La derrota del ‘ejército trumpista’ de Corea del Sur (y los pastores evangelistas que pregonan el ‘Make Korea Great Again’)

Muchos partidarios del candidato conservador perdedor de las elecciones denuncian que el país se va a «convertir en una dictadura como Corea del Norte» gobernada «por el Partido Comunista Chino» Leer Muchos partidarios del candidato conservador perdedor de las elecciones denuncian que el país se va a «convertir en una dictadura como Corea del Norte» gobernada «por el Partido Comunista Chino» Leer  

En la indumentaria roja de cuerpo entero que viste el señor Kim destaca un chaleco con un pin de la bandera surcoreana junto a otro de la estadounidense. También una gorra con la frase en inglés «Stop the steal» («Detengan el robo»), que evoca a las consignas trumpistas durante el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 para intentar impedir que el Congreso de EEUU certificara la victoria electoral de Joe Biden. Al lado del señor Kim está otro Kim acompañado por su mujer, también de apellido Kim. Estos dos últimos llevan otra gorra roja con la frase «Make Korea Great Again«.

Los tres Kim se encuentran en Seúl, en un callejón bajo la sede del Partido del Poder Popular (PPP), la principal formación conservadora del país. Están en primera fila siguiendo efusivamente en una pantalla gigante el recuento de las elecciones presidenciales. Detrás de ellos hay un mar de sillas vacías. Es miércoles de madrugada y casi todos los seguidores y diputados que se habían congregado en el lugar ya se han ido a dormir. No hay nada que celebrar a pesar de la exaltación fingida y gritos de entusiasmo de los Kim cada vez que su partido gana en alguna circunscripción.

La escena opuesta se vive apenas a un par de calles de la sede del PPP, al final del parque Yeouido, donde miles de personas jalean al ganador de las elecciones, el progresista Lee Jae-myung, del Partido Democrático (PD). Hace seis meses, muchos de los mismos simpatizantes que celebran ahora la victoria de Lee se encontraban exactamente en el mismo lugar, muy próximo a la puerta de la Asamblea Nacional, para defender la democracia de Corea del Sur frente a la ley marcial decretada por el ex presidente Yoon Suk Yeol, quien ahora se enfrenta a una condena por insurrección.

Yoon soltó una retahíla de teorías de la conspiración (fuerzas antiestatales vinculadas con Corea del Norte y espías chinos que querían secuestrar la democracia surcoreana) para justificar su intento fallido de tomar el control total de un Legislativo dominado por la oposición. Pero hubo muchos surcoreanos que se creyeron todas esas teorías, al igual que los radicales que irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos aceptaron las afirmaciones de Donald Trump sobre fraude electoral.

Los tres solitarios Kim de la sede del PPP comentan que no les extraña que haya habido fraude en estas elecciones surcoreanas porque es imposible que la gente haya votado por los comunistas. «Ahora nos vamos a convertir en una dictadura como Corea del Norte pero gobernada por el Partido Comunista Chino, que es quien maneja a Lee como a su marioneta», suelta el Kim de la gorra Stop the steal, la cual se ha fabricado en China.

La extrema derecha surcoreana abrazó hace tiempo el manual y estética del movimiento MAGA del presidente estadounidense Trump. Durante los últimos meses de agitación política en el país asiático, esta ruidosa marea ultranacionalista ha salido a las calles para arropar al ex líder Yoon, destituido formalmente en abril por el Tribunal Constitucional, que dio validez al impeachment aprobado por el Parlamento. El día de su destitución, cuando Yoon abandonó la residencia presidencial, las cámaras captaron la imagen de sus partidarios poniéndole una gorra roja con el Make America Great Again.

«Si bien las banderas estadounidenses han sido un elemento fijo en los mítines conservadores surcoreanos por ser símbolos de la alianza de la Guerra Fría y la confianza en la protección militar estadounidense, la adopción de la imagen de MAGA es nueva y refleja la creencia de que, al igual que Trump, Yoon fue destituido por las élites progresistas con pretextos ilegítimos», explica Joseph Yi, politólogo de la Universidad Hanyang de Seúl. Para la extrema derecha surcoreana, señalan los expertos, las barras y estrellas simbolizan una fuerte alianza y la idolatría hacia EEUU como guardián de su democracia.

Casi todas las protestas a favor de Yoon tienen una cosa en común: están dirigidas por polémicos youtubers y pastores evangelistas que pregonan la idea de que hay que adoptar el estilo MAGA para «salvar a Corea del Sur» de las fuerzas comunistas. Este es el mensaje que utilizó el reverendo Jeon Kwang-hoon, de la Iglesia Sarang Jeil, para movilizar a sus seguidores. Proclamas similares han salido también de predicadores vinculados a la polémica Iglesia de Jesús Shincheonji, fundada hace casi cuatro décadas por el pastor surcoreano Lee Man-Hee, quien, vendiéndose como el (falso) profeta del Libro del Apocalipsis, asegura que su misión celestial consiste en llevar a 144.000 personas al cielo cuando llegue el día del juicio final.

Muy cerca de la sede del PPP se encuentra una de las iglesias más grandes del mundo, la del Evangelio Completo de Yoido, en la que más de 550.000 personas asisten a los servicios litúrgicos cada semana. El fundador de esta iglesia, Cho Yong-gi, fue una destacada figura en la explosión del cristianismo tras la guerra de Corea, religión que ahora abraza alrededor del 28% de la población. Aunque el legado de Cho, quien falleció en 2021, se vio manchado por varios escándalos de malversación de fondos.

«Muchos feligreses de Yoido son los que luego van a las protestas con las banderas estadounidenses y hasta disfrazados de Capitán América. De estas iglesias sale también mucho dinero para financiar al partido conservador, pero también a los liberales, porque hay muchos vínculos entre los partidos políticos y el protestantismo evangélico, que llegó en el siglo XIX con los misioneros estadounidenses», explica Lee Hyun, investigador del Centro de Estudios Religiosos de la Universidad de Seúl.

«Corea es un país que tiene una pasión muy grande y el mundo religioso está muy mezclado con el social. El protestantismo coreano es muy particular y hay iglesias con muchas ramas (alrededor de 55.000 organizaciones protestantes). Aquellos pastores que están muy unidos con los partidos conservadores son muy fundamentalistas y viven muy activamente su compromiso político», señala la religiosa española Ester Palma, quien lleva casi dos décadas como misionera en la ciudad surcoreana de Daejeon. «Durante la dictadura militar, la iglesia salió a la calle para defender los derechos humanos y ayudó a impulsar el movimiento democrático. Pero tras el golpe de Estado de diciembre, muchos protestantes apoyaron al presidente Yoon. En este país, la fe se vive en un ámbito muy público, para bien y para mal».

El miércoles, en su discurso inaugural como nuevo presidente, Lee Jae-myung prometió unir a una nación dividida, enfatizando que el cargo conlleva la responsabilidad de servir a todos los ciudadanos, sin importar a quién apoyaron en las urnas. «Es hora de construir puentes de convivencia, reconciliación y solidaridad que superen el odio y la confrontación que nos han dividido», dijo. No será tarea sencilla convencer a los radicales contagiados por el espíritu trumpista de que Corea del Sur no va terminar convertida en un régimen comunista.

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