La liberación de Auschwitz, 80 años después: sobrecogidos por lo que fuimos y por lo que somos

En una cita con Trump, Putin y Netanyahu fuera de la foto, los mandatarios europeos transmiten unidad con cara de vértigo Leer En una cita con Trump, Putin y Netanyahu fuera de la foto, los mandatarios europeos transmiten unidad con cara de vértigo Leer  

Los actos por el 80º aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz han servido como nuevo gesto de introspección colectivo y de reflexión a propósito del episodio más lacerante en la historia de la humanidad, tan pródiga en barbaries. Y han ofrecido también una nueva imagen de unidad europea, con sus principales representantes en la foto, tan necesaria en un tiempo de zozobra como éste en el que la Vieja Europa se ve zarandeada por vientos huracanados desde el exterior y por espíritus inoculados con virus extremistas que a modo de caballos de Troya tratan de dinamitar sus cimientos también desde el interior.

Pero cualquier efemérides conmemorada con una cumbre de mandatarios como la que ayer reunió a más de una treintena de dirigentes internacionales se convierte inevitablemente en un asunto diplomático en el que más que aprender unos y otros de las lecciones de la Historia pasada, como se suele repetir ceremoniosamente, todo se acaba reduciendo a una lectura geopolítica presentista. Así, tan importantes han sido en esta ocasión las presencias de líderes en suelo polaco como las ausencias. Tres sillas desocupadas en concreto: la del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump -la decisión final de no enviar como representante a su vicepresidente J. D. Vance es una de esas señales de mal agüero que no dejan de llegarnos desde hace una semana a este otro lado del charco-; la del eterno autócrata ruso, Vladimir Putin -en su caso sin invitación a los fastos, por más que aquel 27 de enero de 1945 el protagonismo fuera del Ejército Rojo-; y la del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Las autoridades de Varsovia trataron por todos los medios de animar a este último a participar en las conmemoraciones, garantizándole la máxima protección personal al asegurar que no se atendería la orden de detención contra el jefe de Gobierno del Estado judío cursada por la Corte Penal Internacional, en medio de la investigación en marcha con motivo de la guerra en Gaza, telón de fondo imposible de olvidar también en esta conmemoración de Auschwitz. El gesto en vano de Polonia hacia Netanyahu -signatario del Estatuto de Roma y miembro de los Veintisiete- representa una actitud asombrosa y lo dice todo de cómo interpretan algunos el Derecho.

La Historia y sus lecciones, ay… Hace un lustro, Netanyahu fue justamente el gran anfitrión de los líderes mundiales que acudieron a Jerusalén para conmemorar el 75º del Holocausto. Entonces Putin fue recibido con los máximos honores, si bien por los mismos días Varsovia le negó acomodo en las conmemoraciones que también tuvieron lugar en el espectral Auschwitz. La tensión entre Rusia y Polonia era ya máxima, aunque Europa aún contenía el aliento y se hacía trampas en el solitario creyendo que el Kremlin no haría algo como perpetrar una invasión a gran escala de Ucrania.

Los juicios de Núremberg, bueno es recordarlo siempre, marcaron las bases de una Justicia internacional que debía hacer de este mundo un lugar más habitable y germinar una sociedad de naciones que impidiera la impunidad de quien sólo por ser más fuerte se cree con derecho de imponer su ley. Entonces se sentaron las bases doctrinales que ahormarían la tipificación del crimen masivo que es el genocidio. Pues no sería el último el perpetrado por la Alemania nazi, y tanto que no.

Por más que se trate de mirar atrás, este tipo de conmemoraciones como la cumbre al máximo nivel de ayer, insistimos, son un gran reflejo de la geopolítica del presente. Y en ese sentido al menos reconforta que el grueso de los máximos mandatarios europeos sí se dieran cita ayer en Auschwitz para reivindicar de algún modo que el sueño comunitario que se empezó a alumbrar en los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial sigue vivo.

Muy destacada en Polonia ha sido la presencia de miembros de las Monarquías que hoy se mantienen en la Vieja Europa. Y no por casualidad. Desde los Reyes Felipe VI y Doña Letizia -que ya estuvieron en el 75º aniversario de Auschwitz, por más que ahora Sánchez en su totum revolutum pretendiera vincular esa presencia con su glorioso Año Franco plagado de eventos-, a un Carlos III del Reino Unido especialmente comprometido con la memoria del Holocausto y al que, con razón, le gusta sacar pecho del papel de la Mancomunidad de la que él hoy es cabeza en el fin de la desgarradora contienda universal.

Se suele olvidar que casi todas las Monarquías parlamentarias que subsisten en Europa, con altísimos índices de popularidad la mayoría, se afianzaron por su papel durante la guerra y su activismo ante el nazismo. Casos como los de los monarcas entonces reinantes en Noruega, Suecia, Reino Unido o Luxemburgo les valieron un reconocimiento entre sus conciudadanos del que aún hoy se benefician sus sucesores. Pero es que, además, entre todos los países que conforman la UE, las 10 Monarquías parlamentarias se sitúan en los primeros puestos de democracias plenas, y la institución representa tanto una garantía de defensa constitucional como en un pararrayos del populismo extremista que hoy, como en los años previos a 1945, corroían el continente.

Otros reyes europeos como Guillermo y Máxima de los Países Bajos, junto a Federico X de Dinamarca, o los herederos de los tronos noruego y sueco, compartieron un momento de esos en los que se sigue poniendo el inevitable nudo en la garganta con otros mandatarios europeos, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el jefe de Estado alemán, Frank-Walter Steinmeier, el canciller, Olaf Scholz, o el presidente ucraniano Zelenski. El recuerdo de lo que la Humanidad, y en concreto los europeos, fuimos capaces de hacer 80 años sobrecoge. Pero todos estos líderes tenían motivos para sobrecogerse por la que Europa hoy tiene encima.

 Internacional // elmundo

Te puede interesar