Mutilados, estresados y abandonados: los perros de la guerra buscan familia de adopción

Organizaciones de voluntarios como Patron Pet Center rescatan a animales que quedaron aislados en el frente para buscarles familia Leer Organizaciones de voluntarios como Patron Pet Center rescatan a animales que quedaron aislados en el frente para buscarles familia Leer  

Cuando abren su cubículo, la perrita Sara mueve frenéticamente su rabo, haciéndolo chocar contra las paredes de madera. «Esta es la perra más cariñosa que tenemos. Todos los voluntarios están enamorados de ella», dice Natalia, la directora del centro. Sara se nos acerca y, con las patas seccionadas, nos pide que la acariciemos. Así lo hacemos durante un rato. «Ella necesita más cuidados que ningún otro perro por su mutilación. Hay que subirla en un carrito con ruedas para sacarla y que ella misma se mueva con sus patas de atrás», comenta Natalia.

A la perrita Sara, sin raza definida y sin dueño conocido (posiblemente muriera), se la encontraron en una casa bombardeada por los rusos al sur de la ciudad de Vovchansk, en Ucrania, completamente destruida por los invasores, cuya población actual es cero. La perra había pisado una mina de las llamadas pétalos, un tipo de explosivo que se camufla como si fuera una hoja de un árbol. Cuando la descubrieron los rescatadores de Patron Pet Center, sus dos patas delanteras estaban seccionadas y habían comenzado a cicatrizar, aunque ella sólo podía arrastrarse empujando su cuerpo.

Ahora, esta perra busca una familia que se haga cargo de ella y la organización, que posee ahora 120 canes y 180 gatos, está cada vez más volcada con la adopción internacional. «Un 60% de todos nuestros animales acaban con familias extranjeras. Para ello, hacemos toda la burocracia previa, vacunamos al animal y lo esterilizamos. Si hay alguien interesado en algún perro o en algún gato, facilitamos que lo recoja en algún punto pactado de antemano sin que tengan que llegar hasta Kiev», cuenta la directora.

Dos veces al día, decenas de voluntarios y trabajadores del centro sacan y pasean a los perros por un parque de atracciones de aspecto soviético mientras otros limpian el interior de los habitáculos y reparten la comida, subvencionada, igual que el veterinario, por organizaciones externas y gracias a la venta de entradas para conciertos o sesiones de yoga con cachorros alrededor. El que estos animales sigan vivos se debe no sólo a lo que hoy hacen en este centro, sino a los militares o voluntarios que los rescataron de las zonas bombardeadas a tiempo. «Hay algunos que siguen en shock«, explica Natalia. La mayoría proceden de la región de Járkiv o de Jersón. La voladura de la presa de Kajovka por parte de los rusos dejó a muchos perros y gatos abandonados y aislados en zonas inundadas hasta que los voluntarios los rescataron. El centro, de 800 metros cuadrados, ya se ha quedado pequeño. Muchos animales deben compartir el espacio que tendría que ser para uno solo, de ahí los planes para agrandarlo. Lo ideal, según dice, es llegar a las 300 plazas para gatos y 200 para perros.

Las huellas de la guerra podemos verlas con nuestros propios ojos. Inna es una perra pastora que tiembla de miedo al vernos. La interacción con el ser humano se ha roto en este animal. Otros muchos también lo padecen. Algunos se vuelven locos de ira, enseñan los dientes y ladran para defender su espacio y a ellos mismos. Sólo ellos saben lo que han pasado Esa agresividad desciende en picado cuando abren la puerta y salen del habitáculo a dar su paseo diario.

Una de las perras que permanecen en un centro en Ucrania a la espera de ser adoptadas con una voluntaria.
Una de las perras que permanecen en un centro en Ucrania a la espera de ser adoptadas con una voluntaria.A. Rojas

No hay perros pequeños ni razas asociadas a la ciudad. La mayoría son animales de campo que han sido rescatados en zonas rurales bombardeadas. Este reportero ha asistido a rescates de perros que permanecían atados durante días a la puerta de alguna propiedad cuyo propietario huyó a toda prisa, fue herido o falleció, es decir, perros fuertes de trabajo o de granja acostumbrados a proteger casas o terrenos, leales con sus dueños y bien entrenados para conducir ganado o cobrarse presas de caza menor.

En zonas deshabitadas por la guerra, y en esta invasión han quedado muchas, los únicos que permanecen son este tipo de animales formando manadas para protegerse y alimentarse. Algunos han quedado sordos por las explosiones o están heridos, lo que multiplica su dependencia del grupo. «En el caso de la perra Inna, nos dimos cuenta de que traía un enorme estrés, pero luego, en los paseos, se acercaba a otro perro, en cuya cercanía se tranquilizaba. Luego nos dimos cuenta de que habían formado parte de la misma manada y habían sido rescatados juntos. Entonces los metimos en el mismo habitáculo a convivir y ella va recuperando la normalidad poco a poco gracias a ese pequeño movimiento. Tenemos que estar muy atentos a los comportamientos de estos perros porque es como si nos estuvieran contando su historia», comenta Natalia.

Patron Pet Center se fundó al comienzo de la invasión rusa para salvarle la vida a estos animales y procurar que no se reprodujeran, salvajes y sin control, en las zonas en guerra. Ahora busca convertirse en uno de los principales instrumentos para la adopción internacional de perros y gatos.

 Internacional // elmundo

Te puede interesar