El Gobierno se rearma políticamente para recuperar el pulso y la agenda

En teoría, era un día muy difícil para el Gobierno. El fiscal general fue enviado a juicio el martes y, el miércoles, estaba prevista una derrota muy importante con la reducción de la jornada laboral, además de una nueva declaración ante el juez Peinado de la esposa del presidente, Begoña Gómez, por un nuevo delito. Pero desde primera hora de la mañana, con el arranque oficial del curso parlamentario con la primera sesión de control, ya se vio que el Gobierno ha cambiado de estrategia para esta nueva temporada y ha decidido salir a la ofensiva. Ante la catarata de acusaciones del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, Sánchez decidió entrar al contrataque y presionar al PP por sus problemas con Vox, que le está robando cada vez más espacio y, sobre todo, por su posición ambigua sobre un asunto que el Ejecutivo ha decidido convertir en una cuestión básica de la política española: la masacre en Gaza.

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Feijóo, este miércoles durante la sesión de control al Gobierno  Con el balón de oxígeno de Von der Leyen, Sánchez presiona al PP con Gaza y Yolanda Díaz se lanza contra el bloque de la derecha, donde incluye a Junts  

En teoría, era un día muy difícil para el Gobierno. El fiscal general fue enviado a juicio el martes y, el miércoles, estaba prevista una derrota muy importante con la reducción de la jornada laboral, además de una nueva declaración ante el juez Peinado de la esposa del presidente, Begoña Gómez, por un nuevo delito. Pero desde primera hora de la mañana, con el arranque oficial del curso parlamentario con la primera sesión de control, ya se vio que el Gobierno ha cambiado de estrategia para esta nueva temporada y ha decidido salir a la ofensiva. Ante la catarata de acusaciones del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, Sánchez decidió entrar al contrataque y presionar al PP por sus problemas con Vox, que le está robando cada vez más espacio y, sobre todo, por su posición ambigua sobre un asunto que el Ejecutivo ha decidido convertir en una cuestión básica de la política española: la masacre en Gaza.

Sánchez ha llegado más lejos que ningún otro líder europeo y ha hablado abiertamente de genocidio. El PP tiene dudas con este asunto, y en este partido conviven posiciones como la de la presidenta de Extremadura, María Guardiola, que dice que el PP no puede “permanecer indiferente” ante “la barbarie y el horror que se está viviendo en Gaza”, y la de Isabel Díaz Ayuso, que plantea: “Tú dile a Israel que no, que con un paquete de flores vaya a negociar con Hamás”, o José Luis Martínez Almeida que insiste que en Gaza “no hay un genocidio”. Sánchez y el resto del Gobierno, en especial José Manuel Albares, ministro de Exteriores, se han lanzado a presionar a la derecha con la idea de que lo de Gaza es “un genocidio”.

Y poco después de que Sánchez apretara a Feijóo con esta idea, lo que generó una sensación extendida en el Congreso de que el presidente había salido bien parado de una primera sesión de control que se antojaba muy delicada, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, dio un espaldarazo indirecto a la posición de La Moncloa al proponer la suspensión del tratado comercial con Israel. Sánchez, según fuentes del Ejecutivo, había contactado con Von der Leyen antes de dar un salto en su posición contra Israel este lunes, para que estuviera informada. Von der Leyen es del partido de Feijóo en Europa, el PPE, y por tanto esto interpela también a los populares.

Un ministro señala algo que se comentó mucho este miércoles en los pasillos del Congreso. “Reforzar nuestra presión sobre Israel y hablar abiertamente de genocidio es una posición ganadora. La mayoría de la sociedad española, y en especial los jóvenes, no solo de izquierdas, está horrorizada con la masacre y quiere una reacción rotunda. La derecha y la ultraderecha están atrapadas en una defensa de Israel incomprensible”, asegura.

Feijóo, este miércoles durante la sesión de control al Gobierno

En el PP, por el contrario, siguen concentrados en la agenda judicial y la corrupción del PSOE, y algunos dirigentes consultados cree que Sánchez está intentando desviar el tiro con Gaza pero al final el desgaste de fondo seguirá.

Si el PP y Vox apuestan así por una ofensiva sin cuartel con los problemas judiciales de personas del entorno del Gobierno, como los dos ex secretarios de organización del PSOE, o con el caso del fiscal general y con los procesos contra familiares del presidente, el Gobierno ha reflexionado durante el verano y ha llegado a la conclusión de que la única manera de darle la vuelta a las encuestas, que muestran un crecimiento claro del bloque de derechas, es salir a la ofensiva pero sobre todo alrededor de su gestión política, de cuestiones de contenido en las que se pueden poner en problemas a los conservadores, como la masacre en Gaza, la reducción de la jornada laboral, y en el horizonte los propios Presupuestos. Aunque no salgan, el Gobierno está decidido a presentarlos y mostrar que son positivos para que tenga coste político tumbarlos, como ha hecho con la reducción de jornada.

Esta nueva estrategia se ha visto con claridad esta semana y especialmente este miércoles, en teoría el día más difícil para el Gobierno, que finalmente dejó un muy buen sabor de boca en la mayoría progresista. No solo Sánchez empujó en este sentido, que dejó esa sensación en el Congreso, al menos en las bancadas progresistas, de que la partida aún está por jugar y cada uno tiene sus bazas. También Yolanda Díaz profundizó en esta idea del rearme político del Ejecutivo. Este giro es lo que viene reclamando hace meses Sumar, centrarse en la agenda progresista incluso aún a riesgo de perder votaciones, como sucedió este miércoles con la reducción de jornada laboral, el proyecto estrella de Díaz.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene este miércoles durante el debate sobre la reducción de la jornada laboral.

La vicepresidenta, a la que dejaron bastante sola los ministros socialistas -solo estaba Félix Bolaños siguiendo el debate, mientras estaban todos los de Sumar- se lanzó a la yugular de Junts con un discurso claramente ideológico centrado en la lucha de clases, en las batallas históricas de los trabajadores -en especial la que en 1919, precisamente en Cataluña, con la huelga de La Canadiense, trajo a España las ocho horas al día, que ya se habían logrado en EEUU con otra huelga histórica iniciada el 1 de mayo de 1886, 43 años antes- y colocando a Junts en el bloque de los que defienden los intereses “del sector más reaccionario de la patronal española y de los empresarios que se están forrando”.

Nadie le había hablado así a Junts en toda la legislatura. El riesgo es evidente, que los indepedentistas decidan romper, pero eso no parece encima de la mesa, o al menos no lo trasladó así su portavoz, Miriam Nogueras. Sánchez ya le había reprochado antes al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que su grupo votara en contra de la reforma laboral en 2022. “Si fuera por ustedes, no habría existido una reforma laboral que ha permitido que lleguemos a 21 millones de trabajadores”, le espetó. El Ejecutivo parece por tanto dispuesto a dar todas las batallas, incluso dentro de su propia mayoría.

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, en los pasillos del Congreso este miércoles.

Díaz puso en su discurso un elemento decisivo del que se habla mucho en el seno del Gobierno y de la mayoría progresista: la idea de que la derecha y la ultraderecha están envalentonadas ante su posible llegada al poder en las próximas elecciones y el crecimiento de sus aliados en casi toda Europa. Y la necesidad de activar a la izquierda para contrarrestar ese estado de ánimo, que han percibido todos los ministros en sus vacaciones de verano. “Nos quieren deprimidos”, dijo Díaz mirando a todas las bancadas de la izquierda. “Pero nos van a encontrar luchando. Nos van a encontrar defendiendo la esperanza”, remató.

En Sumar están convencidos de que la votación está perdida en el Parlamento pero ganada en la calle, porque la medida tiene mucho apoyo social. Y ayer destacaban un elemento simbólico importante: pese a lograr una derrota importante del Ejecutivo, ni PP, ni Vox ni por supuesto Junts aplaudieron al final de la votación, algo muy extraño. “¿Por qué no aplaudís?“, les gritaban desde los escaños de Sumar. En las derrotas del Gobierno, la oposición suele aplaudir para exhibir músculo. Pero esta vez se quedaron en silencio. Felicitarse por tumbar una medida como la reducción de jornada podía ser delicado. Y decidieron no hacerlo. Ni siquiera Vox.

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez (i), y el secretario general de CCOO, Unai Sordo (d), asisten en la tribuna de invitados al debate sobre la reducción de la jornada laboral, este miércoles en el Congreso.

La vicepresidenta fue muy aplaudida en su bancada, pero también entre los socialistas, aunque el vacío en el lado de los bancos azules que corresponde a este sector del Gobierno era muy elocuente. Toda la negociación la ha llevado Díaz, sin intervención de ministros socialistas, y esa imagen final fue muy elocuente.

Parece cada vez más claro, y así lo admiten distintos miembros del Gobierno, que después de un mes de junio y julio muy angustiantes, en los que pareció que el Ejecutivo podía caer con el estallido del caso Cerdán, el verano ha servido para retomar fuerzas y el otoño va a venir con un espíritu diferente, mucho más combativo, en el que la ofensiva de la derecha, cada vez más fuerte, se enfrentará a una contraofensiva del Ejecutivo que ha tenido muchas dificultades en los últimos meses para imponer su agenda pero ahora va a intentar que se hable de sus medidas y sus reformas incluso aunque sean tumbadas en el Congreso, como ha pasado con la reducción de jornada y es probable que suceda con los Presupuestos. La idea es que se hable de contenido, aunque sea para perderlo, para salir del bucle de noticias judiciales que llevaron al Ejecutivo a sentirse acorralado en junio y siguen dominando la estrategia de la oposición, de la que quiere escapar el Gobierno.

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