León XIV, el moderado que encaró a Fujimori y al vicepresidente de Trump

Desde el primer momento Robert Prevost ha demostrado que es un hombre dialogante pero con mano firme para gobernar la Iglesia Leer Desde el primer momento Robert Prevost ha demostrado que es un hombre dialogante pero con mano firme para gobernar la Iglesia Leer  

Cuando el Papa Francisco decidió nombrar obispo de Chiclayo al misionero Robert Prevost, el sólido entramado del Opus Dei en la ciudad norteña se frotó las manos. Estaban convencidos que le sumarían a sus filas. Se han equivocado tanto que incluso desde la rectoría de la Universidad Católica de Santo Toribio de Mogrovejo consiguió deshacer buena parte de su entramado de poder.

Desde el primer momento el nuevo Sumo Pontífice ha demostrado que es un hombre dialogante pero con mano firme para gobernar la Iglesia desde el centro político, desde la moderación, según han confirmado a EL MUNDO distintas fuentes políticas.

Por eso no dudó en encarar al propio dictador Alberto Fujimori cuando le fue concedido el primer indulto en 2017. Después llegó el de 2023, cuando por fin consiguió abandonar la cárcel para presidentes de Barbadillo gracias al polémico perdón aplicado por la actual presidenta, Dina Boluarte, que pese a proceder de la izquierda radical ha necesitado al fujimorismo para mantenerse en el poder. «Fujimori pidió perdón de una forma genérica, reconociendo en términos generales, lo que ha ofendido a muchos. De su parte sería más eficaz pedir perdón expresamente (a cada una de sus víctimas), por algunas de las grandes injusticias cometidas, por las que fue juzgado y sentenciado», aseguró el prelado.

La misma firmeza marcó sus palabras tras la represión contra las protestas surgidas después del golpe de Estado de Pedro Castillo, natural de Cajamarca, colindante con Chiclayo. De hecho Prevost retrasó su marcha a Roma «para apoyar al pueblo, con reconciliación y paz. Hay sectores de la población que se sienten humillados y olvidados y tienen reclamos legítimos».

El Santo Padre apostó siempre por la democracia y fustigó las tantas corruptelas que acompañan a los políticos peruanos. Si algo se quejaban las clases populares en sus recorridos era por la corrupción y por la violencia desenfrenada. «Hay personas que tienen intereses en entrar en la vida política por ganancia personal y no por servicio. En los debates políticos parece más importante el poder y dominar, más que el bien común», advirtió.

«Es un hombre que está en el medio. Va a seguir algunos protocolos de la Iglesia, conservador con las tradiciones, pero consciente de que la Iglesia debe estar cerca de la gente, como él ha estado en Chiclayo. Es matemático e inteligente, sabrá estar en medio pero su corazón va a estar más vinculado con reformas sociales. A él le preocupa la gente humilde», subrayó para EL MUNDO la analista política Maite Vizcarra, quien desarrolló proyectos conjuntos en el norte de Perú con el ahora papa.

Las clases populares y los emigrantes, otra de sus obsesiones. «JD Vance está equivocado: Jesús no nos pide que clasifiquemos nuestro amor por los demás», respondió Prevost al vicepresidente de Donald Trump, a quien también recordó lo que dice el Evangelio sobre la inmigración. «No hay nada remotamente cristiano, estadounidense o moralmente defendible en una política que aleja a los niños de sus padres y los almacena en jaulas», disparó.

En las Antípodas americanas, León XIV también ha apoyado de forma firme a la Iglesia Católica perseguida en Nicaragua, mostrando cercanía con el arzobispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez. Opositores católicos venezolanos también aseguran haber recibido su abrazo fraternal.

«Es centrista y amigo de Francisco, pero es difícil no interpretar su elección como un repudio a Trump», resumió para este periódico el politólogo John Polga-Hecimovich. De hecho, Steve Bannon, el antiguo asesor ultra del presidente estadounidense, ha acusado a los cardenales de elegir al nuevo jefe de la Iglesia por ser anti-Trump.

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