El difícil otoño del líder checheno Kadirov: un heredero de 17 años y un refugio en Emiratos

Su plan de sucesión podría depender de su hijo adolescente, que se casó el sábado con parabienes de Putin Leer Su plan de sucesión podría depender de su hijo adolescente, que se casó el sábado con parabienes de Putin Leer  

El líder checheno Ramzan Kadirov, estrecho aliado del Kremlin en el poder desde 2007 y muy criticado por los abusos de los derechos humanos, ha gozado de la protección del presidente ruso, Vladimir Putin, desde que ascendió al poder coincidiendo con el final de la segunda guerra chechena. Pero el año pasado tropezó con la desaprobación de las autoridades rusas después de que su clan protagonizara un asalto armado en Moscú para apoderarse de la empresa de comercio electrónico Wildberries.

Los servicios de seguridad siempre han recelado de este virrey de Putin que siempre ha tenido carta blanca. En un país centralizado donde los gobernadores dimiten tras recibir una llamada telefónica del Kremlin, Kadirov ha alargado su poder sin interferencias durante dos décadas. A pesar de acaparar Moscú la mayor parte de los recursos, Chechenia ha recibido mayores subsidios que otras regiones más relevantes. Lo que sea con tal de mantener en paz el polvorín del Cáucaso.

La necrosis pancreática terminal que sufre este dictador de 48 años bien podría precipitar la decisión. Nacido en 1976, el brutal Ramzán, el barbudo voluble adicto a las armas y los coches caros, afronta un otoño más acuciante que el de Vladimir Putin, que cumplirá 73 años en octubre y mantiene una buena salud o al menos un visible vigor físico. Kadirov, que cuenta con un ejército propio además de apropiarse de parte de los efectivos del grupo paramilitar Wagner, lleva años pensando cómo prolongar su poder o al menos preservar la protección que éste poder le confiere.

Ha repartido cargos públicos entre sus familiares, principalmente contando con sus hijos Ajmat y Adam Kadirov como sus principales herederos. Adam, de 17 años, es jefe del departamento de seguridad de la jefatura de la república, además de secretario del Consejo de Seguridad local. Para alcanzar la máxima responsabilidad en Chechenia, el vástago se enfrenta al mismo problema que tuvo Kadirov cuando, tras ser asesinado su padre, tuvo que pasar un tiempo en barbecho antes de ocupar formalmente su trono: la ley rusa que exige que los líderes regionales tengan al menos 30 años.

Otro candidato con fuertes vínculos con el Kremlin es Apti Alaudinov, que relanzó su carrera tras combatir en Ucrania. Magomed Daudov, que encabezó purgas anti-gay en la región, es otro favorito. Pero la marca Kadirov puede imponerse al poder y la experiencia. El sábado el caudillo checheno publicó con orgullo en Telegram las felicitaciones del presidente ruso por la lujosa boda de Adam. Nadie más tiene el abrazo de Putin.

Igual que en el putinismo, en el kadirovato la eventual muerte del líder es cada vez un nubarrón más presente. No sólo por su rostro hinchado y su dificultad para respirar. También está hostigado por los intentos de Ucrania de «traer la guerra a Rusia»: sus cameos en la invasión lo han puesto en la diana de los drones y misiles ucranianos. Por eso ha llegado a amenazar con usar prisioneros de guerra ucranianos como escudos humanos en caso de futuros ataques aéreos contra Chechenia.

Su fragilidad se ha hecho cada vez más evidente desde 2023. En mayo Kadirov pidió «ser relevado del cargo» como líder checheno entre rumores de destitución. Ya realizó comentarios similares en 2016, 2020 y 2022. Saahil Menon, periodista independiente residente en Dubái, cree que si bien los intentos previos de Kadirov por ceder la administración de Chechenia fueron en gran medida sólo gestos y «un medio para obtener concesiones de Putin», esta vez «parece genuinamente decidido a irse».

Sancionado por EEUU, el Reino Unido y la UE, una de las pocas jurisdicciones seguras para Kadirov tras su jubilación serían los Emiratos Árabes Unidos, donde existe una embajada chechena no oficial desde hace más de una década. Allí tiene guardada su fortuna y a ese lugar ha viajado al menos 14 veces solo entre 2021 y 2022.

Cuando empezó la invasión rusa, Kadirov arrimó el hombro enviando a más de 47.000 combatientes al frente en Ucrania, pero también empezó a trazar un plan de fuga por si las cosas se torcían. Emiratos ha sido el lugar escogido para ocultar el alcance de su enfermedad, pues en un régimen personalista y violento como el que lidera en Chechenia cualquier sombra de duda sobre sus capacidades físicas podría abrir grietas en el sistema. Kadirov, según Novaya Gazeta Europa, ha preferido tratarse en un emirato que tiene peor sanidad que Rusia antes que ponerse en manos de médicos moscovitas.

Brutal, rencoroso, tradicionalista y religioso de cara a la galería, Kadirov tiene buena relación con el presidente emiratí, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, al que llama «hermano mayor» pero es más bien un mecenas: 300 millones de dólares a startups chechenas a través del Fondo Zayed para el Emprendimiento y la Innovación consolidan esa relación, que permite a Abu Dabi tener un pie dentro de la Federación de Rusia.

Kadirov es denostado por parte de los servicios de seguridad rusos, pero ha sabido medir sus palabras y sus hechos para evitar acabar como el jefe de Wagner, Evgeni Prigozhin. Pero si un día su régimen se tambalea, es casi seguro que Moscú no acudirá en su ayuda como tampoco lo hizo por el tirano sirio Bashar Asad.

 Internacional // elmundo

Te puede interesar