Kamala Harris preside la tradicional confirmación del resultado electoral, con el recuerdo del asalto al Capitolio muy presente Leer Kamala Harris preside la tradicional confirmación del resultado electoral, con el recuerdo del asalto al Capitolio muy presente Leer
Durante décadas fue un mero trámite. Pero en 2021, la ceremonia de confirmación del ganador de los comicios en el Congreso vio alterado por completo su discurrir. Una turba de violentos y furiosos seguidores de Donald Trump trataron de boicotear el traspaso de poderes tras la derrota de su ídolo en las urnas, arrasando el Capitolio en el intento. Esta vez no hubo nada de eso. Es más, la derrotada en los comicios, Kamala Harris, fue la encargada de presidir el proceso el 6 de enero para proclamar la victoria del hombre que aún sigue insistiendo en que le robaron las elecciones en 2020.
Mike Johnson, el recientemente ratificado como presidente de la Cámara de Representantes, ya había avisado en las horas previas que no permitiría que nada alterase el transcurso de la sesión conjunta en el Congreso. «No abandonen la ciudad», dijo, porque la ley «lo exige», sin importar la tormenta de nieve que estaba cayendo sobre Washington y que podía haber representado una tentación para ausentarse para algunos congresistas.
No fue el caso. Tampoco había un plan orquestado para revertir la tradicional certificación electoral a través del conteo de los votos electorales de cada Estado, de acuerdo a la ley federal, un proceso que siempre se produce el 6 de enero y que da pie a la ceremonia inaugural del 20 de enero. Se abren los certificados sellados de los 50 Estados, representantes de cada partido leen en alto los resultados y realizan un recuento oficial.
Entonces, en 2001, Trump confiaba en que Mike Pence, su vicepresidente, presentara un resultado alternativo, arrojando dudas sobre los listados de votantes en siete de los estados donde Biden ganó por un margen estrecho, y proclamase a Trump ganador. Pero Pence se negó a colaborar con el plan y el magnate republicano tuvo que salir de la Casa Blanca días después.
A Pence lo metió en su lista de villanos de inmediato. Tanto que la turba de sus seguidores entraron en el Capitolio con el objetivo de colgarlo del cuello, según los gritos que se escucharon a las puertas del edificio federal. Trump ya le había advertido que si no colaboraba estaría muy «decepcionado» con él. «Si Mike Pence hace lo correcto, ganamos las elecciones, nos convertimos en presidente y vosotros sois felices» dijo aquel fatídico día.
Ahora no ha necesitado recurrir a retruécanos ni estrategias ilegales para revertir el resultado en las urnas. Ganó en los siete estados clave que podían dirimir la contienda y se llevó incluso el voto popular frente a Harris, con 77,3 millones de votos frente a los 75 millones de la candidata demócrata. En total, se hizo con 312 de los votos electorales en juego frente a los 226 de su rival, un resultado contundente pero alejado de los 81 millones votos que obtuvo Biden en 2020.
Para Harris, que ha volado bajo el radar tras su derrota del pasado 5 de noviembre, es un trago amargo por el que ya habían pasado otros antes. A Biden le tocó presidir el conteo que llevó a Trump a la Casa Blanca en 2017, y antes de eso Al Gore presidió el recuento de votos electorales en los comicios de 2000 que perdió por tan estrecho margen de sufragios en Florida, en una de las contiendas más polémicas de la historia del país.
Además de haberse convertido en una atracción para los turistas que cada año visitan el Capitolio, la violencia del 6 de enero de 2021 dejó una modificación de las leyes en torno a este proceso que define el rol del vicepresidente de turno. La nueva ley clarifica que el número dos del Gobierno no tiene el poder de determinar los resultados electorales.
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