Con motivo de la ansiada apertura a principios de mes del Gran Museo Egipcio, el mayor del mundo dedicado al antiguo Egipto, algunos de los asistentes que acudieron a la inauguración llegaron con regalos bajo el brazo para sus anfitriones. El ministro de Exteriores danés, Lars Rasmussen, aterrizó con una maqueta de LEGO, una empresa danesa, de la Gran Pirámide de Guiza. Y el primer ministro de los Países Bajos, Dick Schoof, aprovechó para anunciar la devolución de una antigua escultura egipcia que había sido robada y transportada a su país.
El mayor centro del mundo dedicado al antiguo Egipto alberga más de 100.000 piezas, pero algunos de los tesoros más icónicos extraídos del país de los faraones siguen en el extranjero
Con motivo de la ansiada apertura a principios de mes del Gran Museo Egipcio, el mayor del mundo dedicado al antiguo Egipto, algunos de los asistentes que acudieron a la inauguración llegaron con regalos bajo el brazo para sus anfitriones. El ministro de Exteriores danés, Lars Rasmussen, aterrizó con una maqueta de LEGO, una empresa danesa, de la Gran Pirámide de Guiza. Y el primer ministro de los Países Bajos, Dick Schoof, aprovechó para anunciar la devolución de una antigua escultura egipcia que había sido robada y transportada a su país.
La estatua en cuestión, que representa a un alto funcionario de la dinastía del faraón Tutmosis III y tiene unos 3.500 años de antigüedad, fue interceptada en 2022 en una feria en Maastricht tras una denuncia anónima sobre el origen ilegal del objeto, saqueado y exportado de Egipto, según la Inspección de Información y Patrimonio holandesa. Valorada en 190.000 euros, la escultura había sido puesta a la venta por un comerciante detenido en Barcelona en 2024.
El anuncio sobre su devolución se produjo en un momento en el que las llamadas a repatriar objetos del antiguo Egipto están recobrando fuerza a raíz de la inauguración del Gran Museo Egipcio. El recinto alberga más de 100.000 piezas, incluida la icónica máscara funeraria de oro de Tutankamón, dos colosales barcos funerarios de Keops y una imponente estatua de 80 toneladas de Ramsés II. Pero algunos de los objetos más ilustres del país de los faraones seguirán sin poderse exponer porque permanecen exhibidos en museos occidentales.
Por Egipto han pasado una larga lista de imperios y sus reliquias llevan siglos circulando por el mundo. Pero fue a raíz de la ocupación francesa al filo del siglo XIX y luego la del Reino Unido que surgió la llamada egiptomanía, un período de renovado interés por el antiguo Egipto, sobre todo en Europa, acompañado de grandes descubrimientos y una extracción sin precedentes de cientos de miles de objetos exhibidos hoy en muchos museos del Norte global.
“La gente está muy entusiasmada con su pasado y [las autoridades] no pueden seguirles el ritmo; la gente está más a la vanguardia que las instituciones”, afirma la arqueóloga Monica Hanna, una de las voces más activas de Egipto en reclamar la repatriación de objetos en el extranjero. “La gente lo está repitiendo una vez más: es hora de que Egipto inicie un discurso verdadero a favor de la repatriación”, añadió, “el discurso poscolonial tiene que acabar”.
De Londres a Boston
Uno de los objetos más reivindicados en Egipto es la piedra de Rosetta, un fragmento de una estela con un decreto emitido en tiempos del faraón Ptolomeo V inscrito en tres lenguajes —jeroglíficos, demótico y griego— que facilitó que en 1822 el francés Jean-François Champollion descifrara la escritura egipcia antigua. La pieza fue descubierta en 1799 durante la campaña militar de Napoleón en Egipto, entonces bajo ocupación otomana, y fue entregada a los británicos ante los que acabaron capitulando. Hoy se encuentra en el Museo Británico.
Otro distinguido objeto que no se podrá exponer en el Gran Museo Egipcio es el zodíaco de Dendera, un bajorrelieve con el mapa de estrellas mejor conservado del mundo antiguo. La pieza, que se cree que fue encargada en tiempos de Cleopatra, fue extraída de su templo con explosivos por la expedición francesa en Egipto y hoy se encuentra en el Louvre de París, cerca de la plaza de la Concordia donde se alza el segundo obelisco del tiempo de Luxor.
Una tercera pieza también emblemática fuera de Egipto es el busto de Nefertiti que se expone actualmente con especial solemnidad en una sala del museo Neues de Berlín. El objeto fue descubierto en 1912 por un arqueólogo alemán en Amarna, la que fuera capital de Egipto bajo el faraón Akenatón en el centro del país, y autoridades egipcias llevan más de un siglo de esfuerzos intermitentes para repatriarlo, pero hasta la fecha no han tenido éxito.
Otras piezas singulares de la época que seguirán por ahora lejos del país de los faraones incluyen el vestido de lino de Tarkhan, la prenda tejida de mujer más antigua del mundo, fabricada hace unos 5.000 años y exhibida en Londres. También el busto de Anjaf, en Boston, valioso por ser una representación realista muy inusual de un antiguo príncipe y visir.
Impulso renovado
Coincidiendo con la apertura del Gran Museo Egipcio, una campaña de recogida de firmas para reclamar la repatriación de la piedra de Rosetta, el zodíaco de Dendera y el busto de Nefertiti, inicialmente lanzada en los últimos años, ha vuelto a viralizarse en Egipto y hasta mediados de noviembre había logrado cerca de medio millón de signaturas conjuntamente.
“La petición no pretende ser una campaña oficial sino una iniciativa popular creada para que personas de todo el mundo muestren su apoyo a la devolución de estos objetos” asegura el cineasta y creador de contenidos Fadi Victor, impulsor de la campaña junto al renombrado egiptólogo Zahi Hawass. “Creemos que el apoyo público mundial puede desempeñar un papel importante para reforzar la legítima petición de Egipto de que se devuelvan”, confía.
Otra imaginativa propuesta que ha circulado en redes sociales y algunos medios egipcios en medio de estas renovadas llamadas a repatriar objetos al país propone dedicar una sala en el Gran Museo Egipcio a exhibir mediante hologramas tridimensionales las piezas más famosas que se encuentran actualmente en el exterior con información sobre su historia y su ubicación.
Victor nota que la inauguración del nuevo museo era “el momento perfecto” para reactivar estas iniciativas, ya que ha servido para “reavivar el entusiasmo del público y el orgullo nacional”. “Este logro monumental ha atraído todas las miradas hacia Egipto y ha hecho que los egipcios sean aún más conscientes y estén aún más orgullosos de su patrimonio”, recalca.
El cineasta también considera que la presentación del museo al mundo entierra el argumento racista de que los objetos egipcios están más seguros y mejor conservados en el extranjero. “El Gran Museo Egipcio es la respuesta perfecta: una declaración de que Egipto está abriendo un nuevo capítulo en la historia, capaz de preservar, proteger y exhibir sus tesoros en uno de los entornos museísticos más modernos y avanzados del planeta”, subraya.
Cultura en EL PAÍS
