Ryan Murphy, uno de los nombres clave del género de terror de este siglo, se ha sumado a la tendencia de los últimos años: el true crime. Si bien es cierto que ya había empezado algo «diferente» con American Crime Story, en 2023 dio un paso más allá en las historias de crímenes reales y estrenó, con su actor fetiche (Evan Peters), Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer. Este año ha repetido y estrenado, con nuestro querido Javier Bardem, Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez.
En las últimas semanas se habla mucho, no solo de lo último de Murphy, sino también del caso y de la revisión del mismo a la vista de las nuevas pruebas, que podría llegar modificar la sentencia e incluso concederles la libertad.
El caso de los hermanos Menéndez fue uno de los más mediáticos y sacudió a la sociedad estadounidense a finales de los años ochenta. Dos hermanos, «niños ricos» de Beverly Hills (el famoso 90210), mataron a sus padres en el salón de su casa. Su caso fue juzgado dos veces: en el primer intento se declaró juicio nulo por no haber acuerdo entre los miembros del jurado. En la repetición, el juez no permitió a la defensa que expusiera las causas de los actos y, además, no había cabida para el homicidio: el juicio era por asesinato y la única posibilidad era que fueran culpables o inocentes del mismo. Evidentemente, demostrado que habían matado a sus padres, fueron declarados culpables. Aunque, eso sí, la condena fue de cadena perpetua, y no pena de muerte.
Durante el juicio uno de los elementos más importantes, si no el elemento clave, fue la intervención del terapeuta de los hermanos, Jerome Oziel, así como su amante, Judalon Smyth.
El Dr. Oziel tenía en su poder las cintas de las sesiones de terapia con los hermanos, después de haber cometido los asesinatos, donde ellos reconocían y explicaban cómo habían planeado, y ejecutado, matar a sus padres. Aunque la abogada de los Menéndez, Leslie Abramson, intentó que las cintas fueran excluidas del juicio, finalmente fueron aceptadas y fue cuando la defensora cambió su estrategia, que a partir de entonces consistió en desacreditar al psicólogo.
Dentro de esa estrategia, Abramson consiguió que en la sala del tribunal salieran a la luz, acerca de Oziel, temas delicados, como la suspensión de su licencia por aceptar trabajos como pagos, haber ejercido durante su suspensión de licencia, una denuncia por agresión, secuestro y violación por parte de Smyth o un presunto intento de chantaje a los hermanos por parte del propio doctor.
Las revelaciones acerca del psicólogo que salieron a la luz en el tribunal le pasaron factura:
La Junta Directiva de Psicología del Departamento de Asuntos del Consumidor acusó formalmente a Oziel de varios delitos, entre ellos compartir información confidencial sobre sus pacientes con Smyth, mantener una relación comercial y sexual con Smyth (que era su paciente), así como suministrarle drogas y agredirla físicamente o mantener conductas sexuales inadecuadas con otras dos pacientes.
Oziel, por su parte, negó la mayoría de acusaciones y presentó una contrademanda a Smyth, alegando que ella lo acosaba.
Como fuera, Jerome Oziel dejó de ejercer y renunció a su licencia. A finales de los años noventa, su abogado declaró a la CNN, después de las últimas acusaciones contra su cliente, que ya no ejercía la psicología y llevaba varios años sin hacerlo. «No merecía la pena el gasto y la repercusión en su vida», dijo.
Ninguno de los dos, ni Smyth ni Oziel, gozaban de particular credibilidad durante el juicio. Sin embargo, la turbia relación entre ambos le sirvió a Abramson como distracción del eje principal y, finalmente, consiguió su objetivo: desacreditó al psicólogo y alejó la atención del contenido de las cintas.
Tras el estrépito mediático, Oziel mantuvo durante mucho tiempo un perfil bajo.
En 2017, Bustle contactó con él acerca de unos seminarios que él, junto a su mujer, ofrecían «para mujeres solteras, viudas o divorciadas y seminarios para madres e hijas» brindando «amplios consejos prácticos sobre cómo tratar con los hombres en cientos de situaciones en las que las mujeres tienden a cometer grandes errores».
Oziel aseguró que tenían una satisfacción del 100% con sus seminarios y que se encontraba trabajando en «varios libros».
Sin embargo, la última información que se tiene sobre él es que trabaja como terapeuta de pareja en Marital Mediation, en Albuquerque, bajo el nombre de Jerry Oziel.
L. Jerome Oziel: ¿qué pasó con el terapeuta de los hermanos Menéndez después del juicio por los asesinatos?
Ryan Murphy, uno de los nombres clave del género de terror de este siglo, se ha sumado a la tendencia de los últimos años: el true crime. Si bien es cierto que ya había empezado algo «diferente» con American Crime Story, en 2023 dio un paso más allá en las historias de crímenes reales y estrenó, con su actor fetiche (Evan Peters), Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer. Este año ha repetido y estrenado, con nuestro querido Javier Bardem, Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez.
En las últimas semanas se habla mucho, no solo de lo último de Murphy, sino también del caso y de la revisión del mismo a la vista de las nuevas pruebas, que podría llegar modificar la sentencia e incluso concederles la libertad.
El caso de los hermanos Menéndez fue uno de los más mediáticos y sacudió a la sociedad estadounidense a finales de los años ochenta. Dos hermanos, «niños ricos» de Beverly Hills (el famoso 90210), mataron a sus padres en el salón de su casa. Su caso fue juzgado dos veces: en el primer intento se declaró juicio nulo por no haber acuerdo entre los miembros del jurado. En la repetición, el juez no permitió a la defensa que expusiera las causas de los actos y, además, no había cabida para el homicidio: el juicio era por asesinato y la única posibilidad era que fueran culpables o inocentes del mismo. Evidentemente, demostrado que habían matado a sus padres, fueron declarados culpables. Aunque, eso sí, la condena fue de cadena perpetua, y no pena de muerte.
Durante el juicio uno de los elementos más importantes, si no el elemento clave, fue la intervención del terapeuta de los hermanos, Jerome Oziel, así como su amante, Judalon Smyth.
El Dr. Oziel tenía en su poder las cintas de las sesiones de terapia con los hermanos, después de haber cometido los asesinatos, donde ellos reconocían y explicaban cómo habían planeado, y ejecutado, matar a sus padres. Aunque la abogada de los Menéndez, Leslie Abramson, intentó que las cintas fueran excluidas del juicio, finalmente fueron aceptadas y fue cuando la defensora cambió su estrategia, que a partir de entonces consistió en desacreditar al psicólogo.
Dentro de esa estrategia, Abramson consiguió que en la sala del tribunal salieran a la luz, acerca de Oziel, temas delicados, como la suspensión de su licencia por aceptar trabajos como pagos, haber ejercido durante su suspensión de licencia, una denuncia por agresión, secuestro y violación por parte de Smyth o un presunto intento de chantaje a los hermanos por parte del propio doctor.
Las revelaciones acerca del psicólogo que salieron a la luz en el tribunal le pasaron factura:
La Junta Directiva de Psicología del Departamento de Asuntos del Consumidor acusó formalmente a Oziel de varios delitos, entre ellos compartir información confidencial sobre sus pacientes con Smyth, mantener una relación comercial y sexual con Smyth (que era su paciente), así como suministrarle drogas y agredirla físicamente o mantener conductas sexuales inadecuadas con otras dos pacientes.
Oziel, por su parte, negó la mayoría de acusaciones y presentó una contrademanda a Smyth, alegando que ella lo acosaba.
Como fuera, Jerome Oziel dejó de ejercer y renunció a su licencia. A finales de los años noventa, su abogado declaró a la CNN, después de las últimas acusaciones contra su cliente, que ya no ejercía la psicología y llevaba varios años sin hacerlo. «No merecía la pena el gasto y la repercusión en su vida», dijo.
Ninguno de los dos, ni Smyth ni Oziel, gozaban de particular credibilidad durante el juicio. Sin embargo, la turbia relación entre ambos le sirvió a Abramson como distracción del eje principal y, finalmente, consiguió su objetivo: desacreditó al psicólogo y alejó la atención del contenido de las cintas.
Tras el estrépito mediático, Oziel mantuvo durante mucho tiempo un perfil bajo.
En 2017, Bustle contactó con él acerca de unos seminarios que él, junto a su mujer, ofrecían «para mujeres solteras, viudas o divorciadas y seminarios para madres e hijas» brindando «amplios consejos prácticos sobre cómo tratar con los hombres en cientos de situaciones en las que las mujeres tienden a cometer grandes errores».
Oziel aseguró que tenían una satisfacción del 100% con sus seminarios y que se encontraba trabajando en «varios libros».
Sin embargo, la última información que se tiene sobre él es que trabaja como terapeuta de pareja en Marital Mediation, en Albuquerque, bajo el nombre de Jerry Oziel.
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