Pekín lleva años apostando por los semiconductores y la inteligencia artificial, dos industrias clave para lograr la autosuficiencia tecnológica en medio de las guerras comerciales con EEUU Leer Pekín lleva años apostando por los semiconductores y la inteligencia artificial, dos industrias clave para lograr la autosuficiencia tecnológica en medio de las guerras comerciales con EEUU Leer
Hace tres años, en medio de la cruzada reguladora del Gobierno chino contra los titanes tecnológicos que habían ayudado a impulsar el crecimiento desenfrenado del gigante asiático, los magnates de estas empresas mantuvieron durante un tiempo un perfil bastante bajo, sin hacer ruido, lejos del foco público. Algunos, como el emperador del comercio electrónico, Jack Ma, fundador de Alibaba, habían dejado de ser intocables después de décadas en la que había tenido vía libre para lanzar proyectos bajo unas reglas de juego bastante flexibles.
Cada mes de marzo, miles de delegados del Partido Comunista Chino (PCCh) celebran una gran reunión anual para validar las reformas ya aprobadas de antemano por la cúpula del partido. Paralelo a este encuentro tiene lugar la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, el principal órgano asesor. Por aquí solían desfilar la élite de multimillonarios de las grandes tecnológicas, como Jack Ma y su principal competidor, Pony Ma, de Tencent, o Robin Li, director de Baidu, el Google chino. Pero hace varios años que estos nombres ya no participan en este cónclave de personalidades que guían las políticas de los líderes comunistas.
Sus asientos ahora los han ocupado ejecutivos e ingenieros más jóvenes de dos industrias claves para el futuro de la segunda potencia mundial: los semiconductores y la inteligencia artificial. Ambos son campos prioritarios para alcanzar la ansiada autosuficiencia tecnológica en medio de las guerras comerciales con Estados Unidos, que lleva años intentando asfixiar el desarrollo tecnológico de su gran rival con numerosos controles a las exportaciones de los chips más avanzados y restricciones para la cooperación en IA o computación cuántica entre empresas estadounidenses y chinas.
Además de abrir las puertas del club de asesores a los eruditos de la IA, el Politburó del PCCh, el máximo órgano de liderazgo, formado por 24 peces gordos del partido, incluye por primera vez a cinco científicos que tuvieron exitosas carreras en distintos sectores -desde el aeroespacial a la energía nuclear- antes de ir ascendiendo en puestos políticos.
En el contexto de la pelea creciente por la supremacía tecnológica global, el presidente Xi Jinping reitera que China debe fortalecer su capacidad de innovación, controlar las tecnologías críticas y que sus cadenas de suministro no sean vulnerables a las sanciones estadounidenses. Todo esto entraba en los planes de un proyecto lanzado hace casi una década y que se bautizó como «Hecho en China 2025».
Yu Jie, Investigador principal sobre China del think tankChatham House, lo explicaba bien en un informe: «El objetivo de esta iniciativa es lograr una modernización a gran escala de las capacidades de fabricación de China, reduciendo la producción de bienes básicos de consumo para aumentar su exportación de componentes tecnológicos de alta gama. Como parte de esto, un propósito clave es asegurar que el país sea un líder mundial autosuficiente en 10 sectores estratégicos de innovación. Esta iniciativa causó pánico en EEUU y marcó el comienzo de la guerra tecnológica».
Yu explicaba que, sin embargo, mientras que los competidores estadounidenses no paraban de lanzar aplicaciones revolucionarias a nivel mundial en IA, las empresas chinas comenzaron la carrera rezagadas por culpa de la censura y de las estrictas regulaciones estatales, a lo que se sumaron las restricciones de Washington a los semiconductores más avanzados y a los equipos para fabricarlos. Al final, para no quedarse atrás, Pekín tuvo que levantar la mano.
El lanzamiento de ChatGPT en 2023 fue el detonante para que el régimen chino comenzara a relajar su férreo control sobre el sector tecnológico. El Gobierno estableció una nueva comisión de tecnología a la que transfirió muchas competencias que antes recaían en el Ministerio de Ciencia y Tecnología. El Ministerio de Educación también ha aprobado que más de 450 universidades ofrezcan títulos de grado especializados en IA. Pero el impulso fue sobre todo en 2024, cuando los reguladores aprobaron decenas de modelos de IA para el uso público. El propósito, dicen los funcionarios de Pekín, es que el país se convirtiera en el líder mundial en IA para 2030.
La apabullante irrupción de DeepSeek, la IA de bajo coste con la que China ha desafiado el dominio de los actuales líderes del sector, está siendo un punto de inflexión para una industria asombrada por la capacidad china de desarrollar un chatbot avanzado, gratuito, barato y en código abierto, a pesar de todas las restricciones estadounidenses. Los expertos dicen que el DeepSeek-R1 realiza tareas de razonamiento al mismo nivel que o1 de OpenAI y, además, está abierto a que los investigadores lo examinen.
«Era inevitable que una empresa como DeepSeek -con un equipo de investigación formado por muchos jóvenes recién graduados- apareciera en China dada la enorme inversión de capital de riesgo en estas compañías y la gran cantidad de personas que tienen doctorados en campos de ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas, incluida la IA», dice Yunji Chen, del Instituto de Tecnología Informática de la Academia China de Ciencias en Pekín.
Hace unos días, después del fenómeno chino de IA que reventó los mercados, el gigante Alibaba adelantó la presentación de su nuevo modelo de IA, Qwen 2.5, asegurando que superaba incluso al aclamado DeepSeek-V3. La semana pasada, ByteDance, la matriz de TikTok, lanzó un modelo de razonamiento que, según sus pruebas de referencia, también superaba al OpenAI.
«China ha logrado avances impresionantes en la construcción de centros informáticos inteligentes. Si China mantiene el ritmo actual, la brecha del país respecto a Estados Unidos se reducirá aún más a pesar del Proyecto Stargate de Donald Trump», afirmaba en un reciente comunicado el analista jefe de la firma de consultoría Omdia, Lian Jye, que hacía referencia al proyecto de 500.000 millones de dólares revelado por la administración Trump para consolidar más el liderazgo de EEUU en IA.
Para seguir el ritmo del proyecto Stargate, el diario hongkonés South China Morning Post destacaba en un artículo los esfuerzos de Pekín para continuar expandiendo su infraestructura de inteligencia artificial, con los gobiernos locales, operadores de redes de telecomunicaciones estatales y grandes empresas tecnológicas construyendo sin parar instalaciones de alto rendimiento. Los datos oficiales mostraban que, a fines de junio del año pasado, se estaban completando alrededor de 250 centros de datos avanzados y otras instalaciones informáticas por todo el gigante asiático.
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