Entre risas y recuerdos. Así fue el homenaje que los amigos y compañeros de Carlos Ferrando le brindaron este domingo en un clásico bar de Chueca, El Black And White. Un lugar que acogió a amigos de toda la vida, como los periodistas Aurelio Manzano, Beatriz Cortázar o la indómita Lydia Lozano, pero también con los históricos directores de televisión Alberto Maeso o Alberto Pierres.
Una noche en la que lo importante fue ese periodista icónico, deslenguado y viperino al que apodaban ‘La Avispa’ pero que fue trampolín para muchos noveles que buscaban una primera oportunidad.
Lo mejor de la noche no fueron los shows de los transformistas a los que tanto admiraba, protegía y publicitaba, ni el vídeo de los famosos que, como Paloma San Basilio o Carlos Herrera –que envió un vídeo recordando que fue él quien le contrató para la radio— no pudieron acudir a la cita por cuestiones diversas, sino la catarata de anécdotas que se compartieron, con alguna lágrima desbordando las miradas de los presentes, y que dibujan muy bien la personalidad arrolladora del periodista.
Especialmente dulce y directo al corazón resultó el discurso de César Heinrich que no solo agradeció de forma efusiva a los que pudieron acudir y financiar el ágape –fue una fiesta para los amigos y organizada por ellos— sino que también recordó algunos de los episodios que vivió junto a Carlos.
Tuvo suerte mi añorado Ferrando de encontrárselo por el camino, porque César –y su chico Álex, con el que lleva casi dos décadas de amor envidiable— le sacó más de un atolladero y siempre con éxito. Tenía una buena red de afectos, como la enérgica Karmele Izaguirre, siempre al quite, o de la actriz Alejandra Grepi, una de las pocas personas de su círculo que tenía llaves de su casa y la que se encontró el cuerpo sin vida del periodista. ¿Puede haber un epitafio mejor que el de una sonrisa?
El presentador de la COPE participó en un homenaje al periodista celebrado en un bar de Chueca (Madrid).
Entre risas y recuerdos. Así fue el homenaje que los amigos y compañeros de Carlos Ferrando le brindaron este domingo en un clásico bar de Chueca, El Black And White. Un lugar que acogió a amigos de toda la vida, como los periodistas Aurelio Manzano, Beatriz Cortázar o la indómita Lydia Lozano, pero también con los históricos directores de televisión Alberto Maeso o Alberto Pierres.
Una noche en la que lo importante fue ese periodista icónico, deslenguado y viperino al que apodaban ‘La Avispa’ pero que fue trampolín para muchos noveles que buscaban una primera oportunidad.
Lo mejor de la noche no fueron los shows de los transformistas a los que tanto admiraba, protegía y publicitaba, ni el vídeo de los famosos que, como Paloma San Basilio o Carlos Herrera –que envió un vídeo recordando que fue él quien le contrató para la radio— no pudieron acudir a la cita por cuestiones diversas, sino la catarata de anécdotas que se compartieron, con alguna lágrima desbordando las miradas de los presentes, y que dibujan muy bien la personalidad arrolladora del periodista.
Especialmente dulce y directo al corazón resultó el discurso de César Heinrich que no solo agradeció de forma efusiva a los que pudieron acudir y financiar el ágape –fue una fiesta para los amigos y organizada por ellos— sino que también recordó algunos de los episodios que vivió junto a Carlos.
Tuvo suerte mi añorado Ferrando de encontrárselo por el camino, porque César –y su chico Álex, con el que lleva casi dos décadas de amor envidiable— le sacó más de un atolladero y siempre con éxito. Tenía una buena red de afectos, como la enérgica Karmele Izaguirre, siempre al quite, o de la actriz Alejandra Grepi, una de las pocas personas de su círculo que tenía llaves de su casa y la que se encontró el cuerpo sin vida del periodista. ¿Puede haber un epitafio mejor que el de una sonrisa?
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