Junts ha diseñado el congreso que celebra este fin de semana como un escaparate para exhibirse como única alternativa al gobierno de Salvador Illa. Pero antes de afrontar este reto, la asignatura pendiente que tienen Carles Puigdemont y los suyos es recuperar la credibilidad ante sus bases y el conjunto de los catalanes. A ello no ayuda que lo que se verá entre aplauso y aplauso no deja de ser un nuevo incumplimiento de la palabra dada por el propio Puigdemont. Y es que quien vuelve a la presidencia del partido es el mismo que no hace ni seis meses aseguró que dejaría la política activa si no era elegido presidente de la Generalitat. Claro que este incumplimiento ha sido eclipsado por otros tanto o más gordos como que estaría en el pleno de investidura del pasado verano, algo que acabó en una simple performance corriendo por las calles de Barcelona. Hasta los suyos recuerdan el episodio con una mezcla de bochorno e incomprensión por más que en el origen está la negativa del Tribunal Supremo a aplicar una ley aprobada por el Congreso como es la de la amnistía.
El expresident se hace con el control total de su partido y dependerá de él en exclusiva cualquier viraje en la política de pactos
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos
El expresident se hace con el control total de su partido y dependerá de él en exclusiva cualquier viraje en la política de pactos
Junts ha diseñado el congreso que celebra este fin de semana como un escaparate para exhibirse como única alternativa al gobierno de Salvador Illa. Pero antes de afrontar este reto, la asignatura pendiente que tienen Carles Puigdemont y los suyos es recuperar la credibilidad ante sus bases y el conjunto de los catalanes. A ello no ayuda que lo que se verá entre aplauso y aplauso no deja de ser un nuevo incumplimiento de la palabra dada por el propio Puigdemont. Y es que quien vuelve a la presidencia del partido es el mismo que no hace ni seis meses aseguró que dejaría la política activa si no era elegido presidente de la Generalitat. Claro que este incumplimiento ha sido eclipsado por otros tanto o más gordos como que estaría en el pleno de investidura del pasado verano, algo que acabó en una simple performance corriendo por las calles de Barcelona. Hasta los suyos recuerdan el episodio con una mezcla de bochorno e incomprensión por más que en el origen está la negativa del Tribunal Supremo a aplicar una ley aprobada por el Congreso como es la de la amnistía.
La credibilidad de Puigdemont y de Junts por extensión está bajo mínimos cuando la opción de la independencia unilateral con la que siguen coqueteando apenas tiene el apoyo del 8% de la población catalana y de solo un 22% de los votantes del partido según las encuestas oficiales. Pero no solo la agenda independentista pesa en la carpeta de los incumplimientos. Algunos sectores de Junts, que en los últimos meses habían abonado la tesis de que el congreso visualizaría un cierto retorno a las esencias convergentes y pactistas solo pueden sentirse derrotados. Puigdemont ha optado por colocar en las posiciones de máximo poder a personas de su estricta confianza que poco pragmatismo han demostrado, como Míriam Nogueras o Antoni Castellà.
De poco han servido los gestos y presiones de patronales como Foment, cuyo líder, Josep Sánchez Llibre, llegó a entrevistarse con Puigdemont en Francia en un intento de tender puentes entre Junts y el establishment catalán. Pero si Junts no logra acercamientos por la derecha, tampoco parece que lo vaya a hacer por la izquierda. Basta ver los vaivenes que ha tenido con cuestiones como el alquiler de temporada y su rechazo semanas atrás a que se tramitara una propuesta al respecto en la cámara baja.
El congreso de este fin de semana servirá para dejar claro que Puigdemont y solo él manda en el partido. Y que cualquier viraje, ya sea en Cataluña o respecto a los apoyos al Gobierno del PSOE, dependerá de las órdenes que dé desde Bélgica. Puigdemont ha pasado de ser el influencer jefe desde su cuenta de X a ser el amo y señor del partido. La pregunta que se hacen muchos cuadros intermedios, hartos de constatar la imparable pérdida de poder es, ¿por cuánto tiempo más un partido heredero de un espacio político que lo fue todo en Cataluña se puede permitir vivir en los bordes del sistema?
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Sobre la firma
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.
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