España, Italia o Alemania ejemplifican la resistencia de los países miembros a las grandes fusiones de entidades: la política nacional o incluso autonómica se enfrenta a la mayor integración que defiende Bruselas. Leer España, Italia o Alemania ejemplifican la resistencia de los países miembros a las grandes fusiones de entidades: la política nacional o incluso autonómica se enfrenta a la mayor integración que defiende Bruselas. Leer
La Unión Europea sostiene que es imprescindible avanzar en la Unión Bancaria. En «reforzar la seguridad y la solidez de los bancos para garantizar que puedan resistir las crisis financieras futuras»; en «reducir la fragmentación del mercado mediante la armonización de la normativa y la supervisión bancarias»; y también en la creación de grandes campeones bancarios. Pero la realidad es que desde los países miembros no hay precisamente una gran voluntad en que este proyecto que se creó ya en 2014 cristalice. Un ejemplo muy cercano en España está en la oposición del Gobierno a la Oferta Pública de Adquisición de BBVA sobre Banco Sabadell, en este caso por motivos puramente políticos y de supervivencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y a esta posición de los gobiernos hay que sumar el contexto proteccionista que cada vez es más evidente en Bruselas, y que impregna el discurso de los países.
«Sigue habiendo una visión muy nacionalista del sector bancario europeo. A la hora de la verdad, los países no quieren ceder una mal entendida soberanía», explica Judith Arnal, investigadora principal en el Real Instituto Elcano y miembro también del Center for European Policy Studies (CEPS).
Arnal pone como ejemplo el interés de Unicredit sobre Commerzbank, que es otro de los casos recientes en los que se está frenando un intento por crear una entidad más grande y, además, transnacional. «Hay una oposición conjunta de la clase alemana y su argumento era: «¿Quién va a tomar la decisión de otorgar créditos a las empresas alemanas? ¿Milán? ¡No!», explica.
La presión en esta operación no ha hecho más que aumentar en los últimos días después de que se conociese que Unicredit ha alcanzado ya el 26% del accionariado de la entidad alemana, siendo hoy el principal accionista del que es el segundo banco de Alemania, y que su intención es llegar al 29% el próximo año. Esta cifra se encuentra justo por debajo del umbral del 30% que le obligaría a lanzar una OPA. El Ejecutivo alemán mantiene que el movimiento es «hostil», pero Andrea Orcel, CEO de Unicredit y fallido fichaje de Ana Botín como consejero delegado (CEO) de Banco Santander, ha fijado su objetivo en Commerzbank y no cambiará fácilmente de opinión.
Y no lo hará, entre otras cosas, porque ya tuvo que cambiar su plan para hacer crecer en tamaño a Unicredit tras, precisamente, otra interferencia política. En este caso fue de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, que torpedeó la compra de BPM. Primero, haciendo uso de la acción de oro o golden power, que da al Ejecutivo italiano el poder de veto sobre operaciones. Después, cuando Orcel insistió, buscando nuevas exigencias que finalmente hicieron desistir al banquero italiano en su intento por unir a la primera y la tercera entidad del país.
Bruselas ya advirtió a Italia por estas injerencias, aunque no al nivel que ha hecho con España. El Gobierno de Pedro Sánchez, ya se ha apuntado, ha puesto grandes trabas a la OPA de BBVA a Sabadell, y se ha ganado la sonora reprimenda por parte de la UE. De hecho, han sido varias. Pero la última, y la que conlleva la apertura de un expediente sancionador, es la que se produjo el pasado 17 de julio. Entre otros motivos, por la decisión del Ejecutivo de elevar al Consejo de Ministros la decisión sobre la OPA, lo que en opinión de la UE vulnera la Ley de Defensa de la Competencia. En la Comisión añadieron además que no hay ninguna razón para vetar la fusión de las dos entidades durante tres años.
O, al menos, ninguna razón que no sea puramente política, se puede añadir. Porque, una vez más, todas las trabas del Ejecutivo español responden al deseo del independentismo catalán de mantener la ‘marca Sabadell’, de que la entidad siga siendo totalmente catalana. El mundo al revés, ya que en Bruselas se habla de la necesidad de tener grandes entidades transnacionales mientras que todo este proceso tiene una razón de ser autonómica. Ni siquiera nacional. Y a pesar ello, BBVA ha decidido seguir adelante con el proceso y en el nuevo folleto de la OPA se contempla, entre otras cosas, el nuevo perímetro del banco que preside Josep Oliu tras la venta de la filial británica TSB, así como ese veto del Gobierno a la fusión de ambas marcas durante tres años.
De vuelta a Bruselas, y preguntadas por todas estas situaciones e intromisiones, fuentes de la Comisión mantienen que la UE «sigue plenamente comprometida con completar la Unión Bancaria. Los dos primeros pilares, el de supervisión y el de resolución, ya han hecho que el sector bancario europeo sea mucho más resiliente». «Esto se evidenció durante la crisis del Covid y la agitación bancaria en Estados Unidos y Suiza en 2023, cuando los bancos de la Unión Europea resistieron gracias a las reformas implementadas», añaden.
«Una Unión Bancaria incompleta tiene un coste para todos: ciudadanos, empresas y la economía europea en su conjunto. Mercados bancarios integrados significan más estabilidad, una asignación de capital más eficiente y mayor competencia, lo cual resulta particularmente importante en tiempos de tensión económica. Como subraya la comisaria de Servicios Financieros y Unión de Ahorros e Inversiones, María Luís Albuquerque, el sistema financiero europeo debe seguir siendo competitivo a nivel global. Por eso nuestro Reglamento Único está plenamente alineado con las normas internacionales. Un terreno de juego equilibrado no es opcional: es vital para la estabilidad de la economía europea y para su posición en el sistema financiero mundial», inciden en la Comisión.
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