El cónclave más diverso de la historia para elegir al sucesor de Francisco

A la división entre ‘progresistas’ y ‘conservadores’, se suman las diferencias culturales y de procedencia geográfica entre los 133 cardenales con derecho a voto que elegirán al nuevo Papa Leer A la división entre ‘progresistas’ y ‘conservadores’, se suman las diferencias culturales y de procedencia geográfica entre los 133 cardenales con derecho a voto que elegirán al nuevo Papa Leer  

El cónclave del 7 de mayo será el más diverso de la historia, con un aluvión de cardenales provenientes de 71 países y un peso cada vez mayor de los representantes de Asia y África, los continentes donde sigue creciendo la Iglesia, en contraste con el repliegue en Europa – en el 2013 más de la mitad de los cardenales eran europeos, ahora son el 38%-. Serán pues 133 purpurados en representación de 1.400 millones de católicos que, a su manera, ya «votaron con lo pies a favor de un Papa que siga el camino de Francisco» (según el veterano cardenal Walter Kasper, que se quedará fuera al superar el listón de los 80 años).

La mayoría de los vaticanistas coinciden en un punto: la división bipolar entre progresistas y conservadores (o modernistas y tradicionalistas) vigente hasta la elección de Bergoglio, ha dejado paso al cónclave «multipolar», trufado por las diferencias geográficas y culturales.

«Las elecciones del Pontífice han estado siempre marcadas por un fuerte dualismo, pero entonces era más fácil la clasificación por grupos y tendencias», advierte Agostino Giovagnoli, historiador de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que destaca la concurrencia esta vez de candidatos transversales que rompen con la típica división en dos bloques.

Ocho de cada 10 cardenales que participan en el cónclave son ‘novatos’, designados por el Papa Francisco en los último 12 años. Veinte de ellos ocuparon sus puestos en diciembre y tienen apenas cuatro meses de experiencia. Muchos de ellos ni siquiera se conocían hasta verse las caras estos días en Roma, lo que puede añadir aún más incertidumbre al resultado.

El abanico de candidatos es más amplio que nunca, aunque las referencias al húngaro Péter Erdö o al guineano Robert Sarah como estandartes del sector tradicionalista, frente a representantes de la línea progresista como el alemán Reinhard Marx, el maltés Mario Grech o el francés Jean-Marc Aveline, y por supuesto el filipino Luis Antonio Tagle, el favorito en las redes con la vitola del «Francisco Asiático» y el vídeo viralizado de su karaoke de «Imagine».

«Francisco universalizó la Iglesia, frente a la visión eurocéntrica e italianocéntrica que pesaba hasta la fecha», sostiene la escritora italiana Francesca Ambroggeti, biógrafa del Papa «llegado del fin del mundo». En la cuenta atrás para el cónclave, Ambroggeti ha preferido sin embargo barrer hacia casa en aras del consenso y para eliminar tensiones geográficas: «Es el momento de un Papa italiano, no estoy sola en esta percepción».

El secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolin figura en muchas listas como el gran favorito. Parolin presidirá el cónclave, lo que le convierte hasta cierto punto en «juez y parte». A su favor pesa la imagen de relativa unidad con la que se celebra la emblemática reunión, incluido el pacto alcanzado de antemano para dejar fuera de juego al cardenal Angelo Becciu, salpicado por un escándalo financiero.

El presidente de la Conferencia Episcopal italiana Matteo Zuppi y el patriarca latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa despuntan también entre los 17 purpurados italianos, junto al gran maestre de la orden de Santo Sepulcro, el cardenal Fernando Filoni, que ha vaticinado que puede haber «fumata blanca» incluso en la primera votación: «Tenemos la responsabilidad común de elegir un Papa que asegure la unidad de toda la Iglesia».

La chimenea por la que saldrá el humo -procedente de la quema de votos tras los recuentos- quedó instalada desde el viernes en el techo de la Capilla Sixtina. Ya solo falta acondicionar el interior del templo decorado por Miguel Ángel, con «El Juicio Final» presidiendo la primera y única votación del 7 de mayo, y las cuatro subsiguientes cada día hasta que emerja un candidato que logre una mayoría de dos tercios (89 votos).

El cónclave estará precedido de una «Missa pro eligendo Romano Pontifice», oficiada por el decano del Colegio Cardenalicio Giovanni Battista Re, que no podrá participar en la elección por su avanzada edad (91 años). A primera hora de la tarde del miércoles se proclamará el «Extra Omnes» («Fuera todos») que dejará a los purpurados literalmente aislados del mundo exterior, privados incluso de sus teléfonos móviles.

La vida de los cardenales discurrirá desde entonces entre los encierros en el Capilla Sixtina y los retiros en las habitaciones de la Casa de Santa Marta, la misma que ocupó Francisco durante su Pontificado. El único momento para socializar durante el día se producirá en la cafetería del Vaticano, durante las comidas servidas por las monjas, con órdenes estrictas sobre lo que los cardinales pueden comer, con platos sencillos del Lazio y del Abruzzo para prevenir indigestiones (mucha minestrone, algo de spaghetti y ocasionalmente arrosticini de cordero a la parrilla).

El cardenal emérito de Sarajevo, Vinko Puljic, descartado hasta ahora por enfermedad, ha manifestado sin embargo su intención de estar presente en las votaciones: «Voy a necesitar ayuda para entrar en la Capilla Sixtina, pero no creo que sea un problema».

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