El 40% de los mayores hospitales españoles pasan las noches sin microbiólogos en sus instalaciones

El laboratorio del servicio de microbiologia del Hospital de Bellvitge.

La “hora de oro” es casi la única buena noticia que puede asociarse a eventos de salud tan graves como un ictus, un infarto o una sepsis. Tener la fortuna de ser atendido adecuadamente en esos primeros 60 minutos multiplica la supervivencia y es también un gran paso hacia una recuperación completa y sin secuelas. Gracias a los protocolos llamados “código ictus” y “código infarto”, hace años que se ha normalizado en la sociedad y en el sistema sanitario la idea de que, frente a estos cuadros clínicos, “cuanto antes, mejor”. Los microbiólogos españoles lamentan, sin embargo, que no ocurre lo mismo con la sepsis, una reacción del sistema inmunitario frente a una infección bacteriana tan virulenta que pone en riesgo la vida del paciente al dañar órganos vitales.

Seguir leyendo

 Los especialistas lamentan que la falta de profesionales reduce la supervivencia frente a los cuadros clínicos más graves, como sepsis o meningitis  

La “hora de oro” es casi la única buena noticia que puede asociarse a eventos de salud tan graves como un ictus, un infarto o una sepsis. Tener la fortuna de ser atendido adecuadamente en esos primeros 60 minutos multiplica la supervivencia y es también un gran paso hacia una recuperación completa y sin secuelas. Gracias a los protocolos llamados “código ictus” y “código infarto”, hace años que se ha normalizado en la sociedad y en el sistema sanitario la idea de que, frente a estos cuadros clínicos, “cuanto antes, mejor”. Los microbiólogos españoles lamentan, sin embargo, que no ocurre lo mismo con la sepsis, una reacción del sistema inmunitario frente a una infección bacteriana tan virulenta que pone en riesgo la vida del paciente al dañar órganos vitales.

Frente a la sepsis, recibir el tratamiento adecuado en la hora dorada logra una supervivencia de hasta el 85%. A partir de ahí, por cada 60 minutos de retraso, la mortalidad aumenta un 8%. Cuatro horas más tarde, la supervivencia disminuye a cerca de la mitad. Y solo uno de cada ocho pacientes sobrevivirá si se tardan 12 horas en iniciar el tratamiento adecuado”, ilustra Andrés Canut, presidente del Grupo de Estudio para la Gestión en Microbiología Clínica (GEGMIC) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

Una investigación de Grupo revela que, cuando van a cumplirse cinco años de la pandemia, España está aún lejos de conseguir que todos los grandes hospitales cuenten con servicios de microbiología plenamente operativos las 24 horas del día todos los días del año, el conocido entre la profesión como “el 24/7″. Algo que los expertos consideran fundamental para prestar una asistencia con garantías frente a la sepsis, pero también en muchos otros procesos críticos como las meningitis.

La SEIMC ha recopilado durante el mes de diciembre toda la información sobre la práctica totalidad de los mayores centros sanitarios públicos del país, considerando como tales los que tienen más de 500 camas —hospitales universitarios terciarios— y otros centros de menor tamaño pero que son “los únicos en ofrecer asistencia en sus provincias”, según el documento que resume el trabajo al que ha tenido acceso EL PAÍS.

El total, son 85 hospitales que los resultados del estudio dividen en tres grandes grupos. El primero está formado por aquellos que “ofrecen atención continuada con presencia física de técnicos de laboratorio y facultativo de microbiología las 24 horas del día durante todos los días del año”. Es decir, la situación ideal que una sociedad científica como la SEIMC considera que deberían cumplir todos los grandes centros, aunque los datos muestran que solo lo hacen 51 (el 60% del total).

El segundo grupo está formado por hospitales en los que está presente un microbiólogo por las tardes —a partir de las 15.00 hasta una hora que oscila entre las 20.00 y la medianoche—, pero no de madrugada. En algunos centros, los servicios siguen abiertos sin microbiólogo y su ausencia se compensa con guardias localizadas nocturnas en las cuales estos especialistas pueden ser contactados por los técnicos de laboratorio. En este grupo hay 26 hospitales, el 31% del total. Por último, en ocho centros más (el 9%), la presencia del microbiólogo finaliza a las tres de la tarde y este no regresa hasta la mañana siguiente.

“Es ineficiente disponer de la tecnología adecuada en los hospitales y no poder utilizarla por tener un horario limitado y sin presencia física de un facultativo de microbiología. La investigación que hemos llevado a cabo pone de manifiesto que en España todavía hay un importante margen de mejora en la atención continuada de estos servicios, que son claves en todo gran hospital”, lamenta Andrés Canut.

Según los datos obtenidos por la SEIMC —ver todos los datos en gráficos adjuntos—, solo en la Comunidad Valenciana (seis de seis hospitales), Canarias (cuatro de cuatro), Baleares y Cantabria (uno de uno) los servicios de microbiología de todos sus grandes hospitales están operativos las 24 horas del día todo el año.

Le siguen de cerca Madrid, con nueve de los mayores diez hospitales (solo Getafe queda fuera del grupo) y Andalucía (10 de 13). En Cataluña son cinco de sus mayores ocho hospitales, cuatro de siete en Galicia, tres de 10 en Castilla y León, dos de cinco en Castilla-La Mancha y uno de cinco en Aragón y País Vasco. Asturias, Extremadura y Murcia, por su parte, tienen uno de sus dos grandes centros sin servicio de microbiología abierto con un especialista presente las 24 horas del día todo el año, mientras Navarra, Rioja, Ceuta y Melilla tienen su único gran hospital sin 24/7.

EL PAÍS ha preguntado a todas las comunidades que tienen algún gran hospital sin 24/7 las razones de esta decisión. Una de las respuestas más repetidas es que “las guardias localizadas con técnicos de laboratorio permiten mantener los servicios abiertos las 24 horas con una adecuada gestión de los recursos disponibles”.

Según la SEIMC, sin embargo, “la guardia localizada, aunque es una solución parcial, no permite garantizar una asistencia al 100% ni realizar todas las intervenciones críticas que se requieren en un servicio de Microbiología Clínica”. Algunas razones son que la consulta inmediata con el especialista “es esencial para ajustar tratamientos en infecciones graves o multirresistentes”, algo que “no puede realizarse con la misma celeridad desde una guardia localizada”.

“Durante el análisis de muestras urgentes, la interpretación de los resultados preliminares puede cambiar significativamente el curso diagnóstico y terapéutico”, algo que “solo un especialista en microbiología presente puede hacer sin demoras”, añade la sociedad.

Cataluña argumenta que en dos de sus grandes hospitales —el Joan XXIII de Tarragona y el Dr Josep Trueta de Girona, ambos responsables de la asistencia de casi un millón de personas— el servicio queda cubierto por las tardes y las noches por un especialista en análisis clínicos, cuya “especialidad incluye formación en microbiología, hematología y bioquímica, lo que permite dar cobertura a las pruebas solicitadas cuando no se dispone de un número suficiente de microbiólogos”.

Galicia, por su parte, considera que la demanda asistencial está cubierta con el recurso a “las pruebas automatizadas en el Laboratorio Central” y con “la presencia de física de técnicos de laboratorio” aunque no haya un microbiólogo.

Castilla-La Mancha, a su vez, defiende que las guardias localizadas permiten cubrir las necesidades actuales, incluso si en ocasiones es necesario que el profesional en guardia localizada acuda al hospital. “No hay necesidad de otro tipo de coberturas, ni planteadas desde los propios servicios ni gerencias para este 2025, porque también hay que mirar la eficiencia y la sostenibilidad del sistema sanitario”, sostiene un portavoz.

En términos parecidos se manifiestan comunidades como La Rioja, que utilizan el término de “guardias mixtas” con un técnico de laboratorio presente y un microbiólogo localizable. Otras comunidades, como Asturias, han optado por concentrar el trabajo nocturno de los servicios de microbiología en un solo centro —en este caso el Central de Asturias— ya que esto “es suficiente para dar servicio a toda la comunidad durante la noche”.

En todos los casos, la SEIMC valora estas soluciones, pero las considera “parciales” o “insuficientes” en el momento actual y tras las lecciones aprendidas en la pandemia. “Las pruebas automatizadas son útiles para determinados análisis rutinarios, pero la Microbiología Clínica es mucho más que procesar muestras. Y en ocasiones, como los casos de sepsis o meningitis, las decisiones terapéuticas y la interpretación de resultados preliminares no pueden esperar a la llegada del microbiólogo en el siguiente turno”, afirman desde la sociedad.

Federico García, jefe de servicio de la especialidad en el Hospital San Cecilio (Granada), es el presidente de la SEIMC. “El sistema sanitario no puede olvidar que la medicina actual es una medicina de precisión. Esto implica que los diagnósticos y los tratamientos deben ser precisos e individualizados, y esto exige la identificación temprana de la bacteria, virus, hongo o parásito causante de la infección y la adecuación del fármaco antimicrobianos más específico posible desde el primer momento”, defiende.

Desde la sociedad científica recuerdan que “el desarrollo de una infección es impredecible” y que, de todos los pacientes que acuden a urgencias, “al 10,4% se les diagnostica un proceso infeccioso”, de los que uno de cada cinco precisará un ingreso hospitalario. “En la UCI, el 30-40% de los pacientes que ingresan con sepsis proceden de los servicios de urgencias”, recuerdan desde la SEIMC.

Federico García ponen el foco en el aumento de la supervivencia que los servicios abiertos en 24/7 “que se logra frente a procesos como la sepsis o las meningitis bacterianas”, pero insisten en que las “mejoras en la asistencia que se consiguen” van mucho más allá. “Al identificar el microorganismo exacto que produce la infección, también podemos comprobar su sensibilidad a los antibióticos u otros fármacos indicados, descartar la existencia de mecanismos de resistencia y elegir el antimicrobiano más adecuado. Así se consigue optimizar la eficacia de los tratamientos, minimizar los efectos adversos y la posibilidad de que se desarrollen resistencias. Todo ello, en último término, repercute en una mejor asistencia y una mayor supervivencia”, concluye.

 Sociedad en EL PAÍS

Te puede interesar