Apple necesitaba reivindicarse, tras una época de incertidumbre y aparente estancamiento; y su salida ha sido volver a apostar por el diseño, con el iPhone Air como estandarte. En el último año, su primer gran intento de acercarse a la cabeza en la carrera tecnológica de la inteligencia artificial (IA) generativa ha terminado en un repentino frenazo apenas explicado. Ha sido también un año bajo la amenaza de una guerra mundial de aranceles que comprometería su cadena de fabricación de iPhones en Asia y que ha llevado a su consejero delegado Tim Cook a rendir pleitesía a Donald Trump, con el que había tenido encontronazos durante su primer mandato como presidente de EE UU. Pese a que la multinacional californiana sigue aumentando sus beneficios, las dudas se han instalado entre los inversores bursátiles —e incluso entre algunos de sus evangelistas tecnológicos más acérrimos de las últimas décadas— de una manera inédita desde que Cook sustituyó a Steve Jobs en 2011.
Por primera vez desde 2020, la compañía de la manzana lanza un nuevo tipo de teléfono, con un diseño ultrafino que nunca antes ha triunfado y que aún no ha demostrado ser una innovación con utilidad para los usuarios
Apple necesitaba reivindicarse, tras una época de incertidumbre y aparente estancamiento; y su salida ha sido volver a apostar por el diseño, con el iPhone Air como estandarte. En el último año, su primer gran intento de acercarse a la cabeza en la carrera tecnológica de la inteligencia artificial (IA) generativa ha terminado en un repentino frenazo apenas explicado. Ha sido también un año bajo la amenaza de una guerra mundial de aranceles que comprometería su cadena de fabricación de iPhones en Asia y que ha llevado a su consejero delegado Tim Cook a rendir pleitesía a Donald Trump, con el que había tenido encontronazos durante su primer mandato como presidente de EE UU. Pese a que la multinacional californiana sigue aumentando sus beneficios, las dudas se han instalado entre los inversores bursátiles —e incluso entre algunos de sus evangelistas tecnológicos más acérrimos de las últimas décadas— de una manera inédita desde que Cook sustituyó a Steve Jobs en 2011.
Ese nuevo rumbo de volver a reivindicar el diseño como su gran seña de identidad ha sido el hilo conductor de la presentación de los nuevos iPhone este martes. Y más allá de una declaración de intenciones, el hecho es que en junio Apple presentó el primer rediseño del software del Mac y del iPhone desde 2013; y en el apartado de hardware, tan solo tres meses después ha llegado el primer nuevo diseño de su smartphone después de cinco años de continuidad. Con el iPhone Air, la empresa de la manzana ya puede presumir de tener el móvil convencional más fino que está ahora a la venta.
Aunque los primeros analistas tecnológicos que han tocado el Air transmiten una cierta fascinación que los iPhone no habían generado en mucho tiempo, los datos dicen que ningún móvil ultrafino ha sido un éxito de ventas. Ni los que en 2014 batieron el récord de delgadez de los smartphones —que sigue teniendo el Vivo X5 Max, con 4,75 milímetros de grosor— ni tampoco el actual Samsung Galaxy S25 Edge —de 5,8 milímetros—. La anterior ola de esa tendencia tecnológica, hace una década, fracasó porque los móviles ultrafinos obligan a unos compromisos de diseño que limitaron, principalmente, la duración de sus baterías y la cantidad y prestaciones de sus cámaras fotográficas.
Según dejó claro este martes en la presentación del iPhone Air, Apple confía en dos bazas —la IA y sus chips propios— para suplir esas limitaciones físicas que impone el diseño ultrafino. Este nuevo terminal tiene tan solo una cámara trasera frente a las dos del modelo estándar, el iPhone 17: le falta el ultra gran angular y, por tanto, también le falta la capacidad de hacer fotografías macro y tomar imágenes y vídeos inmersivos para verlos con las gafas de realidad mixta Vision Pro. Su batería dura varias horas menos, según las pruebas internas de Apple, que en un intento de compensarlo ha resucitado su batería externa magnética (ahora solo vale para el Air).
Y para que esa diferencia no fuera aún mayor, ha tenido que recurrir a nuevas técnicas que emplean IA para el usar de manera más eficiente la batería. También ha optado por incluir en este modelo el procesador de gama alta —el A19 Pro, pero no exactamente el mismo que lleva el iPhone 17 Pro— y, además, a nuevos chips propios para encargarse de la conectividad inalámbrica a las antenas de telefonía e incluso a redes WiFi y a dispositivos Bluetooth.
¿Para qué sirve un móvil ultrafino?
Serán necesarios meses de pruebas para saber si estas mejoras son suficientes para que la batería del iPhone Air dure un día entero sin recargar; o si, en la práctica con millones de usuarios reales, la autonomía es decepcionante como sucedió con los iPhone 12 mini lanzados en 2020. Ese intento de recuperar los móviles pequeños le duró a Apple solo dos años. La otra desventaja del diseño ultrafino es la ausencia de una ranura para tarjeta SIM, que objetivamente será un problema para las ventas del Air en China: el gigante asiático es uno de los dos grandes mercados de Apple, y allí los principales operadores de telefonía no ofrecen tarjetas virtuales eSIM a sus abonados.
El giro hacia los móviles ultrafinos parece arriesgado, con esos teóricos inconvenientes y con los precedentes que hay de escaso éxito. Además, llama la atención que Apple no haya explicado qué nuevas utilidades o ventajas aporta ese formato. No lo ha hecho ni en el evento en el que ha presentado el modelo ni en la extensa información sobre el iPhone Air su web. Simplemente, alaba “un revolucionario diseño que se siente como tener el futuro en la mano”, presume de su elegancia y resistencia e incide mucho en su ligereza y en el “gran tamaño” de su pantalla —pese a que solo es 12 gramos más liviano que el iPhone 17 y la pantalla es solo 0,2 pulgadas mayor.
A favor de Apple juega su exitosa experiencia previa adelgazando primero el diseño de sus ordenadores portátiles y después de sus tabletas: tanto el MacBook Air como el iPad Air fueron modelos icónicos del diseño de Apple, se vendieron bien y llegaron para quedarse. Con ambos dispositivos, su departamento de márketing ya había jugado con la idea de la magia de lograr algo “imposiblemente delgado”.
La diferencia es que esos dos exitosos ejemplos ocupaban un lugar en la gama de portátiles y tabletas a medio camino en prestaciones y precio entre el modelo estándar y el Pro. Sin embargo, el Air tiene en general menos capacidades que el iPhone 17 —salvo un procesador y un módem 5G más rápidos y eficientes— y su precio es el mismo que tenía el modelo Pro hasta hace un par de días: 1.219 euros.
Innovación en modo ‘beta’
El Air ofrece menos, y por más dinero. En la estrategia de ventas de Apple, más que hacer de puente tiene un efecto de cuña que ha encarecido 100 euros el precio del iPhone 17 Pro; y puede interpretarse como un truco para maximizar los beneficios con la venta de iPhones sin aportar nada que los usuarios estén demandando. Las listas de deseos que elaboran las consultoras tecnológicas siempre reflejan como principales peticiones un precio más bajo y más duración de batería, mientras que tener un teléfono más delgado figura en último lugar.
En cualquier caso, triunfe o no, el Air será una primera prueba en el nuevo rumbo que se espera que Apple imprima a sus móviles: los mismos analistas que hace un año anticiparon que ahora llegaría el primer iPhone ultrafino, avisan de que en 2026 llegará el primero plegable. Mientras se mantiene o se diluye el efecto de fascinación que supone el diseño Air, lo que es seguro es que Apple ensayará con este modelo algunas de las tecnologías que necesita pulir para que sean realmente viables los iPhones plegables en un futuro cercano.
Eso sí, todavía está por ver que los móviles plegables acaben teniendo algún tipo de ventaja relevante para los usuarios. Como sucede con la IA generativa, las grandes tecnológicas han entrado en un modo ‘beta’ global en el que millones y millones de usuarios pagan cada vez más por experimentar con las últimas novedades, aunque no tengan un propósito claro. Y esa es la otra diferencia del iPhone Air con respecto al primer MacBook Air: al presentarlo en 2008, Steve Jobs sí dejó muy claras las ventajas de la innovación que suponía su primer portátil ultrafino, que dejaba en ridículo a los subportátiles de los fabricantes de PCs. Ahora, Tim Cook no lo ha hecho. A pesar de que al inicio de su discurso recurrió a una icónica cita de su predecesor que parecía exigírselo: “El diseño no es solo cómo se ve y cómo se siente. El diseño es cómo funciona.”
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