El planeta está encadenando fenómenos extremos, como el episodio de lluvias torrenciales que ha asolado en las últimas horas partes de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, que llevan en muchos casos la firma del cambio climático. Son eventos como los huracanes y las lluvias torrenciales que se están volviendo más intensos y frecuentes debido a un calentamiento global que la quema continuada de combustibles fósiles sigue cebando. “La humanidad ha abierto las puertas al infierno”, advertía hace un año António Guterres, secretario general de la ONU, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York. Lo decía para enfatizar los efectos del cambio climático tras unos tremendos incendios en Norteamérica y otras potentes tormentas en el Mediterráneo, que estudios científicos vincularon con el calentamiento global.
El planeta vive una sucesión de fenómenos extremos, como el sufrido en las últimas horas en partes de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, que los informes científicos a menudo concluyen que están alimentados por el cambio climático
El planeta está encadenando fenómenos extremos, como el episodio de lluvias torrenciales que ha asolado en las últimas horas partes de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, que llevan en muchos casos la firma del cambio climático. Son eventos como los huracanes y las lluvias torrenciales que se están volviendo más intensos y frecuentes debido a un calentamiento global que la quema continuada de combustibles fósiles sigue cebando. “La humanidad ha abierto las puertas al infierno”, advertía hace un año António Guterres, secretario general de la ONU, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York. Lo decía para enfatizar los efectos del cambio climático tras unos tremendos incendios en Norteamérica y otras potentes tormentas en el Mediterráneo, que estudios científicos vincularon con el calentamiento global.
Pero no hace falta irse tan lejos como a hace un año para encontrar monstruos meteorológicos. El 26 de septiembre, hace poco más de un mes, el huracán Helene tocó tierra en Florida, llegando a la categoría 4, y se adentró hacia el continente con lluvias torrenciales en Georgia, el oeste de las Carolinas, el este de Tennessee y el sur de Virginia. Se llevó por delante 227 vidas, convirtiéndose en el segundo huracán más mortífero en Estados Unidos desde el Katrina en 2005. Menos de dos semanas después llegó Milton, que ascendió a la categoría 5, la máxima de la escala que los mide, y se convirtió en el segundo más intenso registrado en el Atlántico (el primero fue Rita en 2005). Una treintena de personas fallecieron y los daños se cuentan por decenas de miles de millones de dólares.
El calentamiento global no solo implica un aumento de las temperaturas medias, sino también eventos más numerosos y más duros. “El cambio climático causado por el hombre ya está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo”, señala la última gran revisión del conocimiento científico sobre el calentamiento realizado por el IPCC, el panel de expertos de la ONU. Los científicos tienen cada vez más clara la relación directa entre el calentamiento y el incremento de eventos “como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales”, se apunta en ese informe.
Existe una red de científicos repartidos por el planeta que, ante este tipo de episodios, realiza lo que se conoce como informes de atribución. El grupo se llama World Weather Attribution (WWA) y estudia, básicamente, qué probabilidad hay de que un fenómeno concreto se hubiera producido en un planeta que no fuera ya alrededor de 1,2 grados Celsius más cálido que en la era preindustrial, es decir, antes de que el ser humano empezara a quemar masivamente los combustibles fósiles que liberan los gases de efecto invernadero. El clima del planeta es variable y siempre han existido este tipo de eventos, como los huracanes o las danas como la vivida esta semana en España, pero lo que el calentamiento está haciendo es cebarlos.
“Sin duda, estos aguaceros explosivos se intensificaron con el cambio climático”, explica a EL PAÍS Friederike Otto, que lidera el WWA, sobre el episodio que está padeciendo España. Porque, explica, “con cada fracción de grado de calentamiento” causado por los combustibles fósiles, “la atmósfera puede retener más humedad, lo que provoca ráfagas de lluvia más intensas”. “Estas inundaciones mortales son un recordatorio más de lo peligroso que se ha vuelto el cambio climático con solo 1,3 grados de calentamiento”, añade Otto. En cualquier caso, todavía no existe un informe de atribución del episodio que está padeciendo España y que aún sigue vivo.
En el caso de Milton, los científicos del WWA concluyeron que el cambio climático aumentó las precipitaciones de este huracán en entre un 20% y un 30%; y los vientos fueron también un 10% más veloces por la misma causa. “Las tormentas de lluvia similares a la de Milton son hoy aproximadamente el doble de probables de lo que eran sin el calentamiento inducido por el hombre”, explicó el WWA hace unos días. Solo una semana antes, concluyeron algo similar en el caso de Helene.
Al aumentar la temperatura del mar, el cambio climático dota de más energía a estos fenómenos, como alertan desde hace años los científicos para el caso de los huracanes, y también de las tormentas en el Mediterráneo.
Solo dos semanas antes de que Helene tocara tierra, al otro lado del Atlántico, en Centroeuropa, se había vivido otro episodio extremo, de nuevo de récord. Durante cuatro días ―entre el 12 y el 15 de septiembre— la borrasca Boris golpeó Polonia, Chequia, Austria, Rumania, Hungría, Alemania y Eslovaquia. Dejó las lluvias más intensas registradas hasta ahora. Las precipitaciones torrenciales mataron a 24 personas y causaron miles de euros en daños. La Comisión Europea prometió 10.000 millones de euros de ayudas para los países que se han visto afectados. Otro informe del WWA publicado unos días después apuntaba de nuevo a la crisis climática como responsable de hacer más intensos (al menos un 7% más) y más probables (un 50% más) fenómenos de lluvias extremas como los que padecieron estos países.
Esta misma semana António Guterres ha vuelto a lanzar otra advertencia sobre el rumbo que está siguiendo la humanidad. Lo ha hecho tras el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre la evolución de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esos gases que emite la actividad humana están en niveles récord, no han parado de aumentar en las últimas décadas y se corre el riesgo de quedar atrapados en un “círculo vicioso” en el que el calentamiento se retroalimente.
“Existe una relación directa entre el aumento de las emisiones y los desastres climáticos cada vez más frecuentes e intensos”, advertía Guterres. “En todo el mundo, la gente está pagando un precio terrible. Las emisiones récord significan temperaturas récord del mar que sobrealimentan huracanes monstruosos; el calor récord está convirtiendo los bosques en un polvorín y las ciudades en saunas; las lluvias récord están resultando en inundaciones bíblicas”, añadió. “Estamos jugando con fuego”, sostuvo Guterres, que instó a los gobiernos a desenganchar a la economía mundial de su adicción a los combustibles fósiles.
“Cuando hablamos de cambio climático o de emergencia climática a menudo se percibe como un concepto abstracto y alejado de nuestra realidad diaria”, ha asegurado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace en España, este miércoles a través de un comunicado. “Por desgracia, el cambio climático es esto: la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos como el que ha ocurrido esta noche, con un nivel de destrucción cada vez mayor. Ignorarlo provoca muertes que no nos podemos permitir”, ha advertido.
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