El arte sacro andaluz se moviliza contra los bordados cofrades ‘low cost’ paquistaníes: “Es una cuestión de identidad”

El bordador y presidente de la asociación gremial Arte Sacro, Francisco Carrera-Iglesias, 'Paquili', en su taller de Sevilla.

“Están vendiendo un producto que es mentira y se están aprovechando de la excelencia de los artesanos sevillanos y andaluces”. Con estas palabras resume Francisco Carrera-Iglesias, Paquili, el presidente de la Asociación de Arte Sacro de Sevilla, las advertencias que los profesionales de este gremio secular llevan meses lanzando contra la que consideran competencia desleal de empresas radicadas en Pakistán, que copian sus bordados y diseños para hacer mantos y túnicas para las hermandadas a precios tres o cuatro veces más baratos y en mucho menos tiempo. La deslocalización y el consumo low cost ha llegado al mundo cofrade, pero sus consecuencias pueden tener un efecto devastador en el frágil ecosistema del arte sacro, integrado por oficios que se imbrican en el Barroco y que han subsistido gracias a preservación de una tradición artística que ha conformado una identidad única y reconocible. El mantenimiento de esa esencia es la base de la ofensiva que han emprendido estas asociaciones contra lo que denuncian como “intrusismo” de los talleres paquistaníes. “Esto es una cuestión identitaria, forma parte de nuestra historia, nuestra cultura, nuestro patrimonio, nuestra tradición y nuestra economía”, defiende Paquili.

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DVD1197(23/01/2024). Sevilla. Una de las bordadoras del taller de Francisco Carrera-Iglesias, 'Paquili', presidente de la asociación gremial Arte Sacro de Sevilla . FOTO: PACO PUENTES (EL PAÍS). El gremio lanza una ofensiva para proteger una tradición secular de la competencia de los talleres asiáticos que ofrecen piezas más baratas, en menos tiempo y de peor calidad  

“Están vendiendo un producto que es mentira y se están aprovechando de la excelencia de los artesanos sevillanos y andaluces”. Con estas palabras resume Francisco Carrera-Iglesias, Paquili, el presidente de la Asociación de Arte Sacro de Sevilla, las advertencias que los profesionales de este gremio secular llevan meses lanzando contra la que consideran competencia desleal de empresas radicadas en Pakistán, que copian sus bordados y diseños para hacer mantos y túnicas para las hermandadas a precios tres o cuatro veces más baratos y en mucho menos tiempo. La deslocalización y el consumo low cost ha llegado al mundo cofrade, pero sus consecuencias pueden tener un efecto devastador en el frágil ecosistema del arte sacro, integrado por oficios que se imbrican en el Barroco y que han subsistido gracias a preservación de una tradición artística que ha conformado una identidad única y reconocible. El mantenimiento de esa esencia es la base de la ofensiva que han emprendido estas asociaciones contra lo que denuncian como “intrusismo” de los talleres paquistaníes. “Esto es una cuestión identitaria, forma parte de nuestra historia, nuestra cultura, nuestro patrimonio, nuestra tradición y nuestra economía”, defiende Paquili.

Desde su asociación quieren llamar la atención de las administraciones para que se investigue la tributación de las piezas que vienen de Pakistán, para lo que se han puesto en contacto con el Ministerio de Hacienda, y buscan que la Unión Europea imponga aranceles que protejan la excelencia del arte sacro andaluz. “No estamos en contra del libre mercado”, advierte Paquili, “pero queremos jugar en igualdad de condiciones”. En Sevilla, unas 3.000 familias viven del arte sacro. No existe cifra total en Andalucía ni tampoco se sabe la cantidad de dinero que promueve porque hasta este mismo año no han sido reconocidos como un epígrafe en el CNAE y no tenían parámetros para cuantificar.

Las primeras alarmas saltaron en marzo del año pasado cuando la Hermandad de la Clemencia de Jerez de la Frontera (Cádiz) anunciaba que un grupo de hermanos le había regalado un manto a su virgen con el que saldría a procesionar en Semana Santa. La polémica surgió cuando se supo que se había encargado a Pakistán, por un precio mucho menor que el que hubiera costado en un taller andaluz y con un plazo de entrega mucho más corto. “Nos reunimos un grupo de hermanos que no estábamos en disposición de gastarnos 200.000 o 300.000 euros que cuesta un manto”, explica David Guerrero, uno de los que sufragó ese manto y que ahora es hermano mayor de la cofradía. “Somos una hermandad humilde y hemos encargado un palio y un manto a un taller de aquí, pero eso tarda mucho tiempo y mientras llega, la virgen saldrá con este manto o con cualquiera de los lisos que tiene, en función de lo que el prioste decida”, explica.

Ese mismo invierno, la Hermandad del Soberano Poder de Morón de la Frontera (Sevilla) informaba de que el ajuar de su titular iba a incrementarse con un manto, también donado por un grupo de hermanos y también bordado en Pakistán. Entonces, Paquili, a través de la asociación denunció esos encargos, cuestionando no solo la competencia desleal, sino el empleo de técnicas alejada de la excelencia de los profesionales del gremio. Algo que también recalcó en la entrevista que ofreció dos meses más tarde a este diario: “Los que se dejan levar por la rapidez, por la inmediatez, no son conscientes del daño que hacen a una tradición artística que forma parte de nuestra historia”.

Amenazas

Cuando a finales de este mes de agosto trascendió que una hermandad de Sevilla capital, la Divina Pastora de Santa Marina, iba a estrenar piezas paquistaníes, la asociación volvió a salir en tromba con otro duro comunicado que es el que ha provocado que Paquili haya recibido unos mensajes a través de WhatsApp con contenido intimidatorio, en el que se cuestionaban sus denuncias por el supuesto intrusismo de los bordados de este país y cuyo remitente se escondía detrás de un número de Pakistán. El bordador no es el único que ha mantenido intercambios en tono amenazante. El dibujante, diseñador y proyectista de obras de artesanía religiosa, Javier Sánchez de los Reyes, denunciaba el acoso a través de redes sociales de supuestos artesanos tanto a él como a su compañero Antonio Castro a cuenta del uso y apropiación por parte de estos talleres pakistaníes de los dibujos que ellos publican en sus redes sociales.

“Ellos están pendientes de todas nuestras publicaciones y en cuanto sacamos algo nuevo, ellos actualizan inmediatamente su banco de imágenes y les ponen una marca de agua y publican esas fotos como si fueran de su taller. Esto en términos artísticos se llama apropiacionismo”, denuncia Sánchez de los Reyes. “Evidentemente, ves los productos finales, los bordados finales y no tienen calidad artística, porque esto es un trabajo que se apoya en una tradición de siglos, que obedece a unas claves culturales, religiosas, a un ecosistema que no se puede trasplantar tan fácilmente a 8.000 o 9.000 kilómetros”, abunda.

Las redes sociales están llenas de cuentas que ofrecen bordados y trabajos y que se anuncian bajo nombres de apariencia musulmana, pero también castellana. Tal y como ha podido comprobar este diario, piden comunicarse a través de WhatsApp a un número pakistaní y responden en perfecto español. Por un estandarte de 140×80 con un bordado de una conocida hermandad de Sevilla -cuyo diseño no se cuestiona que se vaya a plagiar-, el interlocutor pide 800 euros y confirma que estaría listo en un mes. “A dos caras aquí costaría de 10.000 a 12.000 euros y tardaría cuatro meses”, indica Paquili. “Y, por supuesto, no sería con un diseño plagiado”, puntualiza. El interlocutor reconoce que en su país “hay hay quienes roban el trabajo de artesanos españoles y lo comparten en sus redes sociales. Esto está mal”; pero defiende su profesionalidad: “Ofrecemos productos de buena calidad, con responsabilidad y a precios bajos”.

La diferencia radica no solo en la mano de obra, el tipo de tela o la técnica, sino en el hilo de oro, que cuesta 3.000 euros el kilo y que solo se obtiene de una fábrica en Barcelona, la única que sigue ofreciéndolo. “Hasta que se canse”, subraya Paquili. Estas excepcionalidades son las que también dan relevancia a unos oficios en peligro de extinción y que, justo el año pasado, recibieron el respaldo de las Administraciones, primero con la Medalla de las Bellas Artes, un reconocimiento simbólico y que les otorgaba visibilidad más allá de Despeñaperros, y después con su reconocimiento como profesión, seis siglos más tarde, en el CNAE y la reducción del IVA, dos de las principales reivindicaciones de la Asociación de Arte Sacro.

Reflexión a las hermandades

DVD1197(23/01/2024). Sevilla. Una de las bordadoras del taller de Francisco Carrera-Iglesias, 'Paquili', presidente de la asociación gremial Arte Sacro de Sevilla . FOTO: PACO PUENTES (EL PAÍS).

Por eso, después de estos logros, no quieren que el terreno que han conseguido conquistar lo malogre la competencia con Pakistán. Sánchez de los Reyes tiene asumido que para proteger los derechos de autor, van a tener que registrar todos los bocetos y obras que realicen antes de compartirlas en redes sociales para publicitar su trabajo. “Pakistán ha venido para quedarse, es el Ikea de los mantos bordados”, advierte Joaquín Moeckel, abogado y profundo conocedor de las instituciones cofradieras sevillanas. Tanto la propiedad intelectual como las protecciones aduaneras que reclama el gremio son herramientas que pueden proteger su subsistencia, reconoce el letradp, pero considera que lo más importante es “llamar a la reflexión a las propias hermandades. “Contra la producción de Pakistán no se puede luchar, pero la Semana Santa siempre ha sido el punto tractor que ha atraído a los mejores bordadores, a los mejores doradores, a la excelencia que solo tienen los profesionales de aquí, y eso es lo que hay que promover”, opina.

Algo que también comparte Paquili. “Es importante hacer pedagogía”, abunda. “Algunos justifican estos nuevos encargos en que las hermandades tienen pocos recursos, pero hasta ahora todas, por muy humildes que sean, han protegido su patrimonio y eso es lo que han legado a las futuras generaciones. Lo que no pueden hacer ahora es dilapidarlo y no legar nada, porque todo lo que viene de Paquistán tiene fecha de caducidad”, advierte.

De momento, las principales hermandades de Sevilla, el Consejo de Cofradías que las aglutina, y políticos como el presidente de la Junta o el alcalde de Sevilla han defendido la singularidad del arte sacro frente a la amenaza que supone la competencia asiática. Este miércoles ese apoyo se traducirá en un manifiesto, que también estará apoyado por consejerías, ayuntamientos, obispados, artistas y la Cámara de Comercio, para demostrar la unidad con una tradición artesanal que ha forjado buena parte de la identidad andaluza. “Tenemos que apostar por algo que es nuestro. Todo el mundo viene a buscar la excelencia del arte sacro sevillano y andaluz. ¿Cómo vamos a echar por tierra nuestra identidad por querer buscar cosas inmediatas, baratas y de mala calidad que no nos representan?”, se pregunta Paquili.

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