Byung-Chul Han, en los Premios Princesa de Asturias: “Nos hemos convertido en una herramienta del ‘smartphone’: nos usa a nosotros, y no al revés”

Byung-Chul Han, el pensador alemán de origen surcoreano galardonado con el Premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025, comenzó su alegato en el Teatro Campoamor de Oviedo, leído en alemán, con una defensa de la misión crítica del filósofo. “El papel del filósofo, según Platón, consiste en despertar, criticar, incomodar y exhortar a los atenienses”. Y recordó la parábola en la que un tábano pica e incita a un caballo, “noble pero perezoso”, en el que Sócrates ve a la sociedad ateniense. Así se considera Han: “Yo soy filósofo. Y como filósofo he interiorizado esa misión socrática de la filosofía”. Y trata de despertar a los demás aunque su obra, con La sociedad del cansancio en la cumbre, pueda causar “irritación” y “desconcierto”.

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 El pensador alemán de origen surcoreano, premio de Comunicación y Humanidades, criticó el sistema neoliberal que nos ofrece una libertad ficticia basada en la autoexplotación  

Premios Princesa de Asturias

El pensador alemán de origen surcoreano, premio de Comunicación y Humanidades, criticó el sistema neoliberal que nos ofrece una libertad ficticia basada en la autoexplotación

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Sergio C. Fanjul

Byung-Chul Han, el pensador alemán de origen surcoreano galardonado con el Premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025, comenzó su alegato en el Teatro Campoamor de Oviedo, leído en alemán, con una defensa de la misión crítica del filósofo. “El papel del filósofo, según Platón, consiste en despertar, criticar, incomodar y exhortar a los atenienses”. Y recordó la parábola en la que un tábano pica e incita a un caballo, “noble pero perezoso”, en el que Sócrates ve a la sociedad ateniense. Así se considera Han: “Yo soy filósofo. Y como filósofo he interiorizado esa misión socrática de la filosofía”. Y trata de despertar a los demás aunque su obra, con La sociedad del cansancio en la cumbre, pueda causar “irritación” y “desconcierto”.

Su caballo de batalla es la idea de que el sistema económico neoliberal nos hace vivir una libertad ficticia: “Hoy pensamos que somos más libres que nunca. En realidad, vivimos en un régimen neoliberal despótico que explota precisamente la libertad. Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria gobernada por la prohibición y la orden [según exploran Michel Foucault y Gilles Deleuze], sino en una sociedad del rendimiento que se cree libre y está regida por el ‘poder hacer’. Pero ese poder sin límites solo al principio produce una sensación de libertad; pronto genera más coacción que los antiguos ‘debes”.

Así, critica la autoexplotación que nos infligimos, la primacía del smartphone en nuestras vidas hiperconectadas y aceleradas, y el síndrome del burnout. En realidad, Han no está en contra del teléfono móvil ni de la digitalización, que pueden ser herramientas muy útiles. El problema, ve el pensador, es que “en realidad, somos nosotros quienes nos hemos convertido en su herramienta. El smartphone nos usa a nosotros, y no al revés. No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos su producto”. La tecnología ha acabado sirviendo para difundir el odio y las fake news, para crear polarización.

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Por eso, criticando la idea del determinismo tecnológico, Han opina que son los poderes públicos los que deben tomar las riendas del caballo desbocado de la tecnología. “La tecnología sin control político, sin ética, puede adquirir una forma monstruosa y volver a esclavizar al ser humano”, dijo. Todo lo anterior aplica, sobre todo, al creciente poderío de la inteligencia artificial.

Para conservar la democracia, dijo Han recordando a Alexis de Tocqueville, se necesitan virtudes como “el sentido común, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto”. Especialmente el respeto como “cemento social”. Sin esas virtudes, “la democracia se vacía y se convierte en un mero aparato. Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío. La política se reduce entonces a luchas de poder. Los parlamentos se convierten en escenarios para la autopromoción de los políticos”. El filósofo hizo también referencia a las crecientes desigualdades económicas en el sistema neoliberal, creando una brecha por la que ya se despeña la clase media: “Precisamente esos miedos empujan a la gente a los brazos de los autócratas y populistas”.

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En la sociedad contemporánea todo está disponible de inmediato y a golpe de click, incluso el amor, en las aplicaciones de citas. Las opciones parecen infinitas, como la sensación de libertad, más grande y plena que nunca. “El mundo se asemeja a un inmenso centro comercial donde todo se puede consumir. El scroll infinito promete información sin límites. Las redes sociales hacen posible una comunicación ilimitada”. A pesar de la hiperconexión, los vínculos reales son débiles, nos asalta una sensación de vacío y perdemos la capacidad para la empatía. Pero “vamos tambaleándonos de una adicción a otra, de una dependencia a otra”. El liberalismo deja detrás un vacío que no podemos llenar con valores ni ideales. Por eso Han se empeña en seguir siendo el tábano, como Sócrates, aun generado irritación en sus congéneres.

“Aunque he irritado a las personas, por fortuna no he sido condenado a muerte, sino que hoy he sido distinguido con un hermoso premio. Por ello, les doy las gracias de todo corazón”, concluyó.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul

Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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