Pena máxima por perjudicar al partido y al líder

A Juan Lobato no lo apreciaron nunca, o no mucho, o, al menos, no lo apreciaron aquellos con capacidad de decidir en la cúpula del PSOE. En la calle de Ferraz, en la sede federal del partido centenario, siempre se desconfió del militante socialista, técnico de Hacienda y alcalde con mayorías absolutas en la localidad madrileña de Soto del Real. A su esforzada oposición, su conocimiento exhaustivo de la región, su afán constante de ofrecer alternativas a las políticas del Ejecutivo regional, siempre se le añadía desde Ferraz, para justificar la desconfianza, un exceso de heterodoxia, reflejada en desacuerdos con políticas del Gobierno. No tantos, en realidad, salvo en las cuestiones más controvertidas, en beneficio de los independentistas catalanes. Pero Lobato sí gustaba de resaltar que el PSOE “no es una secta” y que en su seno puede haber opiniones diversas, manifestadas dentro de la lealtad.

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 A la esforzada oposición de Lobato y su afán de ofrecer alternativas a las políticas del Ejecutivo regional, Ferraz ha opuesto su desconfianza hacia el socialista madrileño por considerarlo heterodoxo y estar en desacuerdo con algunas políticas de La Moncloa  

A Juan Lobato no lo apreciaron nunca, o no mucho, o, al menos, no lo apreciaron aquellos con capacidad de decidir en la cúpula del PSOE. En la calle de Ferraz, en la sede federal del partido centenario, siempre se desconfió del militante socialista, técnico de Hacienda y alcalde con mayorías absolutas en la localidad madrileña de Soto del Real. A su esforzada oposición, su conocimiento exhaustivo de la región, su afán constante de ofrecer alternativas a las políticas del Ejecutivo regional, siempre se le añadía desde Ferraz, para justificar la desconfianza, un exceso de heterodoxia, reflejada en desacuerdos con políticas del Gobierno. No tantos, en realidad, salvo en las cuestiones más controvertidas, en beneficio de los independentistas catalanes. Pero Lobato sí gustaba de resaltar que el PSOE “no es una secta” y que en su seno puede haber opiniones diversas, manifestadas dentro de la lealtad.

Nada más ganar Lobato, en primarias, la secretaria general del PSOE-M, siempre con la aspiración de ser el candidato a la presidencia del Gobierno de la comunidad (y lo fue en 2024), empezó el baile de oponentes internos para desbancarlo como candidato electoral. Los nombres de distintas mujeres de la organización socialista madrileña emergían, aunque nunca de manera oficial, como posibles candidatas a echar a un lado al secretario general. Ferraz dejaba hacer o, desde luego, no lo impedía; pero ninguna de esas alternativas cuajó. Ahora, en noviembre de 2024, a cuatro días del congreso federal del PSOE y con el regional de Madrid fijado para el 5 de diciembre, la crisis ha estallado y parece que acarreará serias consecuencias para Lobato.

Quienes trabajan desde hace tiempo para que el próximo líder del partido en la Comunidad de Madrid sea el ministro Óscar López, en horas se han pertrechado de un arsenal de argumentos para invalidar a Lobato como líder del partido y referente electoral.

Ahora sí, Ferraz está contra Lobato, a tumba abierta. El político madrileño llevó ante notario este mes de noviembre una conversación con “una compañera de partido”, recalcan en Ferraz, Pilar Sánchez Acera, del equipo de Óscar López, que data del mes de marzo, relacionada con los correos de la Fiscalía y Alberto González Amador, pareja de la presidenta de Madrid, incurso en una causa por defraudar a Hacienda.

¿Por qué lo hizo? ¿Por “autodefensa”? ¿Por si eso caía en manos de juez y esgrimir en su defensa que él no utilizó esa información, que La Moncloa hubiera querido que él arrojara políticamente sobre la presidenta de Madrid? Estas preguntas de distintos interlocutores con capacidad de decisión, son retóricas, porque ellos mismo se responden que todos esos motivos lo movieron. Salvarse y acusar a otros, a La Moncloa, de pergeñar operaciones contra la presidenta madrileña. Este supuesto objetivo de Moncloa es el que describe el diario Abc, autor de la primicia de la presencia de Lobato ante un notario, y que Lobato niega verbalmente y mediante comunicado. La traducción de esta peripecia en Moncloa y en Ferraz, sin entrar en las intenciones de la conversación entre Lobato y Sánchez Acera, que se desconocen, es la de un acto de deslealtad sin paliativos. Este sería el broche de una cadena de reproches que Moncloa y Ferraz acumulan contra Lobato.

Cuando un político no cuenta con el apoyo del aparato de las organizaciones solo lo salvan unas primarias, en un primer momento, y desde luego las urnas, los votos de los ciudadanos. Juan Lobato consiguió sumar tres escaños más a las exiguas cifras del PSOE madrileño hace año y medio, pero se quedó a seis mil votos de liderar la oposición. Más Madrid volvió a liderar la oposición. Por ahí no se salva. Su gran argumento, que no es baladí, ha sido su voluntad de quedarse, de repetir como cartel electoral, y no someter al electorado madrileño al permanente vaivén de candidatos socialistas que no aguantan el asiento de la oposición ante pétreas mayorías del PP.

La operación de sustitución de Lobato ya estaba en marcha, y su visita a un notario puede acelerarla. La militancia madrileña, que es quien tiene que darle el apoyo en unas primarias el próximo mes de diciembre si es que mantiene su candidatura, escuchan desde este lunes que estos hechos van directamente en contra de Pedro Sánchez, a quien la presidenta madrileña acusó de orquestar desde La Moncloa una operación contra ella a través de su pareja. En un partido, perjudicar al líder, y sobre todo si es presidente del Gobierno, no es el mejor aval para pedir el apoyo de los militantes. Esta va a ser la carta que Ferraz va a jugar para sustituir a Lobato, si es que él no decide ir por delante. Los veteranos recalcan la máxima de los aparatos de las organizaciones: Fuera de la ortodoxia del partido no hay salvación. A no ser que ganes elecciones. No parece que tendrá esa segunda oportunidad, ni tampoco los madrileños de dársela.

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