Los profesionales sanitarios no confían en la vacuna de la gripe. Solo el 39,5% de los trabajadores de la sanidad pública se inmunizaron frente a esta enfermedad el año pasado a pesar de las recomendaciones de las autoridades sanitarias, un porcentaje que lleva cuatro años descendiendo desde el pico del 65,6% alcanzado en 2020 —con la mayor concienciación de la pandemia— y que ha regresado a los niveles de la pasada década.
La campaña de inmunización frente a los virus respiratorios tropieza con la escasa implicación de los profesionales y las disparidades del calendario entre comunidades
Los profesionales sanitarios no confían en la vacuna de la gripe. Solo el 39,5% de los trabajadores de la sanidad pública se inmunizaron frente a esta enfermedad el año pasado a pesar de las recomendaciones de las autoridades sanitarias, un porcentaje que lleva cuatro años descendiendo desde el pico del 65,6% alcanzado en 2020 —con la mayor concienciación de la pandemia— y que ha regresado a los niveles de la pasada década.
El dato preocupa a autoridades sanitarias, expertos y sociedades científicas justo cuando arrancan las campañas de inmunización frente a los virus respiratorios —gripe, coronavirus y, en ocho comunidades, virus respiratorio sincitial (VRS)— y cuyo éxito depende en buena medida de los profesionales sanitarios, las personas en las que más confían los ciudadanos. Una campaña, además, que ha llevado al País Vasco a abrir un vacunódromo en Bilbao ante el temor de que este invierno se adelante la epidemia anual de la enfermedad.

“Las bajas coberturas entre profesionales sanitarios son un problema que viene de lejos y frente al que no conseguimos encontrar una solución”, lamenta Antoni Trilla, médico del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Clínic (Barcelona). Este experto recuerda que “vacunarse frente a la gripe protege a los propios profesionales, que estan más expuestos al virus, pero también a los pacientes, a los que podrian contagiar y para quienes la infección puede suponer un riesgo importante”.
Las reticencias de los sanitarios a vacunarse de la gripe son un problema global muy estudiado en el que España presenta coberturas similares, e incluso algo mejores, que los países de nuestro entorno. Carmen Olmedo, jefa del área de vacunas de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, es la autora principal de una investigación sobre él, publicada en diciembre de 2022 en la revista especializada Vacunas.
“La vacunación es la medida más eficaz para prevenir la gripe y sus complicaciones, aunque persisten algunas causas de desconfianza. Entre las que hemos identificado destaca la poca conciencia que los profesionales tienen sobre su papel ejemplarizante y en la transmisión del virus a pacientes vulnerables; la escasa percepción del riesgo, sobre todo entre los más jóvenes; y cierta confusión y desinformación con respecto al impacto de la enfermedad, la vacuna, su efectividad y los efectos secundarios”, resume.

Otro hallazgo del trabajo es que estas reticencias no se manifiestan igual entre todo el personal sanitario. La confusión sobre el impacto de la enfermedad y la vacuna, por ejemplo, es mayor entre “algunos perfiles, como los auxiliares de enfermería”. Cuestiones como el acceso a la vacuna, relacionado con las acciones que desarrollan los centros para inmunizar a su personal, también influyen en las coberturas.
“Nosotros lo hemos intentado casi todo, de lo más simpáticoa lo más insistente. Regalar una manzana a quien se vacunaba, invitarle a un desayuno con un ticket del comedor, organizar una competición con otro hospital para motivar a los equipos… Son acciones que dan resultado, pero es limitado, hay que ser muy perseverante y revisarlas cada año”, explica Trilla.
Los datos del Ministerio de Sanidad revelan grandes diferencias entre las coberturas vacunales del personal sanitario alcanzadas entre las distintas comunidades, con Extremadura a la cabeza (75,7%) y Cataluña en la cola (25,2%), aunque no hay datos disponibles de Aragón, Canarias y La Rioja. “Estas diferencias muestran que hay un amplio margen de mejora, pero es imprescindible un mayor compromiso y concienciación por parte de las administraciones y los propios profesonales”, defiende Fernando Moraga-Llop, pediatra y portavoz de la Asociación Española de Vacunología (AEP).
La directora feneral de Salud Pública de Extremadura explicó así en un reciente foro sanitario los buenos datos de su comunidad: “Hemos llegado al profesional, que es el primero que tiene que estar convencido de la vacunación de gripe. Si el profesional está convencido, eso se traduce en el ciudadano. […] Se ha hecho una campaña a los profesionales casi puerta a puerta o consulta a consulta. Hicimos varias reuniones y de ser tan persistentes, hemos conseguido estas coberturas”.

Dos trabajadoras sanitarias, una médico especialista de 46 años que ejerce en Madrid y una enfermera de 55 que lo hace en Girona, han explicado a EL PAÍS, bajo condición de anonimato, las razones por las que no se vacunan. Con palabras parecidas, coinciden en cuatro: “No es una vacuna muy efectiva. Ya estoy expuesta e inmunizada a muchos virus por mi trabajo y si la cojo en mi caso será leve. La infección puede ser más grave para pacientes vulnerables, pero ellos sí se vacunan. Y cumplo con todas las recomendaciones higiénico-sanitarias”, como limpieza de manos, uso de mascarilla en algunos ambientes…
La supuesta “baja efectividad” de la vacuna de la gripe es un argumento repetido entre las personas que declinan inmunizarse. Las características del virus y sus mutaciones hacen que esta no siempre evite la infección: suele hacerlo entre el 40% y el 60% de las veces, según la temporada. Pero la evidencia científica se ha afianzado en los últimos años al mostrar los beneficios de las campañas de inmunización para prevenir los casos graves, hospitalizaciones y muertes.
Un reciente metaanálisis publicado por investigadores españoles en la revista European Respiratory Reviewque revisa 192 estudios sobre la efectividad de la vacuna en 6,5 millones de pacientes de 38 países concluye que, a pesar de sus limitaciones y entre otros beneficios, esta reduce a la mitad la posibilidad de morir en caso de infección, descenso que llegar a ser de hasta cuatro veces entre los grupos más vulnerables.

Todos los expertos consultados coinciden en la necesidad de insistir en las iniciativas que más han contribuido en elevar las coberturas y en explorar otras fórmulas, en algunos casos incluso la obligatoriedad, aunque repiten que siempre es “mejor persuadir que imponer” y recuerdan la complejidad legal de cualquier medida de este tipo.
“Igual que no es negociable que una persona se ponga o no el casco en una obra, resulta difícil defender que quien atiende a pacientes muy vulnerables no se vacune. Deberíamos ser más contundentes en ese sentido. No sé si la obligatoriedad es legalmente posible, pero sí debería estar sujeto a una regulación más estricta. Hay vidas en juego, un enorme impacto en salud y también económico para el sistema sanitario”, defiende Federico Martinón-Torres, investigador clínico especializado en vacunas y jefe de servicio de Pediatría del Hospital de Santiago de Compostela.
La vacuna de la gripe está recomendada en toda España para personas mayores de 60 años, personal sanitario, mujeres embarazadas y pacientes inmunodeprimidos o con otros problemas de salud. También los niños a partir de seis meses, que hasta los dos años la reciben mediante una inyección intramuscular hasta los dos años y por vía nasal —más sencilla de administrar— a partir de esa edad. Esta última vacuna es la llamada Fluenz, de AstraZeneca, que este año prácticamente se universaliza en España en mayores de dos años.
La mayoría de comunidades recomiendan inmunizar a los niños de hasta cuatro años, incluidos, aunque hay varias que han extendido los grupos de edad. Canarias lo hará hasta los cinco años, Aragón y Baleares los siete, Castilla y León los ocho, Murcia los nueve y Galicia los 11.
También hay diferencias en la vacunación frente al coronavirus. La mayoría de comunidades, siguiendo las recomendaciones de los expertos de la Ponencia de Vacunas de Sanidad, inmunizará a las personas a partir de los 70 años debido al descenso del impacto de la enfermedad —el año pasado la recomendación era a partir de los 60—, aunque Cataluña mantiene esta edad y el País Vasco la retrasa hasta los 75.
Y frente al virus respiratorio sincitial (VRS), aunque la Ponencia optó por esperar un año para empezar su uso, nueve comunidades —Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Madrid, Murcia y La Rioja— han decidido adelantarse a este otoño.

Estas diferencias no siempre son bien comprendidas por la población y los expertos avisan de que a menudo no ayudan a aumentar las coberturas vacunales. Aurelio Tomé, de 66 años y residente en Alcalá de Henares, acudió hace unas semanas junto a su esposa al centro de salud para vacunarse de la gripe y el coronavirus. “Me llevé una gran sorpresa cuando me dijeron que de la gripe sí, pero que del coronavirus no porque este año solo era para personas de 70 años o más. No entiendo por qué en Cataluña sí y aqui no”, explica este técnico comercial jubilado.
En una carta que ha remitido al Ministerio de Sanidad, la Comunidad de Madrid y EL PAÍS, Tomé muestra el malestar que le ha provocado un cambio “que no se ha explicado bien, que no entiendo a pesar de haber leído todas las recomendaciones y que sospecho que se hace por dinero, aunque no se quiera reconocer”.
Moraga-Llop admite que estas variaciones “despistan” al paciente y pueden generar dudas subre unos programas vitales para la salud pública. “Las decisiones se toman en base a las recomendaciones de los expertos de la Ponencia de Vacunas y luego se ponen en común entre Sanidad y las comunidades, aunque es cierto que desde siempre existen diferencias entre ellas al ponerlas en práctica. Sería deseable un mayor esfuerzo en una mayor cohesión y también en explicar a la ciudadanía por qué se toman estas decisiones”, defiende.
La vacuna del VRS y la nasal para la gripe en niños no son las únicas grandes novedades de esta temporada, en la que han ganado peso las llamadas vacunas reforzadas frente a la gripe para los grupos de población más vulnerables. “En pacientes inmunodeprimidos y población de más edad la respuesta del sistema inmune es más débil, también a las vacunas. Por esto pueden utilizarse presentaciones para estimularla y hacerla más efectiva”, cuenta Martinón-Torres.
En una investigación publicada en agosto en The New England Journal of Medicine, una de las revistas científicas de mayor prestigio, un equipo liderado por este experto demostró la capacidad de una de estas vacunas —Efluelda Tetra, de Sanofi—, también llamada de alta carga, de reducir las hospitalizaciones en personas mayores de 65 años respecto a la convencional.
“Los resultados muestran una reducción adicional del 31,9% de hospitalizaciones por gripe confirmada por laboratorio y, muy importante, una reducción adicional del 2,2% de hospitalizaciones por cualquier causa”, añade este experto. La vacuna será utilizada este año en 13 comunidades en algunos perfiles de pacientes considerados de riesgo —mayores de 80 años, personas que viven en residencias…—, aunque Galicia ha reducido esta edad a los 70 y La Rioja y Extremadura a los 60.
La otra vacuna utilizada en grupos de riesgo contiene un adyuvante que estimula la respuesta del sistema inmune. Se llama Fluad Tetra, es de la farmacéutica CSL y será utilizada por varias comunidades, aunque este dato no ha sido hecho público por la compañía.
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