Marco Rubio debuta en Panamá en un ambiente de tensión

El país centroamericano defiende su soberanía sobre el Canal ante la llegada del secretario de Estado de EEUU Leer El país centroamericano defiende su soberanía sobre el Canal ante la llegada del secretario de Estado de EEUU Leer  

Panamá se ha vestido de patria, como dicen sus ciudadanos, para recibir al secretario de Estado, Marco Rubio, en su primera gira internacional. La siembra de banderas ha precedido a varias protestas de grupúsculos sociales, como sindicatos y estudiantes, que animaron las horas previas, con cortes de tráfico, algún golpe gratuito y mucha incertidumbre ante el ímpetu demostrado por Donald Trump y su agenda expansionista.

«Estamos enfrentando al imperialismo de Estados Unidos«, recordó el dirigente sindical Saúl Méndez. Más allá de estas demostraciones simbólicas, la unanimidad es casi total en el país centroamericano: el Canal es panameño y su soberanía, innegociable. Así se lo trasladará este domingo el presidente José Raúl Mulino, proestadounidense hasta la médula, al ex senador cubanoamericano en su misión quimérica, en la que Washington no descarta, aunque parezca una locura, el uso de la fuerza militar. Panamá ni siquiera cuenta con fuerzas armadas tradicionales, eliminadas tras la invasión de tropas estadounidenses en 1989, el año de los cambios. La operación ordenada por George Bush padre derrocó al narcodictador Manuel Noriega.

«Tristemente por años nuestro hemisferio ha sido ignorado. A veces, muchos de nuestros aliados regionales sintieron que les iba mejor siendo nuestros enemigos que nuestro aliado. Ese ya no es el caso. El liderazgo de nuestro país está de regreso», adelantó Rubio antes de subirse al avión. Lejos de elegir Asia o Europa como prioridad, como hicieron la mayoría de sus predecesores, el cubanoamericano concentrará una gran parte de sus energías en América Latina. Panamá será la primera parada de una gira por cinco países que incluye El Salvador, Guatemala, Costa Rica y República Dominicana.

Todo ello en un momento de tensión creciente, en medio de las amenazas de guerra arancelaria con México y Canadá. La misión es «hacer grande de nuevo a América [EEUU]» al precio que sea y, al parecer, sin anestesia. Y con una sorpresa: el enviado especial Richard Grenell se le adelantó un día para sellar en Caracas el primer gran acuerdo con las dictaduras del continente.

Algo que pareciera ir en dirección contraria a las promesas del propio Rubio, quien sí ha fulminado desde su Secretaría de Estado el deshielo con Cuba forzado por Joe Biden días antes de abandonar la Casa Blanca. Con la reinstauración de la Lista Restringida de Cuba, Washington prohíbe las transacciones con las compañías pertenecientes al conglomerado militar de GAESA, motor económico de la isla y también de su aparato represivo.

Lo de Panamá se antoja especialmente espinoso por lo extraordinario de las ambiciones de Trump, empeñado erróneamente en que el Canal ha caído en manos chinas. Rubio, no obstante, parece decidido a cumplir con la agenda de su jefe, por irrealizable que pueda parecer. El maltrato dialéctico dispensado al gran aliado es analizado al milímetro por el resto de países de la región.

Trump ha insistido en que no va permitir la injerencia china en el canal panameño, un asunto al que Rubio se refirió en su artículo en The Wall Street Journal. «Mientras tanto, el Partido Comunista Chino utiliza su influencia diplomática y económica -como en el Canal de Panamá- para oponerse a Estados Unidos y convertir a naciones soberanas en estados vasallos», subrayó. «Si China quisiera obstruir el tráfico en el Canal de Panamá, podría hacerlo», concluyó.

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