El imponente Gran Palacio del Pueblo abre sus puertas para la apertura de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino Leer El imponente Gran Palacio del Pueblo abre sus puertas para la apertura de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino Leer
El corazón de Pekín, como cada frío mes de marzo, se ha blindado para su gran cita política anual. Alrededor de la Plaza de Tiananmen se ha desplegado un gran dispositivo de seguridad, con puestos militares y controles policiales en muchos cruces de los dos primeros anillos de circunvalación de la capital. China, que está prestando mucha atención a todos los giros globales provocados por el terremoto Trump, está entretenida esta semana con la reunión política más importante del año en la que los líderes del gigante asiático presentarán las políticas más destacadas para este 2025.
Este martes, el imponente Gran Palacio del Pueblo está abriendo sus puertas para la apertura de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, el principal órgano asesor, formado por destacados funcionarios locales, grandes empresarios, intelectuales, científicos, actores o deportistas. Se trata de un variopinto grupo de 2.000 delegados que influyen mucho en las decisiones de los líderes políticos, quienes darán la cara el miércoles delante de representantes de todas las regiones del país en el arranque de la Asamblea Popular Nacional (APN).
El periodo que concentra ambas reuniones parlamentarias, que duran aproximadamente una semana, se conoce como las «dos sesiones» (o lianghui). En el legislativo chino, muchos de los 3.000 diputados que participan, entre los que también hay desde agricultores hasta obreros, han sido elegidos por asambleas locales para representar a sus comunidades.
Pero el proceso democrático se estanca en las altas esferas: el cometido final de estos representantes, además de presentar propuestas, es validar los planes económicos, militares, comerciales o medioambientales que han decidido de antemano los 364 miembros del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), dirigidos por los 24 miembros del Politburó, el máximo órgano de gobierno, que a su vez está controlado por el Comité Permanente, integrado únicamente por siete dirigentes, entre ellos el presidente Xi Jinping.
Esta es la estructura del cónclave político de la segunda potencia mundial. De puertas hacia dentro, la atención está puesta en las metas económicas, los estímulos fiscales para reactivar la mermada economía y los avances tecnológicos. Más allá de los problemas internos, el foco apunta hacia cualquier manifestación o propuesta que salga de Pekín sobre la reconfiguración de la geopolítica global con el acercamiento entre Donald Trump y Vladimir Putin, el choque del republicano con el ucraniano Volodímir Zelenski y el incierto papel de Europa en los juegos de poder actuales.
En este escenario, Xi Jinping, como líder de la segunda economía más grande del mundo, no ha escondido las ambiciones de China para capitanear un nuevo orden alternativo al liderado por EEUU durante los últimos 50 años. Xi lleva tiempo promoviendo entre sus aliados un programa de política exterior, la Iniciativa de Seguridad Global (GSI), que presenta a Pekín como la única potencia estabilizadora capaz de ocupar el espacio dejado por los fracasos diplomáticos de Washington.
Este plan de gobernanza, barullan desde el gigante asiático, cobra ahora más fuerza que nunca a medida que Trump, mientras gira hacia Rusia, siembra divisiones por todos lados, rompe con instituciones internacionales y con algunos sus teóricos aliados, a la vez que saca a pasear indiscriminadamente los aranceles como arma proteccionista.
«En medio de la intensificación de la agitación geopolítica mundial, las dos sesiones de China aportarán estabilidad y sabiduría de gobernanza al mundo», rezaba el editorial del lunes del diario estatal chino Global Times. En los medios chinos cada vez destacan más abiertamente las oportunidades que se abren para que el régimen de Xi continúe expandiendo su influencia y estrechando lazos diplomáticos por todo el mundo. Cuanto más se aísle Trump, más vía libre tendrá el poder blando de Pekín para ganar peso. «Ante el suicidio aislacionista de Trump, China tiene una gran oportunidad», soltaba en un vídeo en redes sociales Hu Xijin, ex editor del Global Times y uno de los líderes de opinión más influyentes del país asiático.
Uno de los puntos más esperados de la reunión política en Pekín será el aumento del gasto militar que anunciará previsiblemente el miércoles el primer ministro chino, Li Qiang, quien es el encargado de leer la llamada «hoja de trabajo» del Gobierno durante la apertura de la APN. En los últimos meses, el ejército chino ha sacado músculo militar intensificado sus patrullas cerca de Taiwan y en aguas más lejanas del Pacífico. También está realizando muchas más maniobras conjuntas con la Armada rusa, estrechando la «asociación sin límites» que Xi y Putin firmaron justo antes de la invasión rusa de Ucrania.
Este último punto, el de la estrecha relación entre Pekín y Moscú, los portavoces chinos han incidido en los últimos días después de los continuos informes que llegaban desde la prensa estadounidense respecto a que el esfuerzo de Washington para reconciliarse con Moscú forma parte también de una estrategia para distanciar a Putin de Xi. Una idea que ven absurda desde el gigante asiático porque ambos líderes autoritarios mantienen un vínculo personal muy fuerte, comparten la hostilidad ideológica hacia Occidente, están alineados en multitud de cuestiones y, además, China es el principal socio comercial de Rusia, a la que ha arropado aún más tras las sanciones internacionales.
«Los intentos de EEUU de sembrar la discordia entre China y Rusia están condenados al fracaso», asegura un portavoz del Ministerio de Exteriores chino. La semana pasada, coincidiendo con el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, Xi habló por primera vez con Putin después del cambio radical de la política exterior estadounidense con el giro radical hacia Moscú. «La historia y la realidad muestran que China y Rusia son buenos vecinos inseparables y verdaderos amigos que comparten las buenas y las malas», dijo Xi, dejando claro que Rusia seguiría siendo un socio clave para la superpotencia asiática.
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