El Consejo de Ministros televisado que puede hundir a Gustavo Petro

Deja al descubierto las miserias de un gabinete personalista, anárquico, sin un rumbo fijo y con enfrentamientos internos. Leer Deja al descubierto las miserias de un gabinete personalista, anárquico, sin un rumbo fijo y con enfrentamientos internos. Leer  

Ha sido el primer Consejo de Ministros transmitido en directo en Colombia, aunque el presidente, Gustavo Petro, ha prometido más. Duró casi seis horas y ha dejado al descubierto las miserias de un gabinete personalista, anárquico, sin un rumbo fijo y con enfrentamientos internos. De momento, han renunciado al menos dos altos funcionarios, Jorge Rojas, jefe del DAPRE, una entidad que ejecuta grandes presupuestos del Estado y el ministro de Cultura, Juan David Correa, también presentó su renuncia «irrevocable».

Petro ha acaparado casi todo el tiempo con largas intervenciones en las que ha alternado recorridos sui géneris de la historia de la independencia, menciones a García Márquez, a su paso por el M-19, críticas al Gobierno Trump, recriminaciones a su gabinete y peregrinas disertaciones al estilo de Hugo Chávez.

Comenzó por reprobar a sus ministros -a los que pilló por sorpresa su decisión de abrir las puertas de las sesiones que la ley declara reservadas y cuyo contenido no se puede revelar-, acusándoles de «incumplir 146 de las 195 promesas» que él ha hecho «al pueblo» en sus giras por el país.

Y pese a la larga duración de la reunión, se escucharon más justificaciones por la falta de acción que medidas concretas, así como silencios estruendosos de ministros locuaces, como el de Interior, Juan Fernando Cristo, y reproches mutuos. Pero lo más llamativo, aunque era de sobra conocido puertas adentro, fueron los ataques a dos miembros del Ejecutivo –Laura Sarabia y Armando Benedetti– que, además de no ser petristas pura sangre, han estado envueltos en varios escándalos.

La primera piedra la arrojó la vicepresidenta, que no tiene una relación estrecha con su jefe y quiso aprovechar el espacio en televisión para desmarcarse de las manzanas podridas y el fracaso general.

«Me duele que, en este gobierno, que ayudé a elegir, se presente tantos actos de corrupción», soltó Francia Márquez, a la que le crearon el Ministerio de la Igualdad, de muy baja ejecución, en referencia a la apareja mencionada. También dirigió una diana al ministro de Defensa. Sin nombrarle, le reprochó que en Suárez, su pueblo natal, del departamento del Cauca, los pobladores le digan que vivían mejor bajo Iván Duque, del Centro Democrático, que ahora, dados los constantes atentados de las guerrillas.

Una vez abierta la veda, se fueron sumando a la pedrea los más cercanos a Petro. «No me puedo sentar, como feminista, en esta misma mesa de gabinete con Armando Benedetti», clamó, al borde de las lágrimas, Susana Muhamad, ministra de Medio Ambiente. Su repudio obedece a la denuncia por maltrato que presentó la mujer de Benedetti hace unos meses, cuando era embajador ante la FAO.

Siguieron otros más, del círculo íntimo de Petro, en la misma línea. El presidente, en tono sereno, les respondió minimizando lo que hizo Benedetti y aludiendo a la necesidad de dar una segunda oportunidad a los que caen en errores, como hacían en el grupo subversivo al que perteneció. «No los fusilábamos», gritó un ex M-19 que ocupa un alto cargo.

«El soldado herido era curado por las mujeres más bonitas de la guerrilla del M-19, no porque fuéramos machistas, sino porque el soldado se podía curar más rápido porque sentía el amor ahí mismo», fue una de las frases empleadas por Petro en sus enmarañadas explicaciones.

En cuanto a decisiones concretas del mandatario, solo hubo una orden al ministro de Energía. Después de regañarle por ir en contra de su política de acabar con el petróleo como fuente de energía, mandó que revirtiera un contrato de la estatal Ecopetrol para hacer fracking en un yacimiento en Estados Unidos, del que es socia con la Occidental estadounidense.

Petro adujo que se había enterado esa misma mañana del acuerdo al leerlo en el diario bogotano El Tiempo. Al margen de que no será sencillo romper un compromiso contractual, también deberán confrontar a la Unión Sindical Obrera de Ecopetrol porque, alegó en un comunicado, la empresa perdería los 4.200 millones de dólares invertidos y el 13% de su producción total, lo que preocupa a los miles de empleados.

«El presidente buscaba hacer un llamado de atención a sus ministros, en vivo y en directo, por el incumplimiento de sus metas de gobierno», analiza para EL MUNDO, Yesid Lancheros, director de la revista colombiana Semana. «Pero se salió por completo de control y se vio que es un gobierno con varios bandos, fracturado, sin un norte claro, donde el presidente toma partido para defender a Armando Benedetti y Laura Sarabia frente a otras personas que le han acompañado durante años en su lucha política. Y la gente vio lo que se rumoreaba: que en los Consejos de ministros el presidente no articulaba, no gerenciaba, no se hablaba de los principales problemas del país para ver cómo sacarlos adelante».

Para el analista Rodrigo Pombo, se abre un debate jurídico por la «violación de leyes de información reservada en esos escenarios», entre otros. En cuanto a la gestión de gobierno, «fue el punto de partida del principio del fin, de la debacle anunciada, por cuenta de la baja ejecución y una polarización promovida por el alto gobierno. Y, desde el punto de vista administrativo, lo más grave, es que revela un desgobierno total, una ausencia de liderazgo absoluto y una falta de planeación mínima para gerencia un vasto país con tan complicados problemas. No sabemos para donde vamos en lo que queda de Gobierno, solo conocemos ahora que no tenemos un equipo competente para gobernar, ni la certeza del puerto de llegada».

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