La Eurocámara insta a reducir la dependencia de combustible de los ejércitos, explotar el gas autóctono y evitar la inversión extranjera en redes eléctricas Leer La Eurocámara insta a reducir la dependencia de combustible de los ejércitos, explotar el gas autóctono y evitar la inversión extranjera en redes eléctricas Leer
En los inviernos 2006 y 2009, varios países europeos sufrieron los terribles efectos de la escasez de gas. Fueron episodios temporales, pero graves. Un jarro de agua fría que puso a la UE frente al espejo de su vulnerabilidad. El resultado fue la Estrategia de Seguridad Energética común. Vio la luz en 2014. A día de hoy, más de una década después, no se ha revisado. La guerra en Ucrania, la creciente tensión geopolítica y los cada vez más frecuentes ataques rusos a infraestructuras energéticas críticas; han hecho sonar las alarmas en el Parlamento Europeo.
Hace unas semanas, la Eurocámara aprobó, por 56 votos a favor y 16 en contra, una resolución para pedir de urgencia a la Comisión Europea una actualización integral del citado protocolo de seguridad. Los esfuerzos de los 27 por resolver su gigantesca dependencia exterior han mejorado su resistencia, pero el riesgo sigue ahí. Ahora, con nuevas amenazas y asaltos cada vez más sofisticados.
«El sector energético europeo se ha visto desbordado por ciberataques desde la invasión rusa de Ucrania, las infraestructuras energéticas críticas del mar Báltico son objeto de ataques periódicos por parte de Rusia y el creciente número de incidentes de acoso perimetral contra las infraestructuras energéticas marinas suscita graves preocupaciones», enumera el informe del Parlamento.
Europa vive un renacer militar. Por primera vez en 15 años, Alemania ha vuelto a introducir la mili. No es la única. Casi una decena de los 27 tienen activo algún tipo de servicio militar obligatorio. El Parlamento pone el foco en el acceso de los ejércitos al combustible. Propone una estrategia global que «reduzca la dependencia de cadenas de importación vulnerables y productores poco fiables». Y no sólo mira al petróleo, de hecho, insta a reforzar la producción de combustibles sintéticos avanzados. Verdes, o casi. Como los combustibles de aviación sostenibles, que la UE pueda cocinar por su cuenta.
Los problemas de escasez, pronostica la Eurocámara, «se trasladarán de las zonas periféricas de Europa en 2025 a las zonas centrales del continente para 2033». Pero más allá de señalar aquellos eslabones más débiles, recuerda que una brecha de seguridad en cualquier sistema nacional compromete a todos los demás. Y es que la «interdependencia» del mercado energético común hace que un fallo en la infraestructura de un país pueda llevar a un «efecto dominó» en toda la UE.
Y quizás sea esa conclusión más contundente del informe. Las políticas energéticas de los 27 no pueden ignorar los intereses comunes. Por ello, otro punto destacado es la energía nuclear, que puede desempeñar «un papel importante» en sistemas con una creciente penetración de renovables. Desde Estrasburgo respaldan la posibilidad de «racionalizar» la concesión de licencias para nuevas tecnologías nucleares, como los minirreactores por los que ya están apostando distintos gobiernos, tanto dentro como fuera de la UE.
También crece el temor a una pérdida de control sobre las infraestructuras energéticas, «un sector especialmente sensible que necesita protección contra intereses extranjeros«. Insta a los gobiernos y a Bruselas a abordar los riesgos de la entrada de inversores foráneos en estos activos a través de operaciones de compra «potencialmente controvertidas», en particular en redes. En este ámbito se enmarca, por ejemplo, la irrupción de China State Grid, accionista de referencia desde 2012 en REN, el gestor de la red eléctrica portuguesa.
El Parlamento eleva las renovables a máxima prioridad, y las sitúa como la mayor baza para la autonomía energética de la UE, que no puede dar ni un paso atrás en la implantación de tecnologías ya rentables, como la solar o la eólica. Pero, además, debe apoyar financieramente el despliegue de otras emergentes. «Sin políticas de apoyo específicas, algunas tecnologías innovadoras pueden no alcanzar la comercialización de manera oportuna». Esto inquieta, y mucho, a Estrasburgo.
La UE, en cualquier caso, debe explotar todo el espectro. La Eurocámara pide a la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el brazo energético de la OCDE, un estudio específico sobre la viabilidad de «utilizar los recursos de gas natural de la Unión», cuya producción autóctona disminuyó más de un tercio entre 2020 y 2023.
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