El proyecto de ley de muerte asistida supera la primera meta del Parlamento británico

Los Comunes apoyan el proyecto, con una mayoría de 55 votos, tras cinco horas de emocional debate Leer Los Comunes apoyan el proyecto, con una mayoría de 55 votos, tras cinco horas de emocional debate Leer  

El proyecto de ley sobre la regulación de la muerte asistida en Inglaterra y Gales pasó el primer obstáculo legislativo en el Parlamento de Westminster, con el respaldo de 330 diputados frente a 275 en contra. La mayoría de 55 votos en favor de un limitado sistema de eutanasia de enfermos terminales en el umbral de la muerte fue más amplía de lo anticipado originalmente.

La votación no estaba sujeta a la habitual disciplina de partido y provocó divisiones en ambos lados de la Cámara de los Comunes y en las bancadas de las distintas formaciones.

El gobierno y la oposición mantuvieron una posición neutra durante las cinco horas de debate, con intervenciones emotivas y personales, que precedió a la histórica votación. Es la primera vez en casi diez años que los Comunes tenían la oportunidad de decidir sobre una medida legal que, en diferentes grados y variantes, ya está vigente en España, entre otros países y territorios nacionales. Tres tercios de la población apoyan el principio de la eutanasia, de acuerdo con resultados constantes de sondeos de opinión.

El proyecto de ley Enfermos Terminales Adultos (Final de la vida), según su título oficial, no es una iniciativa del Gobierno de Keir Starmer, sino la propuesta de la diputada laborista Kim Leadbeater. La medida ganó de inmediato «patrocinadores» en las filas de la oposición y este viernes obtuvo la luz verde para que su tramitación progrese a la siguiente etapa de Parlamento británico.

En la apertura del debate, Leadbeater hizo hincapié en el «robusto sistema» de eutanasia, con las «más duras salvaguardas del mundo», que ofrecerá «autonomía y dignidad al final de la vida». Abre la opción de «cómo morir» con dignidad y sin dolor a los estimados 600 individuos afectados por enfermedades terminales que se suicidan cada año, ya sea ingiriendo fármacos o tirándose a las vías del tren.

Dos médicos han de avalar un diagnóstico terminal, limitado a seis meses de esperanza de vida, y certificar el adecuado estado mental del paciente con prioridad a que la decisión sea revisada por un juez. La coerción externa se penalizará con penas de hasta 14 años en prisión.

El diputado Danny Kruger lideró la opinión en contra del proyecto que, según dijo en la Cámara, «facilita el suicidio asistido para todos». El político ‘tory’ repudió la «arbitrariedad» del límite de seis meses, que comparó con una «línea en la arena» que se exige a los facultativos, abogó por la mejora de los servicios paliativos y criticó el procedimiento legislativo adoptado para introducir el histórico cambio, que nació sin el apoyo del Ejecutivo.

No es la primera vez que una reforma de gran calada social parte de la iniciativa de un parlamentario británico. De hecho, tres hitos fundamentales como la abolición de la pena capital, la liberación del aborto y la despenalización de la homosexualidad entraron en el canon legal en la década de los años 60 empujados por proyectos de ley patrocinados por escaños individuales de los Comunes y los Lores.

El primer ministro Keir Starmer votó en favor de la limitada muerte asistida mientras los ministros de Sanidad y Justicia hicieron filas en el bando contrario. Entre los opuestos a la relajación Legislativa se contó con la nueva líder conservadora, Kenny Badenoch, la ‘madre de los Comunes’ y veterana laborista de izquierdas Diana Abbot y ex ministros de ambos partidos.

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