Hollywood siempre vende que fabrica sueños. A Kim Novak, sin embargo, la sumió en una pesadilla. Le dio gloria, fama, adoración del público. Y, para la eternidad, el papel de protagonista en una de las películas más relevantes de la historia: Vértigo, de Alfred Hitchcock. Pero, a la vez, la industria del cine estaba empezando a privarla de lo más importante: de sí misma.
La intérprete recoge, con 92 años, el León de Oro de Honor del festival de Venecia y repasa en una entrevista su salida de la industria o su célebre trabajo en el ‘Vértigo’ de Hitchcock
Hollywood siempre vende que fabrica sueños. A Kim Novak, sin embargo, la sumió en una pesadilla. Le dio gloria, fama, adoración del público. Y, para la eternidad, el papel de protagonista en una de las películas más relevantes de la historia: Vértigo, de Alfred Hitchcock. Pero, a la vez, la industria del cine estaba empezando a privarla de lo más importante: de sí misma.
Empezó a notar que su identidad se mezclaba con los personajes, que pretendían transformarla en lo que no era. Así que se marchó, justo cuando estaba en la cresta de la ola. Se alejó de los focos, se retiró en su casa en Oregón, se volcó en la pintura y el cuidado de los animales selváticos. Ellos, al menos, la trataban por lo que era de verdad, como contaba ayer martes en su única entrevista con medios españoles en el festival de Venecia. Porque la actriz, casi 60 años después, ha vuelto. Para recoger el León de Oro de Honor. Para protagonizar el documental Kim Novak’s Vertigo, de Alexandre O. Philippe. Y para contar al fin su historia.
Tiene 92 años, una voz profunda y un habla pausada. No frena, sin embargo, ante ningún tema que se le plantee, aun a costa de mostrar su rechazo a que Sydney Sweeney la interprete en un próximo biopic. “Es bonito poder expresar ahora cómo me siento”, asegura. Intentaron impedírselo muchas veces. La primera, confiesa en el documental, fue su propia madre: quiso abortar, antes de que naciera, en 1933, como Marilyn Pauline Novak. Dice de su progenitora, en todo caso, que le dio confianza en sí misma. El padre, en cambio, le transmitió que no estaba orgulloso de ella. Su ídolo era su abuela. Y, más tarde, Greta Garbo, en la que se veía reflejada, frágil y tímida, a la vez que poderosa.

Modelo, estudiante de arte, entró en Hollywood con 21 años, por casualidad: acompañó a un casting a una amiga. Pero un cazatalentos se fijó en el magnetismo que desprendía aquella joven y Columbia Pictures la fichó. A partir de ahí Harry Cohn, dictatorial y acosador responsable del estudio, trató de amoldarla a su manera. No podía llamarse Marilyn, porque Monroe le haría sombra. Debía cambiar color de pelo, evitar los donuts, la llamaba “la gorda polaca”. Mientras, Novak resistía, y mostraba su brillo en Picnic, Sortilegio de amor, El hombre del brazo de oro o Jeanne Eagels, que considera lo contrario a ella, porque el personaje hacía lo que quería. Novak, en realidad, siguió el ejemplo: Hollywood intentaba cambiarla, ella apostó por sí misma. A lo largo de las décadas, también sobrevivió a tres incendios en su casa, una caída de caballo o un cáncer de mama. “Cuando dejé el cine me sentí culpable de que tal vez no hubiera cumplido mi destino. Pero tenía que pensar en mi supervivencia”, dice en el documental. Lo consiguió. Aquí está para explicarlo.
Pregunta. ¿Cómo se siente? ¿Qué significa para usted estar de vuelta a un gran festival, recoger un galardón?
Respuesta. Parece un sueño. No estoy siquiera segura de que sea real. Pero es genial porque estoy protagonizando mi propio sueño.
P. Al recoger el premio, hizo una llamada para que salvemos “nuestras democracias”. ¿De quién? ¿Por qué era importante para usted ese mensaje?
R. Significa mucho para mí. Tener de repente una plataforma donde puedo darle voz supone aportar mi granito de arena. Espero poder inspirar a más gente para que tenga cuidado, porque lo que está sucediendo es terrible. Es importante mirar a ello, porque así podemos enrabiarnos lo suficiente como para querer hacer algo. Entre todos, podemos conseguirlo, porque la mayoría de la gente también quiere conservar su democracia y libertad. Pienso en cuántas vidas se han perdido, cuántos soldados han ido a la guerra por la democracia… tenemos que ser valientes como ellos, estar dispuestos a dar lo que haga falta, porque es nuestra libertad.
P. Usted también tuvo que salvarse a sí misma. Dijo que abandonar Hollywood era cuestión de “supervivencia”.
R. Puedes notar cuando estás empezando a perder el contacto con las cosas en las que crees. Y me estaba sucediendo: “¿Este es un pensamiento mío o del personaje que acabo de interpretar?”. Tenía tantas voces en mi cabeza, porque ponía a toda mi misma, completamente, en el papel. Me convertía en esa persona y ella en mí. Y cada vez estás renunciando a una pequeña parte de ti misma, y cogiendo una pequeña parte de otra. No siempre me gustaban los personajes que encarnaba. Era esencial mantenerme a mí misma, y mi vida. Era el momento y lo sentía. Sucedieron muchas cosas. Las señales aparecen mucho antes de un desvío, y pude verlas.

P. ¿Qué señales?
R. Va a sonar como una locura, pero me dije: “El día que no pueda ponerme sola las pestañas falsas, me tendré que marchar”. Siempre me encargué de mi maquillaje, mi pelo, mis cosas. Esencialmente, significa que el día que ya no pueda cuidar de mí misma, debería irme hacia donde pueda encontrar la vida en la que encajo. También por eso, cuando dejé Hollywood, me volqué en los animales: son totalmente genuinos, especialmente los salvajes, que no te aman a priori, como gatos o perros. La única manera en que podía probarme que era auténtica y real era implicándome con cabras, mapaches u otros animales. Te acostumbras a la gente en Hollywood, todo va de cuánto dinero has hecho, cuántas películas, su recaudación. Así que de repente la aceptación de estos animales me demostraba que tenía mérito y valía la pena. Nunca es suficiente en Hollywood pensar que vales, porque tiene que ver estrictamente con tu última película.
P. ¿Qué aspectos le gustaban del cine?
R. La parte bonita fue trabajar con grandes directores que me permitieran meterme a mí misma, usar mi cuerpo, mente y cualquier otra cosa para hacer un buen filme. Tuve a muchos compañeros de reparto y cineastas increíbles, no me fui porque no me gustaba lo que hiciera, sino por otra razón. Es bonito poder expresar ahora cómo me siento de verdad. Aunque cuando trabajas con guiones no muy buenos no es muy satisfactorio. Siempre sentía que me habría gustado poner subtítulos: ‘Estas no son mis palabras. Las escribió un mal guionista, tengo que decirlas, pero no creo en ellas. Perdona por ofenderte’. Solo me sentía bien conmigo misma cuando hacía algo de valor y significado.
P. Ha hablado de grandes directores y actores. ¿Qué le viene a la cabeza si digo Vértigo?
R. Una gran experiencia. Solté lo que sentía en Hollywood, estaba expresando mi experiencia: te quieren a ti porque eres diferente, pero luego quieren convertirte en el molde de otra. Fue difícil aguantar eso, no dejar que me cambiaran totalmente. Fue una bendición porque, si les hubiera hecho caso, habría obtenido solo copias de otras, mientras que fui capaz de ofrecer algo original.

P. ¿Y si le digo James Stewart?
R. Fue uno de mis mejores amigos. Lo adoraba. Lo hizo todo más fácil, e Hitchcock también.
P. ¿Qué recuerdo tiene del director?
R. Me permitió la libertad de definir mi personaje. Lo que llevara, cómo, dónde debía colocarme estaba establecido, pero no me importaba. Te dejaba tener tu propio concepto, era el mejor en eso. Hubo un par más. Eran buenos directores porque tenía la suficiente confianza en lo que hacían como para no sentir que debieran cambiar tus ideas. Cada vez que trabajé con un mal director, no quería saber lo que yo pensaba, sino solo decirte lo que opinaban ellos.
P. Se está preparando una película, Scandalous!, de Colman Domingo, donde Sydney Sweeney la interpretará a usted. ¿Qué opina?
R. No me importa que la estén haciendo, pero han elegido a la peor persona para interpretarme.
P. ¿Por qué?
R. Es muy popular, y muy buena actriz. Pero es lo contrario a mí. Entiendo que le guste el reto. Pero es injusto hacia mí, porque se estará preparando para fingir ser yo, y eso nunca es tan bueno como la realidad. Hay actrices que serían apropiadas, porque en esto tienen la misma visión que yo. Tal vez hasta gane un premio por ello, pero no expresará quién soy.
P. ¿A quién hubiera elegido usted?
R. No sé me ocurren ahora nombres, pero cuando las ves lo sabes, porque sientes que tienen corazón. Ella, en cambio, es manipulativa. Estoy rezando que, por alguna razón, le salga otro proyecto. Si los dioses quieren, tal vez lo hagan por mí, porque no me gusta.
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