En los últimos días se han producido protestas de grupos minoritarios, que exigen más protección y garantías de las nuevas autoridades Leer En los últimos días se han producido protestas de grupos minoritarios, que exigen más protección y garantías de las nuevas autoridades Leer
La milicia que derrocó hace tres semanas al régimen de Bashar Asad ha logrado en poco tiempo formar un nuevo Gobierno interino e iniciar lazos diplomáticos con autoridades extranjeras. Capitaneado por Ahmed al-Sharaa -conocido por su nombre de guerra, Abu Mohamed al-Jolani– la milicia Hayat Tahrir Al Sham ha establecido instituciones de seguridad, información y gestión básica para poner fin a los días de anarquía tras la caída de Asad. Sin embargo, el desmantelamiento del antiguo Gobierno tras 13 años de una guerra que disparó la violencia sectaria, ha provocado un vacío de seguridad con crecientes incidentes. En los últimos días, decenas de sirios han muerto en actos de venganza -según activistas y observadores- muchos de ellos pertenecientes a la minoría alauí, la rama chií del islam de la que era también miembro Asad y que durante la guerra gozó de ciertas concesiones.
El episodio más violento tuvo lugar esta semana con la muerte de 14 miembros de las fuerzas de seguridad del nuevo Gobierno. Los militantes sufrieron una emboscada durante una operación para detener a un ex oficial del régimen responsable de los crímenes de la prisión de Saydnaya, el complejo penitenciario donde se cometieron múltiples ejecuciones extrajudiciales, torturas y otros crímenes que se han desvelado tras la caída de Asad. Los enfrentamientos -en los que también murieron tres partidarios del antiguo régimen- tuvieron lugar en la ciudad costera de Tartus, donde reside gran parte de la comunidad alauí, que observa con cautela la transición de gobierno, temiendo ataques sectarios o ajustes de cuentas aprovechando el vacío de poder.
El Gobierno interino se apresuró a declarar que el ataque se trataba de una emboscada por parte de partidarios del antiguo régimen y no de ataques contra minorías, en un intento de calmar las preocupaciones ante los relatos de violencia contra grupos minoritarios que han aparecido en redes sociales en los últimos días. El vídeo de un ataque contra un santuario alauí aparecido en redes desató protestas de la comunidad alauí en Tartus, Latakia y ciudades del interior del país como Homs. En esta última ciudad «las fuerzas de seguridad abrieron fuego para dispersar» a los manifestantes, causando un muerto y cinco heridos, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que cuenta con una extensa red de fuentes en el país.
En la capital también estallaron protestas por parte de la comunidad cristiana, después de que individuos no identificados prendieron fuego a un árbol de Navidad expuesto en la ciudad de Suqaylabiyah, cerca de la ciudad de Hama.
En un intento de rebajar la violencia en las calles, el nuevo Gobierno interino ha abierto establecimientos en ciudades de todo el país para que soldados, policías y funcionarios de Asad registren sus antiguos cargos y transfieran las armas a los nuevos gobernantes. «Los que vienen aquí entregan las armas y los objetos de valor que pertenecen al Estado sirio y se les otorga un permiso temporal de tres meses», señaló a Reuters un funcionario de HTS en uno de los centros. Damasco quiere tener bajo control todas las armas del país e investigar a todos el personal del antiguo régimen para determinar si se les otorga amnistía o deberán pasar por un proceso judicial. Entre los nuevos registros consta un antiguo miembro de la cúpula militar, Talal Makhlouf, responsable de reprimir con violencia las protestas de 2011.
A la calma inquieta que se vive en el país entre los nuevos gobernantes, las instituciones del régimen desmanteladas y las minorías, el grupo terrorista Estado Islámico está aprovechando el vacío de poder para relanzar sus ataques. El grupo yihadista anunció su retorno durante la ofensiva rebelde contra Asad y llevó a cabo ataques contra trabajadores de plantas petrolíferas al este del país. Esta semana, dos personas murieron en ataques contra las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) -en su mayoría milicias kurdas- que tienen presencia en el noreste de Siria. «El Estado Islámico está tratando de aprovechar el caos que prevalece en territorio sirio para revivir y tener la fuerza para llevar a cabo actos terroristas», señalaron las FDS en un comunicado.
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