El presidente de Serbia empieza a ganar el pulso de los manifestantes un año después, pero se hunde en la polarización

«Ya hay mucha gente cansada y el tiempo se va notando ya», cuenta Ivana Palibrk, residente en Madrid, y que apoya desde los primeros compases las movilizaciones en su país Leer «Ya hay mucha gente cansada y el tiempo se va notando ya», cuenta Ivana Palibrk, residente en Madrid, y que apoya desde los primeros compases las movilizaciones en su país Leer  

Continúan las protestas en Serbia contra el Gobierno de Aleksandar Vucic pero, un año después de la mecha que lo encendió todo, el hastío va haciendo mella. El próximo 1 de noviembre será el aniversario del desplome del voladizo en la estación de Novi Sad que mató a 16 personas y que encendió los ánimos de los estudiantes universitarios, que exigían «cambiar el sistema», como no se recordaba desde las manifestaciones de hace 25 años contra Slobodan Milosevic que supusieron el fin de su régimen.

Universidades en huelga, curso pasado en blanco, profesores sin sueldo, respaldo de los sectores de la sociedad más diversos, la mayor manifestación de la historia de Serbia y un periplo hasta Estrasburgo en bicicleta de más de 2.000 kilómetros para que su voz resonara muy fuerte por toda Europa… Porque Serbia es aspirante a la UE.

«Ya hay mucha gente cansada y el tiempo se va notando ya», cuenta Ivana Palibrk, residente en Madrid, y que apoya desde los primeros compases las movilizaciones en su país desde la capital española como integrante de la diáspora serbia. Esta profesora y traductora está en contacto constante con los estudiantes y, aunque cree que estos días volverá a subir la temperatura en las calles por lo señalado de la fecha, «todo ha caído notablemente porque la gente se harta de hacer lo mismo».

«La idea no era mantener el escenario de Grecia y que las protestas se normalizaran», explica y, aunque ve que después del empuje de los primeros meses, «se va chocando un poco con la realidad», se muestra convencida de que el fin del Gobierno actual va a llegar, «aunque no se sabe exactamente cuándo».

Después de las primeras peticiones de dimisiones -renunció el que fuera primer ministro, Milos Vucecic- y la reclamación de transparencia en la investigación sobre quiénes fueron los responsables del suceso ocurrido en Novi Sad, que los estudiantes atribuían a la corrupción endémica gubernamental, la convocatoria de elecciones anticipadas se ha convertido en los últimos meses en la reclamación principal de estas protestas, algo a lo que ni se han acercado. Las siguientes generales están previstas para 2027.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, en una cumbre UE-Balcanes Occidentales celebrada en Bruselas.
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, en una cumbre UE-Balcanes Occidentales celebrada en Bruselas.OLIVIER HOSLETEFE

«Vucic va a aguantar todo lo que pueda», señala la analista Mira Milosevich, experta del Real Instituto Elcano y natural de Belgrado, que cree que el presidente ha conseguido que haya fisuras internas, su propósito desde que estallaron las movilizaciones. Milosevich piensa que este movimiento «ha ganado el apoyo social más amplio», pero que le «falta una articulación política clara» para conseguir su propósito.

Su idea es presentar una lista a las próximas elecciones generales, cuyos integrantes aún se desconocen, pero sin contar con ningún partido de la oposición. «Es imposible movilizar a toda una sociedad en contra de un sistema si no lo articulas políticamente», sentencia esta experta.

Otro problema es la polarización que se está detectando. Como respuesta a las movilizaciones, surgió una corriente pro Vucic, que plantó incluso un campamento junto al Parlamento de Belgrado. Esta semana, un hombre de 70 años, que trabajó en las fuerzas de seguridad, fue detenido tras herir con disparo en la pierna a una de las personas que se encontraba allí, de 57 años, y prender una de las tiendas de campaña. Vucic dio una rueda de prensa en la que calificó el incidente de «ataque terrorista» y que a los opositores solo les quedaba el «ocio y la violencia».

«Sí que es verdad que está todo muy caliente y se pide a todo el mundo que se pronuncie, incluidos los deportistas», cuenta Ivana Palibrk. «No creo que esto esté bien, porque ahora es como o estás conmigo o estás contra mí», añade, y detecta los últimos meses un incremento de la violencia policial contra el movimiento: «Ya no se esconde como antes y no se procesa a quien se salta las normas», apunta.

Mientras tanto, los universitarios tratan de recuperar el tiempo perdido del curso pasado, cuyas materias retomaron en verano para intentar sacarlas adelante, y empiezan en noviembre con los nuevos temarios. Vuelta a la normalidad un año después del accidente.

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