El líder populista, que aventaja tanto a los laboristas como a los ‘tories’, tira de ‘show business’ en su congreso de Birmingham Leer El líder populista, que aventaja tanto a los laboristas como a los ‘tories’, tira de ‘show business’ en su congreso de Birmingham Leer
Lucy Connolly fue recibida con una ovación al entrar en el escenario del Centro Nacional de Exposiciones (NEC, según sus siglas en inglés), en Birmingham, en el que Reform UK, que lidera todas las encuestas, ha cerrado su congreso anual. Connolly saltó a la fama hace un año cuando, después del asesinato de tres niñas de seis, siete y nueve años, colgó un tuit en el que decía: «Deportaciones en masa ahora, prender fuego a los putos hoteles [en los que el Estado británico acoge a los refugiados] (…) Si esto me hace una racista, pues vale».
El mensaje fue la quintaesencia de reacción en el mundo de las redes sociales. Connolly, cuyo marido era concejal por el Partido Conservador en el condado de Northamptonshire, reaccionaba a los rumores divulgados en las ciénagas de internet que afirmaban que el asesino era un inmigrante con estatus de refugiado. En realidad, el asesino, Axel Rudakubana, nació en Cardiff, con lo que es tan británico como Connolly. En cualquier caso, cuando ella borró el tuit, lo habían visto 310.000 personas. Fue acusada de incitación al odio racial y condenada 31 meses de cárcel, aunque desde el mes pasado está en libertad condicional.
La aparición de Connolly fue uno de los momentos estelares del Congreso, que tuvo el aire de espectáculo propio del populismo de Reforma, un partido que se ve encaminado a Downing Street. Las últimas encuestas le dan una intención de voto del 28%, frente al 20% del Partido Laborista, en el poder, y el 17% del Conservador, que, de continuar la dinámica, corre el peligro de dejar de ser uno de los dos grandes partidos del Reino Unido. Los tories llevan siendo el primer o segundo partido desde hace dos siglos y medio.
En Birmingham quedó claro que el conservadurismo de toda la vida está en una crisis muy seria frente al populismo de Reforma y, en especial, de su líder, Nigel Farage, que ha modelado un partido con prácticamente un solo punto en su agenda: la lucha contra la inmigración. Y eso no solo incluye la ilegal sino, también, la legal. Farage prometió el viernes, por ejemplo, que, si llega al poder revisará todas las solicitudes de asilo concedidas por los últimos Gobiernos laboristas y conservadores.
Esa medida implicaría que los intérpretes iraquíes y afganos que se jugaron su vida y las de sus familias trabajando con las fuerzas británicas que invadieron esos países, o las mujeres que han escapado huyendo de los talibán, podrían verse obligados a regresar donde no serán recibidos con los brazos abiertos.
Al margen de la inmigración, Reforma no tiene mucho más programa visible. Pero en su congreso ha sido capaz de suplir eso con una considerable dosis de show business, tal vez importado del equipo de Donald Trump, al que Farage es muy cercano, si bien Elon Musk le considera demasiado blando. El momento más espectacular del evento -propio más bien de una Convención de un partido de EEUU- fue cuando la alcaldesa de Greater Licolnsnhire, Anfrea Jenkyns, se arrancó en el escenario con una canción sobre el insomnio (titulada Insomne), de ciertas reminiscencia de ABBA, tras la cual preguntó a la audiencia. «Este horrible Gobierno laborista, ¿les quita a ustedes el sueño también?».
Jenkyns ha vuelto a subir este sábado al escenario para cerrar el evento, aunque en esta ocasión para cantar un más dignificado Dios salve a la reina. Menos espectacular, pero más significativa, fue la aparición de unos de los líderes del Brexit más duro, el (todavía) conservador Jacob Rees-Mogg, que perdió su escaño en la debacle tory de 2024 y que declaró que él no vota a Reforma «pero mi hijo sí».
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