Los expertos recomiendan ser conscientes de la situación financiera, fijarse objetivos financieros a corto y evitar influenciarse por modas o recomendaciones en redes sociales Leer Los expertos recomiendan ser conscientes de la situación financiera, fijarse objetivos financieros a corto y evitar influenciarse por modas o recomendaciones en redes sociales Leer
Miedo, ansiedad, presión. Muchas veces no es la cabeza la que manda en las decisiones financieras, sino estas emociones. Y en un mundo en el que constantemente se deben tomar y se debe pensar en el dinero, el control emocional se vuelve clave para controlar las finanzas.
«Cuando estoy triste, me compro cualquier cosa para sentirme mejor», cuenta una joven en redes sociales. Una confesión que no es de un caso aislado, sino que refleja la realidad de muchos. De igual forma, ya no son pocos los comentarios de personas que compran algo o invierten en ciertos productos por FOMO (fear of missing out), o miedo a quedarse fuera. Ocho de cada 10 inversores españoles ha experimentado FOMO financiero, según la plataforma de inversión Degiro.
«La emoción que más predomina, a nivel general, es el miedo», explica Alex Caballero, planificador financiero de Finanfox. «Ese miedo a perder hace que muchas veces no hagamos nada y pensemos que sin hacer nada estamos mejor que haciendo algo». Sin embargo, recalca que el no hacer nada también es tomar una decisión, que a largp plazo puede hacer que el dinero pierda poder adquisitivo por el «enemigo invisible que es la inflación».
Este miedo se intensifica en un contexto donde las redes sociales juegan un papel importante. Los influencers se han convertido en referentes para muchos, especialmente para los jóvenes que tienden a comprar o invertir dinero en marcas y productos recomendados. «Las nuevas generaciones se fían más de referentes en redes sociales que de una entidad o un profesional», explica Caballero. De hecho, el 63% de jóvenes inversores de 21 a 30 años reconocen haber tomado decisiones basadas en contenido generado por influencers. Y, aunque estos referentes «pueden ser buenos en su ámbito, no tiene por qué ser una buena recomendación».
En este sentido, influye mucho la confianza. Sin embargo, muchos productos en redes sociales se mueven por patrocinios o campañas publicitarias y muestran solamente «la parte bonita» de un producto y no un análisis realista del impacto que podría tener en las finanzas de quien lo adquiera.
A partir de esto, también nace el FOMO. «Muchas veces pasa que veo que a un amigo le ha ido bien y quiero aprovechar ese momento también», señala Caballero. Pero las modas suelen ser malas consejeras porque son periodos cortos y cambian rápido. «Si me dejo influir, lo que puede pasar es que entre en la cresta de la ola y lo que queda solamente es bajar», apunta el experto. Este fenómeno se observa mucho en el mundo de las inversiones, especialmente de las que son de renta variable, como las criptomonedas, «donde puedes pensar que vas a llegar to the moon y acabas escarbando debajo de tierra».
Así, todas las decisiones financieras que se tomen por la influencia de una emoción suelen ser impulsivas. Pero, el experto apunta que hay que ser «conscientes de cuál es la situación financiera» de cada persona antes de gastar o invertir grandes cantidades. Además, lo primero es «pensar en objetivos, no en productos». Es decir, no dejarse llevar por el «brillo» que le dan a un producto los comentarios en redes sociales y evaluar el propósito que se busca. Por ejemplo, «una cuente corriente te puede servir muy bien para hacer tus pagos y cobrar tus nóminas, pero no suele ser buena idea para invertir de cara a la jubilación», explica el asesor de Finanfox.
Para fijar los objetivos, es necesario «ser consciente de la situación financiera, como ingresos, gastos y capacidad de ahorro», además tener un colchón de seguridad para imprevistos y apartar un dinero para invertir, «recomendado al menos un 10% de los ingresos».
Con esto, se puede optar por más productos para llegar a un objetivo. «Si se puede diversificar, la emoción inicial del miedo a perder va a diluir un poco», apunta Caballero. Pero, todo esto concentrándose en los objetivos, que suelen ser vitales, como la jubilación o la compra de una casa.
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