Mario Casas ha sido noticia estos días por varias razones. La principal es que acaba de estrenar su nueva película, El secreto del orfebre, basada en la novela de Elia Barceló y en la que comparte protagonismo con Michelle Jenner. Interpreta a un prestigioso artista que viaja a Nueva York para exponer su obra pero por el camino para en el pueblo de su infancia, lo que despertará en él antiguos recuerdos. En segundo lugar, por su cacareado romance con Melyssa Pinto, de La isla de las tentaciones, después de que hayan sido vistos juntos en Canarias mientras comían en un restaurante de lujo.
Ambas historias, la de amor y el hecho de regresar a los orígenes son, casual pero indispensablemente, necesarias a la hora de hablar de sus padres, Ramón Casas y Heidi Sierra. Porque ellos son el ejemplo perfecto tanto para Mario como para el resto del clan Casas —Christian, empresario; Sheila, influencer, modelo, abogada y representante; y Óscar, también actor como su hermano mayor— de cómo aunar en una misma relación tanto una pasión que no ha dejado de crecer como un sentimiento de pertenencia a la tierra que, aunque estén lejos, solo se puede explicar con una palabra: morriña.
Porque sí, ambos progenitores son gallegos. Allí se conocieron y allí comenzó su historia de amor. Una, además, que empezó siendo jovencísimos, pero que lejos de ser algo pasajero ha ido creciendo día a día. Porque el idilio del ahora más que consolidado y fructífero matrimonio comenzó rondando los dos la mayoría de edad. Tanto es así que cuando tuvieron a Mario solo uno de ellos había cumplido ya la edad legal de la adultez: Ramón tenía 19 y Heidi, 17.
Pero desde entonces no se han separado. De hecho, a sus primeros hijos los tuvieron en la comunidad norteña, si bien por ejemplo Óscar nacería mucho más tarde, en Barcelona, ya que la familia hubo de trasladarse en la década de los 80 a las localidades de Martorell y Esparraguera, ambas en Cataluña y cercanas a la ciudad condal, por motivos laborales. Era una época de bonanza económica, sobre todo en las grandes urbes y Ramón, que se ha dedicado toda su vida a la construcción y a las reformas, no dudó en emigrar.
Mientras él trabajaba, Heidi, que ha ejercido de ama de casa y ha criado y velado por el futuro de sus hijos, cuidaba de los cuatro, a quien hubo que sumar un quinto, Daniel, nacido en 2014, cuando ya el resto de sus hijos no solo estaban más que asentados, sino que prácticamente todos habían triunfado en sus respectivos campos o estaban camino de hacerlo. De hecho, el benjamín de la familia llegó cuando sus padres estaban asentados en Madrid, el último lugar al que se mudaron.
Lo hicieron, entre otras cosas, por tener un lugar que fuese un remanso de paz —Ramón está a un par de años de alcanzar los 60 y su esposa sopló en su última tarta 56 velas—, ya que se compraron una casa en la sierra madrileña, donde disfrutan de su día a día rodeados de naturaleza, pasión que le han inculcado también a sus hijos, y por estar más cerca de los suyos, especialmente de Mario, que al ser el mayor fue el primero en triunfar y el que los llevó a la capital.
Además, suelen deshacerse en elogios hacia ellos en redes sociales. Óscar, por ejemplo, ha afirmado sobre su padre que no solo tiene una relación muy cercana con él, sino que es en su casa donde se siente «a salvo». Asimismo, destacó su labor artesana como artista, con una creatividad que ha explotado desde que ya no tiene que trabajar en la construcción, lo que, sin embargo, ha hecho que algunos de sus hijos se hayan referido a él en redes, medio en broma, sobre el hecho de que sea un «madurito interesante».
«Hace maravillas con sus manos. Puede venir de ahí el que hayamos terminado dedicándonos a esto… ¡Lo disfruta mucho! Pero lo hace para él y también para las casas de mis hermanos Sheila, Mario y Christian», afirmó el actor de Mi soledad tiene alas. Asimismo, los otros tres han utilizado la misma palabra para referirse a él en diferentes momentos, «Superhéroe», puesto que así es como lo ven en la familia.
«Con mi padre, me ha tocado la lotería de la vida. Tanto él como mi madre son los mejores. Son personas humildes, de una familia obrera, con muchos valores. Son unos luchadores… Y los más bondadosos que he conocido», dijo sobre ellos Óscar, añadiendo a Heidi a la ecuación. «Porque no he podido tener más suerte al tener una madre como tú: te admiro mucho. Gracias por tanto, por estar siempre ahí, por preocuparte diariamente, por protegerme. Por ser la mejor», le dijo Sheila a su madre cuando le felicitó su cumpleaños en 2021.
No por nada Mario Casas se acordó tanto de ella durante su discurso de aceptación del premio Goya, el cual recibió el año de la pandemia, motivo por el que no estuvo presente en la gala. Aun así, él considera que fue un lujo que tuviese lugar de esta manera. «Al final ellos me han apoyado, han estado ahí y vivir un momento así, desde casa, con los míos, con la gente que me ha apoyado desde que quise ser actor y me ayudaron a irme a Madrid a estudiar interpretación, ha sido lo más bonito de este año», confesó el intérprete.
Porque sin lugar a dudas el clan Casas está muy unido, tanto a su padre por haber trabajado para sacar adelante la economía de la casa como a su madre por haberse quedado con ellos para criarlos y estar pendiente de cualquier problema que pudiesen tener. Tanto es así que es normal ver que toda la familia se va junta de viaje para pasar tiempo de calidad cuando la agenda de cada uno se lo permite. Al final, todo se reduce a lo que dijo Mario sobre ellos: «A mis padres los veo como amigos, tienen un pensamiento moderno, están al día. Mis padres y mis hermanos son mis máximos confidentes».
Comenzaron su historia de amor cuando eran dos jóvenes en su Galicia natal.
Mario Casas ha sido noticia estos días por varias razones. La principal es que acaba de estrenar su nueva película, El secreto del orfebre, basada en la novela de Elia Barceló y en la que comparte protagonismo con Michelle Jenner. Interpreta a un prestigioso artista que viaja a Nueva York para exponer su obra pero por el camino para en el pueblo de su infancia, lo que despertará en él antiguos recuerdos. En segundo lugar, por su cacareado romance con Melyssa Pinto, de La isla de las tentaciones, después de que hayan sido vistos juntos en Canarias mientras comían en un restaurante de lujo.
Ambas historias, la de amor y el hecho de regresar a los orígenes son, casual pero indispensablemente, necesarias a la hora de hablar de sus padres, Ramón Casas y Heidi Sierra. Porque ellos son el ejemplo perfecto tanto para Mario como para el resto del clan Casas —Christian, empresario; Sheila, influencer, modelo, abogada y representante; y Óscar, también actor como su hermano mayor— de cómo aunar en una misma relación tanto una pasión que no ha dejado de crecer como un sentimiento de pertenencia a la tierra que, aunque estén lejos, solo se puede explicar con una palabra: morriña.
Porque sí, ambos progenitores son gallegos. Allí se conocieron y allí comenzó su historia de amor. Una, además, que empezó siendo jovencísimos, pero que lejos de ser algo pasajero ha ido creciendo día a día. Porque el idilio del ahora más que consolidado y fructífero matrimonio comenzó rondando los dos la mayoría de edad. Tanto es así que cuando tuvieron a Mario solo uno de ellos había cumplido ya la edad legal de la adultez: Ramón tenía 19 y Heidi, 17.
Pero desde entonces no se han separado. De hecho, a sus primeros hijos los tuvieron en la comunidad norteña, si bien por ejemplo Óscar nacería mucho más tarde, en Barcelona, ya que la familia hubo de trasladarse en la década de los 80 a las localidades de Martorell y Esparraguera, ambas en Cataluña y cercanas a la ciudad condal, por motivos laborales. Era una época de bonanza económica, sobre todo en las grandes urbes y Ramón, que se ha dedicado toda su vida a la construcción y a las reformas, no dudó en emigrar.
Mientras él trabajaba, Heidi, que ha ejercido de ama de casa y ha criado y velado por el futuro de sus hijos, cuidaba de los cuatro, a quien hubo que sumar un quinto, Daniel, nacido en 2014, cuando ya el resto de sus hijos no solo estaban más que asentados, sino que prácticamente todos habían triunfado en sus respectivos campos o estaban camino de hacerlo. De hecho, el benjamín de la familia llegó cuando sus padres estaban asentados en Madrid, el último lugar al que se mudaron.
Lo hicieron, entre otras cosas, por tener un lugar que fuese un remanso de paz —Ramón está a un par de años de alcanzar los 60 y su esposa sopló en su última tarta 56 velas—, ya que se compraron una casa en la sierra madrileña, donde disfrutan de su día a día rodeados de naturaleza, pasión que le han inculcado también a sus hijos, y por estar más cerca de los suyos, especialmente de Mario, que al ser el mayor fue el primero en triunfar y el que los llevó a la capital.
Además, suelen deshacerse en elogios hacia ellos en redes sociales. Óscar, por ejemplo, ha afirmado sobre su padre que no solo tiene una relación muy cercana con él, sino que es en su casa donde se siente «a salvo». Asimismo, destacó su labor artesana como artista, con una creatividad que ha explotado desde que ya no tiene que trabajar en la construcción, lo que, sin embargo, ha hecho que algunos de sus hijos se hayan referido a él en redes, medio en broma, sobre el hecho de que sea un «madurito interesante».
«Hace maravillas con sus manos. Puede venir de ahí el que hayamos terminado dedicándonos a esto… ¡Lo disfruta mucho! Pero lo hace para él y también para las casas de mis hermanos Sheila, Mario y Christian», afirmó el actor de Mi soledad tiene alas. Asimismo, los otros tres han utilizado la misma palabra para referirse a él en diferentes momentos, «Superhéroe», puesto que así es como lo ven en la familia.
«Con mi padre, me ha tocado la lotería de la vida. Tanto él como mi madre son los mejores. Son personas humildes, de una familia obrera, con muchos valores. Son unos luchadores… Y los más bondadosos que he conocido», dijo sobre ellos Óscar, añadiendo a Heidi a la ecuación. «Porque no he podido tener más suerte al tener una madre como tú: te admiro mucho. Gracias por tanto, por estar siempre ahí, por preocuparte diariamente, por protegerme. Por ser la mejor», le dijo Sheila a su madre cuando le felicitó su cumpleaños en 2021.
No por nada Mario Casas se acordó tanto de ella durante su discurso de aceptación del premio Goya, el cual recibió el año de la pandemia, motivo por el que no estuvo presente en la gala. Aun así, él considera que fue un lujo que tuviese lugar de esta manera. «Al final ellos me han apoyado, han estado ahí y vivir un momento así, desde casa, con los míos, con la gente que me ha apoyado desde que quise ser actor y me ayudaron a irme a Madrid a estudiar interpretación, ha sido lo más bonito de este año», confesó el intérprete.
Porque sin lugar a dudas el clan Casas está muy unido, tanto a su padre por haber trabajado para sacar adelante la economía de la casa como a su madre por haberse quedado con ellos para criarlos y estar pendiente de cualquier problema que pudiesen tener. Tanto es así que es normal ver que toda la familia se va junta de viaje para pasar tiempo de calidad cuando la agenda de cada uno se lo permite. Al final, todo se reduce a lo que dijo Mario sobre ellos: «A mis padres los veo como amigos, tienen un pensamiento moderno, están al día. Mis padres y mis hermanos son mis máximos confidentes».
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