Tras el ataque contra Dnipro este jueves usando un misil balístico hipersónico, el presidente ruso deja claro que Moscú responderá a toda acción «imprudente» de Occidente Leer Tras el ataque contra Dnipro este jueves usando un misil balístico hipersónico, el presidente ruso deja claro que Moscú responderá a toda acción «imprudente» de Occidente Leer
Rusia trata de asustar a Europa, pero sin romper puentes ante el cambio de era en la Casa Blanca el próximo 20 de enero. El Kremlin asegura que el ataque el jueves contra Ucrania usando un misil balístico hipersónico recientemente desarrollado fue concebido como un mensaje a Occidente de que Moscú responderá a sus acciones «imprudentes». Participar «en ataques contra territorio ruso no puede quedar sin una reacción», ha afirmado este viernes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
No es el primer misil capaz de llevar armamento nuclear que Rusia usa en Ucrania. Pero esta vez era un cohete Oreshnik de mucho mayor alcance: vale para atacar Ucrania, pero puede llegar más allá. «Han sido delineados con bastante claridad los contornos de futuras acciones de represalia en caso de que no se tengan en cuenta nuestras preocupaciones», ha declarado Peskov. Precisamente en los contornos de Rusia, en Europa Central han recibido el mensaje. Los acontecimientos recientes muestran que existe un riesgo real de que estalle un conflicto global, ha avisado el primer ministro polaco, Donald Tusk.
«La guerra en el este está entrando en una fase decisiva, sentimos que lo desconocido se acerca«, ha sentenciado Tusk en una conferencia. El líder polaco ha agregado: «El conflicto está adquiriendo proporciones dramáticas. Las últimas horas han demostrado que la amenaza es seria y real cuando se trata de un conflicto global». Rusia ya lanzó un recado a Varsovia el jueves, señalando a una nueva base de defensa contra misiles balísticos de Estados Unidos en el norte de Polonia como un factor de tensión que conducirá a un aumento en el nivel de peligro nuclear.
Putin se ha abstenido, hasta ahora, de atacar a Occidente con su ejército. Pero el jueves el líder del Kremlin avisó: «Nos consideramos con derecho a utilizar nuestras armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permiten que su armamento se utilice contra nuestras instalaciones». El sistema de misiles balísticos Oreshnik, estrenado el jueves por Rusia para atacar Dnipro, puede alcanzar objetivos en cualquier lugar de Europa, ha afirmado Serguei Karakaev, comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia.
Una fuente rusa que habló con Reuters bajo condición de anonimato explicó que Putin había insinuado que quería evitar una escalada, aunque las probabilidades de que Rusia use armas nucleares siguen siendo bastante altas. El misil lanzado el jueves voló durante 15 minutos y alcanzó una velocidad máxima superior a Mach 11. Esto es 11 veces la velocidad del sonido: difícil de derribar por cualquier defensa aérea. El misil estaba equipado con seis ojivas, que no eran nucleares. Pero puede llevarlas en caso de escalada. El Kremlin recordó que Rusia no está obligada a advertir a Estados Unidos sobre el ataque, pero que de todos modos le informó 30 minutos antes del lanzamiento.
Rusia señala que el ataque con misiles hipersónicos a Ucrania es una advertencia a Occidente por su «imprudencia». La señal parece destinada sobre todo a Europa y no tanto a Estados Unidos, donde Rusia contempla a un gobierno saliente buscando crear una crisis grave que Trump deberá resolver cuando jure como presidente en enero. Putin necesita reaccionar para hacer valer sus líneas rojas, pero al mismo tiempo quiere conservar margen de maniobra para plantear sus demandas a Trump, al que en Moscú ven como una oportunidad.
La retórica nuclear de Putin apuntala la narrativa de Trump, que ha alertado sobre el riesgo de que Biden desate una Tercera Guerra Mundial. La escalada de tensión puede ayudar al republicano a imponer a una Europa asustada una salida dialogada, aunque sea a costa de consentir una mayor proyección del imperialismo ruso en el continente. Mientras, Rusia y Ucrania están arañando las mejores posiciones posibles de cara a una eventual negociación antes de que Trump asuma el cargo. Kiev necesita mantener la región rusa de Kursk parcialmente ocupada para esgrimirla como carta en la negociación. Moscú quiere usar esa baza para hacer colapsar las defensas de los ucranianos en el Donbás y acorralar a Volodimir Zelenski.
Un relevante consejero de Putin, el académico Serguei Karaganov, publicó un artículo en el que advertía de que Rusia corría el riesgo de «arrancar la derrota de las fauces de la victoria». Para imponerse a Occidente el Kremlin no debe relajarse: es hora, sostiene, de intensificar la amenaza de utilizar armas nucleares.
El ataque con el nuevo misil ha servido para animar a la bancada del sector duro del putinismo. «Están sentados allí, en Occidente, donde hay mucha calma. Así que dejémosles sentir en su propia piel lo que es una verdadera guerra», clamó el líder checheno, Ramzan Kadyrov. «¿Querían una verdadera guerra con Rusia? ¡Pues dejémosles que la experimenten hasta saciarse!». Pero, al mismo tiempo, queda patente que cada nueva reacción airada de Putin se produce porque las anteriores no resultaron suficientemente convincentes. Occidente ha arrastrado los pies en sus suministros de armas a Ucrania, pero el apoyo ha ido a más -no a menos- a pesar de las amenazas rusas.
En realidad, estas últimas amenazas son la constatación de que Putin fracasó en su propósito mantener a Estados Unidos lejos de la idea de conceder permiso a Ucrania de atacar Rusia con sus misiles. Pero, a la vez, suponen un intento, más serio que otras veces, de evitar que Occidente vaya más allá.
Los expertos sugieren que el actual arsenal de misiles occidentales que tiene Ucrania no es suficiente para cambiar el curso de la guerra. Pero Occidente puede proporcionar a Ucrania misiles más potentes y de mayor alcance en el futuro, que pongan en jaque el desempeño diario de la guerra (de conquista, castigo y desgaste) que ha lanzado Moscú contra los ucranianos. Por eso, Putin necesita tomar medidas ya.
Su invasión a gran escala de Ucrania empezó en 2022 en medio de arengas dirigidas a los militares ucranianos para que se rebelasen contra su Gobierno, al que calificó de «nazi». 1.002 días después de lanzar esa guerra, Putin utilizó el jueves un discurso televisado para presentar a Occidente como un agresor que no deja a Moscú otra opción que responder con nuevas armas dentro del país que lleva 33 meses bombardeando. «El conflicto regional en Ucrania provocado por Occidente ha asumido elementos de naturaleza global», culminó Putin, sabiendo que sus palabras pueden sacudir a los electorados de algunos países donde la guerra de Ucrania se está volviendo una causa cada vez menos popular.
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