La presión del presidente no ha servido para marcar la política monetaria estadounidense, que considera la situación «equilibrada» Leer La presión del presidente no ha servido para marcar la política monetaria estadounidense, que considera la situación «equilibrada» Leer
Apenas seis días después de que Donald Trump exigiera en Davos a los bancos centrales de todo el mundo que bajaran los tipos de interés, la Reserva Federal los ha mantenido. La decisión del banco central estadounidense no ha sorprendido, dado que la inflación estadounidense parece estancada en un nivel superior al objetivo del instituto emisor, la economía sigue creciendo a buen ritmo, no hay desempleo y, además, existe una creciente incertidumbre acerca del impacto en los precios de los aranceles con los que Trump sigue amenazando al resto del planeta Tierra.
La práctica totalidad de los observadores de la ‘Fed’ prevén una bajada de tipos mínima en 2025, a pesar de las presiones de Trump. El mercado de futuros está vaticinando un descenso del precio oficial del dinero, que actualmente está en el 4,48%, de apenas un cuarto de punto de aquí a diciembre, aunque esas previsiones van variando conforme suceden acontecimientos. Eso significa solo una bajada de los tipos. Hace apenas un mes, las previsiones apuntaban al doble.
Gran parte de ese razonamiento se basa en la incertidumbre acerca de la política arancelaria de Trump, que sigue siendo un misterio, pero que va a ser muy proteccionista. En su Gobierno hay una guerra entre el sector más cercano a Wall Street – encabezados por el secretario del Tesoro, Scott Bessent – que quiere ‘aguar’ las barreras arancelarias lo más posible, y los que quieren imponer aranceles contra todo el mundo, empezando por los principales socios comerciales de EEUU, Canadá y México, con los que, además, ese país tiene una tratado de libre comercio que en teoría le prohíbe llevar a cabo esa medida.
Y eso que el presidente estadounidense no ha ahorrado ataques al banco central. Durante la campaña electoral, Trump dijo que, si llegaba a la Casa Blanca, cesaría al presidente de la Reserva Federal, Jay Powell. Es algo notable dado que fue él quien lo puso en el cargo en 2018 en sustitución de Janet Yellen – que luego sería secretaria del Tesoro con Joe Biden – por la simple razón de que «quiero dejar mi huella» en la institución.
En su primera rueda de prensa tras las elecciones, Powell, sin embargo, respondió con un escueto – y brusCo en idioma inglés – «no» a la pregunta de si el presidente puede cesarle. De hecho, Powell respondió con un «no» cuando la prensa le hizo esa pregunta, lo que convirtió a este abogado de 71 años forjado en el sector del private equity en la única persona desde las elecciones del 5 de noviembre que se ha plantado ante Trump y ha sobrevivido políticamente a las amenazas de Trump. En diciembre, Trump dio marcha atrás y declaró que no tenía intención de reemplazar al presidente de la ‘Fed’.
Entretanto, la caída de la inflación está totalmente estancada. De ahí viene, también, el llamamiento de Trump en Davos a los países productores de petróleo para que aumenten la exportación de crudo y así permitan una bajada de los precios de los carburantes. El presidente estadounidense cuenta para ello con su excelente relación personal con el ‘hombre fuerte’ de Arabia Saudí, el príncipe heredero Mohamed Bin Salman, que es el país que domina el cartel de los exportadores de crudo, la OPEP. Pero Arabia Saudí necesita este año, para cuadrar sus cuentas públicas, un precio del barril de 85 dólares, un 15% del que alcanzaba hoy miércoles el principal crudo de referencia en el mundo, el ‘Brent’.
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