Han existido multitud de fórmulas a lo largo del tiempo por las que las aristocracias europeas han ido conformando el mecenazgo y el tejido cultural de sus países. Es decir, que no es en absoluto algo innovador lo que ha sucedido con Leanda de Lisle y un pazo gallego que se va a convertir en el depositario de una parte de su herencia. Se trata, empero, de una casualidad histórica que, en este caso, la aristocracia británica se acerque de una manera tan radical a una tierra como Galicia. Y, para entenderlo, hay que retroceder varias décadas. Casi un siglo, de hecho.
Como explican desde Vanitatis, todo comenzó con Maryanne Whyte. Esta aristócrata se casó con Fernando Quiñones de León Elduayen, marqués de Valladares y de Mos, a quien había conocido poco antes, cuando él trabajaba como agregado en la embajada española en Londres. Tras darse el «Sí, quiero» se mudaron inmediatamente al Pazo de Quiñones de León, en la provincia de Vigo, que ella sería la última persona en habitar.
A pesar de haberse esforzado en actualizar y transformar el lugar, con novedades tan curiosas como haber sido la mujer que levantó una de las primeras pistas de tenis de todo el territorio gallego, la suerte no estuvo de su lado, ya que enviudó muy poco después, ya que el marqués fallecería muy joven, a los 35 años de edad. Pero eso no hizo que abandonase el lugar, sino que permaneció allí hasta 1934.
Aun así, explican desde el citado medio, Maryanne Whyte se había vuelto a casar. En terceras nupcias contrajo matrimonio con un nombre británico, Cecille Allanson, con el que finalmente acabaría regresando a Inglaterra. Este hombre estaba emparentado con los barones Dormer, un título creado junio de 1615 y cuyo primer ostentador, Robert Dormer, curiosamente, ya estaba unido —era el esposo de su hermana— con el diplomático español Gómez Suárez de Figueroa y Córdoba, primer duque de Feria.
Sea como fuere, Whyte y Allanson no tuvieron descendencia. Es decir, que tras el fallecimiento de ambos, el legado de la familia pasó a manos de sobrinos y sobrinas. Y hete aquí que una de dichas sobrinas nietas de Maryanne, la historiadora Leanda de Lisle, es quien ha decidido echar la vista atrás y ser ella misma parte de la historia, pues acaba de donar una parte de la herencia familiar para que se exponga en el Pazo de Quiñones. Y, además, únicamente ha puesto una condición: que junto a todos los objetos y antigüedades que se podrán visitar figure, asimismo, una inscripción que rece «In memoriam Rupert March Phillips de Lisle 1988-2023». Es un homenaje a uno de sus cuatro hijos, que falleció de forma prematura hace un par de años.
Según explican desde el periódico local Atlántico, a pesar de que la contribución tiene un valor económico no muy alto, alrededor de los 5.000 euros, sí que posee un valor simbólico e histórico muy importante para el Pazo de Quiñones de León, dado que al conformarse como parte de la exposición permanente, ayudará a los visitantes a trazar mejor una genealogía que explique la historia de dicha casa y de sus inquilinos, desde biografías y momentos históricos que comienzan en la corte de Enrique VIII a embajadores y la idiosincrasia gallega a través de sus jardines, sus cuidados, el pasado de la tierra y los propios recuerdos familiares hasta hacer del lugar un espacio simbólico de la memoria viva viguesa.
El medio puntualiza que la donación está compuesta por «70 placas estereoscópicas, valoradas en 1.500 euros, sobrevistas de interiores del pazo y de sus jardines, y una cigarrera irlandesa de 2.000 euros realizada en turba, un material cargado de simbolismo para los irlandeses». Asimismo, dos fotografías, en blanco y negro, de sendas personas cercanas a Maryanne —su hermana, Ebba Harline, y una amiga íntima, Mona, casada con el conde O’Brien— y dos postales: una del Pazo de Castrelos y otra de Milton Abbey, la residencia de su hermana.
Es de reseñar que el Pazo de Quiñones de León ha crecido bastante en los últimos tiempos. Para empezar, en 2024 el propio consistorio gallego adquirió en Francia varias piezas que habían pertenecido con Antonia Bañuelos-Thorndike, segunda esposa del marqués de Alcedo, suegro de Maryanne Whyte, así como en febrero de este mismo año, Catharine Dooley, hija de Harry Davies —sobrino y protegido de Cecille Allanson—, contactó con el Ayuntamiento de Vigo para realizar otra donación, en este caso de varias fotografías de la casa y sus jardines.
Leanda de Lisle
También es curiosa la historia de la propia Leanda de Lisle, si bien su verdadero nombre es Leanda Xenia Sophia Stanhope Dormer —siendo precisamente De Lisle un añadido por descender, por línea materna, de los barones Dormer—. Colaboradora de medios como The Times y The Spectator, ha conseguido alcanzar cierta fama entre los escritores de ensayo histórico gracias a sus libros sobre, especialmente, la familia Tudor, ya que ella sus ancestros fueron cortesanos de los mismos.
Se trata de la sobrina nieta de la última inquilina del Pazo de Quiñones de León.
Han existido multitud de fórmulas a lo largo del tiempo por las que las aristocracias europeas han ido conformando el mecenazgo y el tejido cultural de sus países. Es decir, que no es en absoluto algo innovador lo que ha sucedido con Leanda de Lisle y un pazo gallego que se va a convertir en el depositario de una parte de su herencia. Se trata, empero, de una casualidad histórica que, en este caso, la aristocracia británica se acerque de una manera tan radical a una tierra como Galicia. Y, para entenderlo, hay que retroceder varias décadas. Casi un siglo, de hecho.
Como explican desde Vanitatis, todo comenzó con Maryanne Whyte. Esta aristócrata se casó con Fernando Quiñones de León Elduayen, marqués de Valladares y de Mos, a quien había conocido poco antes, cuando él trabajaba como agregado en la embajada española en Londres. Tras darse el «Sí, quiero» se mudaron inmediatamente al Pazo de Quiñones de León, en la provincia de Vigo, que ella sería la última persona en habitar.
A pesar de haberse esforzado en actualizar y transformar el lugar, con novedades tan curiosas como haber sido la mujer que levantó una de las primeras pistas de tenis de todo el territorio gallego, la suerte no estuvo de su lado, ya que enviudó muy poco después, ya que el marqués fallecería muy joven, a los 35 años de edad. Pero eso no hizo que abandonase el lugar, sino que permaneció allí hasta 1934.
Aun así, explican desde el citado medio, Maryanne Whyte se había vuelto a casar. En terceras nupcias contrajo matrimonio con un nombre británico, Cecille Allanson, con el que finalmente acabaría regresando a Inglaterra. Este hombre estaba emparentado con los barones Dormer, un título creado junio de 1615 y cuyo primer ostentador, Robert Dormer, curiosamente, ya estaba unido —era el esposo de su hermana— con el diplomático español Gómez Suárez de Figueroa y Córdoba, primer duque de Feria.
Sea como fuere, Whyte y Allanson no tuvieron descendencia. Es decir, que tras el fallecimiento de ambos, el legado de la familia pasó a manos de sobrinos y sobrinas. Y hete aquí que una de dichas sobrinas nietas de Maryanne, la historiadora Leanda de Lisle, es quien ha decidido echar la vista atrás y ser ella misma parte de la historia, pues acaba de donar una parte de la herencia familiar para que se exponga en el Pazo de Quiñones. Y, además, únicamente ha puesto una condición: que junto a todos los objetos y antigüedades que se podrán visitar figure, asimismo, una inscripción que rece «In memoriam Rupert March Phillips de Lisle 1988-2023». Es un homenaje a uno de sus cuatro hijos, que falleció de forma prematura hace un par de años.
Según explican desde el periódico local Atlántico, a pesar de que la contribución tiene un valor económico no muy alto, alrededor de los 5.000 euros, sí que posee un valor simbólico e histórico muy importante para el Pazo de Quiñones de León, dado que al conformarse como parte de la exposición permanente, ayudará a los visitantes a trazar mejor una genealogía que explique la historia de dicha casa y de sus inquilinos, desde biografías y momentos históricos que comienzan en la corte de Enrique VIII a embajadores y la idiosincrasia gallega a través de sus jardines, sus cuidados, el pasado de la tierra y los propios recuerdos familiares hasta hacer del lugar un espacio simbólico de la memoria viva viguesa.
El medio puntualiza que la donación está compuesta por «70 placas estereoscópicas, valoradas en 1.500 euros, sobrevistas de interiores del pazo y de sus jardines, y una cigarrera irlandesa de 2.000 euros realizada en turba, un material cargado de simbolismo para los irlandeses». Asimismo, dos fotografías, en blanco y negro, de sendas personas cercanas a Maryanne —su hermana, Ebba Harline, y una amiga íntima, Mona, casada con el conde O’Brien— y dos postales: una del Pazo de Castrelos y otra de Milton Abbey, la residencia de su hermana.
Es de reseñar que el Pazo de Quiñones de León ha crecido bastante en los últimos tiempos. Para empezar, en 2024 el propio consistorio gallego adquirió en Francia varias piezas que habían pertenecido con Antonia Bañuelos-Thorndike, segunda esposa del marqués de Alcedo, suegro de Maryanne Whyte, así como en febrero de este mismo año, Catharine Dooley, hija de Harry Davies —sobrino y protegido de Cecille Allanson—, contactó con el Ayuntamiento de Vigo para realizar otra donación, en este caso de varias fotografías de la casa y sus jardines.
También es curiosa la historia de la propia Leanda de Lisle, si bien su verdadero nombre es Leanda Xenia Sophia Stanhope Dormer —siendo precisamente De Lisle un añadido por descender, por línea materna, de los barones Dormer—. Colaboradora de medios como The Times y The Spectator, ha conseguido alcanzar cierta fama entre los escritores de ensayo histórico gracias a sus libros sobre, especialmente, la familia Tudor, ya que ella sus ancestros fueron cortesanos de los mismos.
20MINUTOS.ES – Gente