«No podemos dejar que China y otros países conquisten este mercado», sostiene Von der Leyen, presidenta de la Comisión, en el discurso del estado de la Unión. El viernes se reunirá con la patronal de fabricantes de coches y la de componentes. Leer «No podemos dejar que China y otros países conquisten este mercado», sostiene Von der Leyen, presidenta de la Comisión, en el discurso del estado de la Unión. El viernes se reunirá con la patronal de fabricantes de coches y la de componentes. Leer
«Estoy convencida de que Europa debería tener su propio coche eléctrico o e-car. ‘E’ de ecológico: limpio, eficiente y ligero. ‘E’ de económico: asequible para las personas. Y ‘E’ de europeo: construido aquí, en Europa, con cadenas de suministro europeas». La presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado de esta manera su propuesta para revitalizar el sector de la automoción europeo. Una suerte de plan de rescate para un ámbito que es clave para la economía comunitaria y que está cada vez más amenazado por los fabricantes internacionales y, en especial, de China.
Tanto es así, que Von der Leyen ha hecho una referencia directa al país asiático durante su discurso del estado de la Unión. «No podemos dejar que China y otros países conquisten este mercado», ha apuntado, a lo que ha añadido que «millones de europeos quieren comprar automóviles europeos a precios asequibles. Por ello, debemos invertir en vehículos baratos y pequeños que satisfagan también el aumento de la demanda mundial».
En ese sentido, ha hecho un segundo anuncio ya que es intención de la Comisión Europea movilizar «una inversión de 1.800 millones de euros para la producción de baterías» en el Viejo Continente, ya que se trata de elementos estratégicos que «están directamente relacionados con nuestra independencia».
Ambas iniciativas suponen un arranque oficioso de la reunión que se celebrará este viernes entre Von del Layen y su equipo con las patronales europeas de fabricantes de automóviles (Acea) y de componentes (Clepa). El encuentro dará continuidad al que ya se llevó a cabo a finales de enero y, sobre todo, al plan de choque que la CE anunció a comienzos de marzo y que se articula en tres grandes bloques.
En primer lugar, el retraso en el cumplimiento de los nuevos objetivos de emisiones de CO2 de 2025 a 2027, ya que habrían supuesto multas de hasta 15.000 millones de euros para el sector. En segundo lugar, la puesta en marcha de planes de ayudas a la compra de automóviles eléctricos, aunque en este punto la Comisión dejaba la iniciativa a los distintos países, en lugar de un programa paneuropeo, como pedía la industria. Y, por ultimo, el impulso a la producción local de baterías.
Estas últimas son claves dentro de la cadena de valor del vehículo eléctrico, pero están dominadas claramente por compañías asiáticas y, especialmente, chinas. El primero gran proyecto de este tipo, el de la sueca Northvolt, terminó en quiebra antes de engullir los 10.000 millones de inversión prevista. Pero sí marchan a buen ritmo los del Grupo Volkswagen (con una planta en Alemania y otra en Valencia), los de Renault en el Norte de Francia o el que Stellantis y la china CATL están levantando en Zaragoza.
Durante su discurso, la presidenta se refirió específicamente al plan de marzo. «A principios de año, concedimos al este sector una mayor flexibilidad con el fin de que alcanzase sus objetivos para 2025, una solución que está funcionando. Y, por lo que respecta a la neutralidad tecnológica, estamos preparando ya la revisión de 2035″. Se refería, en concreto, a la prohibición de vender coches con motor de combustión desde ese año y que, todo apunta, se relajará.
Se cumplirían, por tanto, casi todas las últimas grandes demandas de la industria.Varias se plasmaron en una carta enviada a Von der Layen por los presidentes de Acea, Ola Källenius, y Clepa, Matthias Zink. «Para no perder el rumbo en la transición del automóvil, hay que ir más allá del idealismo y reconocer las realidades industriales y geopolíticas actuales. Cumplir los rígidos objetivos de CO2 para automóviles y furgonetas en 2030 y 2035 no es factible en el mundo actual» señalaba la misiva. Por eso, entre otras muchas medidas, pedían que la transición hacia la descarbonización admita incluso a automóviles térmicos de alta eficiencia.
En lo que llevamos de 2025, la venta de modelos de baterías está creciendo de forma muy sustancial en la UE, pero su cuota es todavía de solo el 15,6% (la mitad en España), por el 28,% de los modelos puros de gasolina y casi el 35% que representan los hibridos sin enchufe.
Por lo que se refiere a los e-car, sería un error pensar que la automoción europea puede depender exclusivamente de este tipo de coches. Pero es un importante paso adelante en su supervivencia, ya que es un tipo de vehículo donde se muestra muy fuerte. El pasado mes de mayo, el ex CEO de Renault, Luca de Meo, y el presidente de Stellantis, John Elkann, advirtieron de que si la UE no ponía en marcha políticas que favorezcan la producción y venta de coches populares y accesibles, sus compañías tendrán que tomar «decisiones dolorosas respecto a las fábricas en los proximos tres años».
Sobre este asunto, Elkann lamentaba que si en 2019 había 49 coches disponibles por menos de 15. 000 euros y se vendían un millón de unidades; hoy apenas queda uno y las ventas han caído por debajo de 100.000 unidades. Y ayer mismo, el máximo responsable para Europa de Stellantis, Jean Philppe Imparato, insistia en un viejo discurso del sector: «alentar a los compradores a cambiar sus viejos coches por nuevos modelos eficientes y crear una nueva categoría que permita vender coches pequeños con motor de combustión interna más económicos reduciría las emisiones sin tener que depender de costosos modelos eléctricos».
Aunque está por ver los automóviles que Bruselas quiere potenciar. El minímo debería partir de algo similar a los minúsculos y exitosos kei cars japoneses; o llegar también a utilitarios pequeños como los Renault Twingo y VW ID.1 e incluso a los de Cupra, Skoda y Volkswagen que se fabricarán en España. Además, sería importante dotarles de ciertos privilegios, sea de acceso o aparcamiento en una gran ciudad, como modo de potenciar su venta. Y algo crucial: habría que buscar una fórmula de consenso con píses como Alemania, especializados en automóviles de gran tamaño y muchos, de marcas premium.
En el mismo discurso ante el Parlamento Europeo, Von der Leyen también ha presentado otro programa de revitalización para el sector del campo: una nueva campaña que ha bautizado como ‘Compre alimentos europeos‘. «Porque podemos decir, con todo el orgullo, que nuestros alimentos europeos son los mejores del mundo», ha señalado la presidenta de la Comisión.
«En Europa tenemos acceso a alimentos de alta calidad que nuestros excelentes agricultores, ganaderos y pescadores obtienen a precios asequibles. Estos profesionales son, además, los custodios de nuestras tierras y nuestros océanos y de nuestra biodiversidad. La clave de nuestra seguridad alimentaria. Pero actualmente se enfrentan a vientos adversos: desde los elevados costes de los insumos hasta la burocracia o la competencia desleal», ha desgranado la responsable del Ejecutivo comunitario.
«Los agricultores tienen derecho a recibir un precio justo por los alimentos que producen y a obtener unos beneficios justos para mantener a sus familias. Revisaremos la aplicación de nuestra legislación sobre prácticas comerciales desleales», ha incidido.
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