La reconstrucción del enclave podría tardar más de una década, según Naciones Unidas Leer La reconstrucción del enclave podría tardar más de una década, según Naciones Unidas Leer
En octubre de 2023, Israel lanzó una ofensiva militar en Gaza, con la promesa de erradicar a Hamas, el grupo palestino que llevó a cabo el peor ataque de la historia del país, con 1.195 muertos, entre ellos 736 civiles. Tras 21 meses de contienda militar, la Franja es hoy un territorio arrasado por los bombardeos, con más del 90% de la población civil desplazada, sin refugio y con una extrema escasez de alimentos, agua, suministros médicos y combustible.
«Caminamos por la delgada línea entre la capacidad operativa y el desastre total, todos los días», declaró desde el enclave Thanos Gargavanis, cirujano traumatólogo y oficial de emergencias de la Organización Mundial de la Salud. Apenas queda auxilio para los heridos en Gaza, con 19 de los hospitales del enclave fuera de servicio, mientras que los 17 restantes luchan por mantener su estructura, muy debilitada ante la falta de combustible para que funcionen las máquinas y poder atender a la población. Faltan camas, falta sangre y otro material sanitario; no hay ambulancias y se necesita más personal médico para trasladar a los heridos.
Los sanitarios de organizaciones extranjeras que trabajan en el enclave coinciden en sus relatos: de niños amputados sin anestesia por falta de medicamentos, de graves heridas de drones y de civiles que mueren en zonas de «difícil acceso», ya que el 80% del territorio se encuentra bajo órdenes de evacuación. «La reducción del espacio humanitario dificulta considerablemente cualquier actividad sanitaria, cada día más que el anterior», denuncia Gargavanis.
No hay un lugar seguro en Gaza donde las infraestructuras críticas como escuelas, hospitales, comercios o viviendas no hayan sido afectadas por los bombardeos. Miles de familias se refugian en escuelas abandonadas, que también han sido objetivo constante de los bombardeos, el último esta misma semana, con una decena de muertos. Cientos de miles viven ahora en campamentos de tiendas de campaña, en zonas superpobladas con acceso muy limitado a agua potable y saneamiento, según denuncian organizaciones humanitarias.
Así, este territorio de 41 kilómetros de largo y 10 de ancho se encuentra en gran parte inhabitable debido a la destrucción de los combates, pero también por las órdenes de evacuación israelíes. Según un estudio de Naciones Unidas, la guerra ha causado más de 40 millones de toneladas de escombros que podrían contener explosivos y bombas sin detonar. La reconstrucción del enclave podría tardar más de una década, según la organización.
Según el Ministerio de salud gazatí, al menos 55.000 palestinos han muerto en Gaza desde octubre de 2023. Investigaciones independientes apuntan que la cifra real podría ser más del doble, mientras que Israel descarta sistemáticamente las informaciones de las autoridades gazatíes, por su vínculo con Hamas. A día de hoy, desconocemos el alcance total de la destrucción del enclave y tampoco existe un plan para el día después de la guerra. Hamas no es inmune a la derrota militar, pero su caída se vuelve más difícil sin un plan de gobierno alternativo. Según informaron fuentes militares al diario The Times of Israel, el ejército aspira a tomar tres cuartas partes de la Franja en los próximos dos meses, destruyendo lo que queda de infraestructura de Hamas. Mientras, sigue en el aire la propuesta del presidente estadounidense, de tomar el control del enclave y convertirlo en la «Riviera de Oriente Próximo«.
El impacto de 21 meses de ofensiva militar perdurará durante generaciones y los niños soportarán la carga más pesada de este conflicto. Al menos 66 niños han muerto de inanición en Gaza, una cifra que puede convertirse en cientos de miles si no se pone fin al bloqueo a la entrada de alimentos y combustible impuesta por Israel desde el mes de marzo. Al trauma psicológico de la pérdida del hogar, familiares y al desplazamiento constante, se le une la interrupción de dos cursos educativos, «una generación perdida», según Naciones Unidas.
De las 564 escuelas que había en Gaza a principios de 2023, 534 han sido afectadas por los bombardeos, mientras que se desconoce el estado de las dos restantes, según un informe de Unicef publicado el pasado mes de octubre. Las escuelas del departamento de la ONU en territorios palestinos (UNRWA) se han convertido en refugio para miles de familias, pero muchos de estos edificios han sido bombardeados en repetidas ocasiones.
La atención humanitaria se centra ahora en poner fin a la iniciativa de Estados Unidos e Israel de monopolizar la entrega de alimentos con contratistas, bajo el mando de la llamada Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), un proyecto que reduce los 400 puntos de distribución de ayuda que operaban en el enclave a cuatro centros controlados por el ejército. Desde su implementación a finales de mayo, el ejército israelí ha abierto fuego contra los solicitantes de ayuda, causando la muerte de más de 600 personas y dejando otras 4.000 heridas.
«Esta no es una respuesta humanitaria. Durante 21 meses, más de dos millones de personas han sido sometidas a bombardeos incesantes, al uso de alimentos, agua y otro tipo de ayuda como armas, al desplazamiento forzado repetido y a una deshumanización sistemática. Todo ello bajo la mirada de la comunidad internacional», denunció Amnistía Internacional, en un comunicado firmado por decenas de organizaciones humanitarias.
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