¿Puede la polarización política emponzoñar la oficina?

Las empresas temen que las discusiones en el lugar de trabajo minen la productividad y enturbien el ambiente laboral, pero pueden tener un efecto positivo. Leer Las empresas temen que las discusiones en el lugar de trabajo minen la productividad y enturbien el ambiente laboral, pero pueden tener un efecto positivo. Leer  

La cosa está que arde. Y no tiene pinta de enfriarse ni a corto ni a medio ni a largo plazo. Los medios nos despiertan todos los días con un nuevo escándalo y la gestión pública se nos aparece como un inextricable barullo de intereses cruzados y exabruptos. Nada nuevo bajo el sol. Ya Quevedo ejercía de tertuliano: «No he de callar, por más que con el dedo, / ya tocando la boca, ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo». Pero la irrupción de las tecnologías de la información ha sacado las cosas de quicio.

Las discusiones desbordan los medios y las redes sociales, resbalan hacia bares y comidas familiares e incluso se infiltran en el núcleo de nuestro tejido empresarial. Un equipo de académicos ha publicado en el Journal of Applied Psychology un artículo de título inquietante: «Hidden consequences of political discourse at work«. Sostenían que «las conversaciones políticas se han vuelto cada vez más comunes en el entorno laboral, probablemente debido a la creciente polarización política a nivel mundial», y que «pueden ser emotivas y disruptivas, generando tensión en el ambiente laboral y afectando negativamente la productividad y el bienestar de los empleados».

Norbert Monfort, colaborador académico del departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade, matiza que «para algunas personas estas conversaciones pueden enriquecer el entorno laboral al fomentar el intercambio de ideas y perspectivas», aunque «para otras sean fuente de tensión e incomodidad. Yo, aunque sea poco políticamente correcto, considero que sí es positivo exponer nuestras ideas». El estudio del Journal of Applied Psychology aporta material empírico para concluir que, si bien «los empleados experimentan efectos negativos tras escuchar conversaciones políticas en el trabajo», estos «se atenúan en contextos donde perciben que sus compañeros son más similares a ellos», y viceversa.

Más allá de las dinámicas grupales, Monfort considera que el resultado «va a depender de la forma en cómo se argumente. Hablar de política puede estimular el pensamiento crítico al exponer a las personas a diferentes puntos de vista. Cuando se aborda con apertura, puede desafiar suposiciones y expandir la comprensión de temas complejos», además de «ayudar a las personas a conocerse mejor y entender las pasiones y preocupaciones que las motivan». En definitiva, lo considera «una oportunidad para desarrollar habilidades como la comunicación asertiva, la negociación y el manejo de conflictos», así como «enriquecer el desarrollo personal y profesional de los integrantes de un equipo. En un entorno donde se valoran la transparencia y la diversidad de opiniones, hablar de política puede reforzar una cultura de apertura, inclusión y diálogo».

Pero no todo vale: «No son respetables ideas xenófobas, racistas, no inclusivas, etc.», advierte Monfort, que reconoce también que, sin llegar a esos extremos, «las conversaciones políticas pueden intensificar desacuerdos y desencadenar conflictos si no se manejan adecuadamente», lo que «puede socavar la colaboración y la cohesión del equipo»; y si «se llevan de manera irrespetuosa o se vuelven polarizadoras, pueden crear un ambiente de trabajo hostil» hasta dar en «la exclusión de personas o incluso incidentes de discriminación». Por eso «es importante que las organizaciones definan políticas claras sobre lo que es aceptable en cuanto a discusiones políticas en el lugar de trabajo. Debemos fijar los límites».

Hace un par de meses, Korn Ferry publicaba un estudio titulado «Can We Please Not Talk Politics?» Dice que «la mayoría de las empresas recomiendan a sus trabajadores que dejen de lado las discusiones políticas en el trabajo», pero se pregunta «qué ocurre cuando los compañeros —o, más importante aún, los clientes— insisten en mencionarlo». Porque «todo el mundo sigue hablando de política en el trabajo esta temporada. Incluso antes de que comenzara el año, casi la mitad de los trabajadores encuestados afirmaron sentirse incómodos al hablar de sus opiniones políticas en la oficina», pero… «casi una cuarta parte afirma haber presenciado a un compañero comportarse de forma agresiva o contraproducente debido a sus ideas políticas». Los expertos afirman que la tentación no ha hecho más que aumentar a medida que las empresas y sus líderes intentan afrontar las consecuencias de las recientes medidas gubernamentales.

Todo esto representa un gran cambio con respecto a hace tan solo unos años. «Recuerdo una época en la que era completamente inapropiado mencionar opiniones políticas en cualquier entorno social o laboral», asegura Peter McDermott, director de Asuntos Corporativos para Norteamérica en Korn Ferry, que sigue aconsejando dejar las opiniones políticas en un segundo plano: «Nunca tendrás que retractarte de ninguna conversación».

Los expertos aconsejan pivotar hábilmente. «Diríjalos directamente de vuelta a lo que es importante para ellos y su organización», dice Kim Waller, estratega organizacional de en Korn Ferry. «El orador puede guiar suavemente la conversación hacia los objetivos laborales del orador o la organización». Y, si no es posible, conviene recordar «que es probable que el interlocutor tenga buenas intenciones» e intentar «establecer puntos en común», tipo: «Supongo que todos queremos que nuestro país prospere, que nuestros hijos prosperen y que nuestro negocio sea…»

Evitemos fundamentalismos. En sectores directamente afectados por movimientos políticos concretos e inmediatos, como el de Defensa, o cuando se tratan asuntos relacionados con la contratación pública, la discusión sobre política en la empresa no solo es admisible, sino necesaria. «Se trata de hablar de las políticas de la Administración en la medida en que afectan a los negocios futuros», dice Louis Montgomery, director del HR Center of Expertise de Korn Ferry, que recuerda que la clave está en «ceñirse a los temas empresariales entre manos».

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