedentes de Aena acusa a Ryanair de «fariseísmo», «sofismas» y «faltar a la verdad», entre otros términos Leer  

En la calle Orense, en pleno distrito de negocios de Madrid, envuelto por el ruido de principios de septiembre, el CEO de Ryanair, Eddie Wilson, protagonizó ayer una rueda de prensa en la que, desde hacía días, se preveía que iba a anunciar una reducción de plazas en los trayectos que la aerolínea opera en España como protesta al aumento de las tarifas que Aena, el gestor aeroportuario, presentó hace poco más de un mes. En efecto, Wilson anunció una reducción de un millón de plazas que se hará efectiva este mismo invierno. De este modo, el primer ejecutivo de la compañía criticaba al Gobierno español y a la propia Aena por «no tener voluntad de colaborar».

Tajante, Wilson cerró la comparecencia en una sala donde el número de periodistas superó al de asientos. Apenas tres horas después, Aena, cuyo máximo accionista es el Estado, respondió a la amenaza con un comunicado demoledor, en el que acusaba a la low cost de «deshonestidad y mal estilo». El propio presidente de la empresa semipública, Maurici Lucena, firmaba un texto plagado de acusaciones contra la empresa irlandesa, entre ellas, la lista de todos los términos que ofrece el castellano para referirse a una mentira.

«Falacias públicas», «falsea la verdad», «embustes», «fariseísmo», «sofismas»… en las cinco páginas de su comunicado, Lucena se enfrentó a Ryanair en unos términos sin precedentes en sus más de siete años al frente del gestor aeroportuario. Lo cierto es que el conflicto entre Ryanair, Aena y el Gobierno español escaló este miércoles, pero se remonta a mucho antes.

El pasado 30 de julio, Aena presentó sus cuentas del primer semestre del año. La compañía ganó un 10,5% más que en el mismo periodo de 2024, 893,8 millones y mantuvo previsiones de alcanzar los 320 millones de pasajeros para final de año, una mejora del 3,4%. El gestor aeroportuario aprovechó aquel día para anunciar una subida de las tasas aeroportuarias que cobra a las aerolíneas un 6,5% para 2026, en total, 68 céntimos por pasajero.

Aena acababa así con una década de congelación tarifaria, impuesta por ley desde 2014 y cuya vigencia expiraba este mismo año. La Asociación de Líneas Aéreas (ALA) reaccionó de forma inminente rechazando la subida y calificándola de «desmesurada». Al día siguiente, Ryanair lanzó su primera amenaza con el foco en la España regional: «No tendremos más remedio que reducir drásticamente el número de plazas y rutas». Ryanair fue un paso más allá y acusó a Aena y, por extensión, al Ministerio de Transportes, al que está adscrita la compañía de tener los aeropuertos regionales «casi vacíos».

Antes que enfrentase al ministerio que dirige Óscar Puente, Ryanair había declarado la guerra al titular de Consumo, Pablo Bustinduy, por las sanciones y los límites que su departamento ha aplicado frente a lo que considera «prácticas abusivas» del sector, como cobrar un suplemento a los pasajeros por el equipaje de mano. Ryanair reaccionó insultando a Bustinduy, a quien caracterizó de payaso en una fotografía el pasado enero.

De vuelta al conflicto con Aena, un mes después de esa primera amenaza, el pasdo 27 de agosto, Wilson aseguró que en nada más comenzar septiembre iba anunciar los prometidos recortes. Ayer, el CEO consumó su amenaza: Ryanair abandonará cuatro aeropuertos españoles y recortará plazas en varios más.

La compañía ha volado todos los puentes con Aena y con el Gobierno. Así, se desprende del tono que Lucena empleó ayer en su carta, difundida apenas 3 horas y 19 minutos después del final de la rueda de prensa de Ryanair. En el texto, el presidente de Aena aseguraba que la empresa que preside se siente «sinceramente afortunada de que Ryanair sea una de las principales aerolíneas de España, dada su calidad»; pero acto seguido la acusa de «chantajear», «extorsionar de forma infumable y «lloriquear».

Pero, sobre todo, traslada a la compañía un mensaje que busca anular la espiral de amenazas que ha protagonizado la aerolínea irlandesa: los aeropertos españoles seguirán en pie aunque Ryanair decida marcharse.

«Contrariamente a lo que las declaraciones públicas de Ryanair insinúan, la aerolínea no está obligada a utilizar los aeropuertos de Aena: los utiliza porque libremente quiere hacerlo y sobre todo porque, conforme a su enfático objetivo de maximización de beneficios, le conviene hacerlo. Ninguna fuerza demoníaca sobrenatural obliga a Ryanair a ser uno de los grandes clientes de Aena y vender sus billetes de avión a más de 60 millones de personas con origen o destino españoles», reza el comunicado del exdiputado del PSC.

Mientras, el Gobierno respalda a Aena y sostiene el pulso contra la aerolínea. «No nos someteremos a las decisiones arbitrarias de una compañía. Vamos a mantener siempre con Ryanair y con las compañías un diálogo, pero desde el respeto y la defensa del interés general», aseguró ayer el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu. Y, para reforzar su mensaje, Hereu confirmó que ya se han iniciado contactos con otras empresas con capacidad para reemplazar a Ryanair.

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