Robert De Niro no es un hombre de muchas palabras. Basta haber visto alguna de sus entrevistas para descubrir que se trata de un actor que, por lo general, ni cuando ha de promocionar su último trabajo deja enormes titulares ni se entretiene en largas respuestas. Apenas cuando ha de hablar de política, dada su contrastada animadversión hacia Donald Trump. Si a ello le sumamos un carácter reservado y hermético, sobre todo en lo que se refiere a su vida privada, es normal que el gran público no conozca uno de los detalles que más han marcado su vida: cuando descubrió que su padre, Robert De Niro Sr., era homosexual.
Fue el propio actor el que habló de ello cuando, con motivo de la presentación del documental Remembering the Artist: Robert De Niro Sr. en el festival de Sundance en la primavera de 2014, concedió una extensa entrevista a la revista sobre cultura queer y homosexual Out, de la cual protagonizó la portada bajo el titular Yo y mi padre gay.
Aunque el largometraje se centraba sobre todo en su faceta de artista, pues era pintor, De Niro Jr., quien desde entonces no ha dejado de colaborar con por los derechos LGTB, incluso llegando a recibir el premio Excellence in Media de la asociación GLAAD (la Alianza de Gays y Lesbianas contra la difamación) en 2016, habló sobre la relación que mantenía con su progenitor, quien se divorció de su madre —también artista— una vez asumió su orientación sexual, apenas un año después de la boda y pocos meses después del nacimiento de su hijo.
«He sacado del armario a mi padre. Sentía que tenía que hacerlo. Me he visto obligado a ello», declaró el actor en el reportaje, sacando a colación un tema tabú como es la homosexualidad en la madurez de los hombres de mediados del siglo pasado. «Era mi responsabilidad hacer este documental sobre él. Siempre había planeado hacerlo, pero nunca me había puesto [hasta ahora]», confesó, así como que para documentarse sobre lo que debía contar necesitó los diarios de su padre.
«Leí los primeros [diarios], pero no todo el material. Aunque lo haré algún día, por supuesto», añadió, si bien a día de hoy, teniendo él 81 años, no ha dado a conocer si lo ha hecho o no. Eso sí, cuando le preguntaron qué opinaría su padre de la obra de su hijo sobre su figura, contestó que seguramente se sentiría incómodo con tanta atención. «Estaría halagado, pero también diría: ‘Bueno, no sé, no me parece que sea muy exacto esto o aquello», confesó entre risas en Sundance.
El documental, que está escrito y dirigido por Perri Peltz y Geeta Gandbhir y que, tras adquirir sus derechos, llegaría a la plataforma HBO —a día de hoy ya no se encuentra en Max—, narraba la vida de su padre a través de las pinturas y los pasajes más íntimos de sus diarios, que también contenían poemas, así como su frustración por la falta de reconocimiento artístico y por no poder vivir una vida plena, que le convertirían en un hombre apocado y triste que fallecería, en 1993, a los 71 años, de cáncer.
Según se podía descubrir en sus cuarenta minutos de duración, Robert De Niro Sr. formó parte de la célebre Escuela de artistas de Nueva York, compartiendo generación con otros reconocidísimos pintores como Willian de Kooning, Adolph Gottlieb, el matrimonio de Lee Krasner y Jackson Pollock o Mark Rothko. Todo, bajo la tutela de la mecenas Peggy Guggenheim, que llegó a exponer sus obras en una de sus galerías, siendo reseñada por numerosas publicaciones.
Sin embargo, su estilo figurativo, que mezclaba el estilo abstracto y el expresionismo, con puentes entre la tradición europea y las vanguardias norteamericanas, pronto quedó eclipsada, ya que el devenir de los tiempos hizo que corrientes como el Pop Art o el expresionismo abstracto marginaran a aquellos otros pintores, como De Niro, que tenían todavía un poso tradicional. Incluso se marchó a Francia a probar surte, pero fue una decisión que le acarrearía problemas con su patrimonio y volvería a Estados Unidos para dedicrse a la pintura pero desde una semiclandestinidad, quizá esperando algún día ser de nuevo laureado.
La idea de De Niro Jr. siempre ha sido conseguir que el nombre de su padre trascendiera después de su muerte, ya que en vida no pudo disfrutar —llegó a escribir que ser artista es una aflicción y que ser gay era una pesadumbre eterna—. Por ello le dedicó no solo su primera película como director, Una historia del Bronx, sino que ha mantenido intacto desde hace casi tres décadas el estudio que De Niro Sr. tenía en el Soho neoyorquino, a modo de casi de museo.
«Con toda probabilidad mi padre se sentía en conflicto consigo mismo por ser homosexual. Sobre todo porque era un homobre de su generación y provenía de un pueblo pequeño. Yo no tenía ni idea. Desearía que hubiésemos hablado mucho más sobre ello. Mi madre jamás jamás quiso hablar absolutamente nada, y también es verdad que, cuando tienes cierta edad, tampoco es que estés muy interesado en eso», afirmó el actor en la citada entrevista.
«Pero yo sí quiero que mis hijos se paren un momento y piensen que hay veces que tienes que hacer algo y no dejarlo para después. Porque puede ser que ese después sea dentro de 20 años y ya sea demasiado tarde», continuó el actor, que amplió su respuesta en la presentación en el festival de Sundance: «Necesitaba que mis hijos pequeños, los que ya nacieron tras la muerte de su abuelo, pudieran saber quién fue mi padre, qué fue lo que hizo y lo que representa en la historia del arte».
Algo que, además, siempre fue su gran intención, como reveló para la susodicha publicación queer. «Era mi obligación documentar la obra de mi padre y preservarla para futuras generaciones. Esta película ha sido un sueño que he tenido durante mucho tiempo. Años que han pasado sin que hiciera nada, no sé muy bien por qué. Mi deseo es rescatar a mi padre, un hombre que era diferente, nada convencional. Un artista de verdad», finalizó.
El veterano intérprete, que narró la historia en un documental, afirmó que su madre nunca quiso hablar del tema.
Robert De Niro no es un hombre de muchas palabras. Basta haber visto alguna de sus entrevistas para descubrir que se trata de un actor que, por lo general, ni cuando ha de promocionar su último trabajo deja enormes titulares ni se entretiene en largas respuestas. Apenas cuando ha de hablar de política, dada su contrastada animadversión hacia Donald Trump. Si a ello le sumamos un carácter reservado y hermético, sobre todo en lo que se refiere a su vida privada, es normal que el gran público no conozca uno de los detalles que más han marcado su vida: cuando descubrió que su padre, Robert De Niro Sr., era homosexual.
Fue el propio actor el que habló de ello cuando, con motivo de la presentación del documental Remembering the Artist: Robert De Niro Sr. en el festival de Sundance en la primavera de 2014, concedió una extensa entrevista a la revista sobre cultura queer y homosexual Out, de la cual protagonizó la portada bajo el titular Yo y mi padre gay.
Aunque el largometraje se centraba sobre todo en su faceta de artista, pues era pintor, De Niro Jr., quien desde entonces no ha dejado de colaborar con por los derechos LGTB, incluso llegando a recibir el premio Excellence in Media de la asociación GLAAD (la Alianza de Gays y Lesbianas contra la difamación) en 2016, habló sobre la relación que mantenía con su progenitor, quien se divorció de su madre —también artista— una vez asumió su orientación sexual, apenas un año después de la boda y pocos meses después del nacimiento de su hijo.
«He sacado del armario a mi padre. Sentía que tenía que hacerlo. Me he visto obligado a ello», declaró el actor en el reportaje, sacando a colación un tema tabú como es la homosexualidad en la madurez de los hombres de mediados del siglo pasado. «Era mi responsabilidad hacer este documental sobre él. Siempre había planeado hacerlo, pero nunca me había puesto [hasta ahora]», confesó, así como que para documentarse sobre lo que debía contar necesitó los diarios de su padre.
«Leí los primeros [diarios], pero no todo el material. Aunque lo haré algún día, por supuesto», añadió, si bien a día de hoy, teniendo él 81 años, no ha dado a conocer si lo ha hecho o no. Eso sí, cuando le preguntaron qué opinaría su padre de la obra de su hijo sobre su figura, contestó que seguramente se sentiría incómodo con tanta atención. «Estaría halagado, pero también diría: ‘Bueno, no sé, no me parece que sea muy exacto esto o aquello», confesó entre risas en Sundance.
El documental, que está escrito y dirigido por Perri Peltz y Geeta Gandbhir y que, tras adquirir sus derechos, llegaría a la plataforma HBO —a día de hoy ya no se encuentra en Max—, narraba la vida de su padre a través de las pinturas y los pasajes más íntimos de sus diarios, que también contenían poemas, así como su frustración por la falta de reconocimiento artístico y por no poder vivir una vida plena, que le convertirían en un hombre apocado y triste que fallecería, en 1993, a los 71 años, de cáncer.
Según se podía descubrir en sus cuarenta minutos de duración, Robert De Niro Sr. formó parte de la célebre Escuela de artistas de Nueva York, compartiendo generación con otros reconocidísimos pintores como Willian de Kooning, Adolph Gottlieb, el matrimonio de Lee Krasner y Jackson Pollock o Mark Rothko. Todo, bajo la tutela de la mecenas Peggy Guggenheim, que llegó a exponer sus obras en una de sus galerías, siendo reseñada por numerosas publicaciones.
Sin embargo, su estilo figurativo, que mezclaba el estilo abstracto y el expresionismo, con puentes entre la tradición europea y las vanguardias norteamericanas, pronto quedó eclipsada, ya que el devenir de los tiempos hizo que corrientes como el Pop Art o el expresionismo abstracto marginaran a aquellos otros pintores, como De Niro, que tenían todavía un poso tradicional. Incluso se marchó a Francia a probar surte, pero fue una decisión que le acarrearía problemas con su patrimonio y volvería a Estados Unidos para dedicrse a la pintura pero desde una semiclandestinidad, quizá esperando algún día ser de nuevo laureado.
La idea de De Niro Jr. siempre ha sido conseguir que el nombre de su padre trascendiera después de su muerte, ya que en vida no pudo disfrutar —llegó a escribir que ser artista es una aflicción y que ser gay era una pesadumbre eterna—. Por ello le dedicó no solo su primera película como director, Una historia del Bronx, sino que ha mantenido intacto desde hace casi tres décadas el estudio que De Niro Sr. tenía en el Soho neoyorquino, a modo de casi de museo.
«Con toda probabilidad mi padre se sentía en conflicto consigo mismo por ser homosexual. Sobre todo porque era un homobre de su generación y provenía de un pueblo pequeño. Yo no tenía ni idea. Desearía que hubiésemos hablado mucho más sobre ello. Mi madre jamás jamás quiso hablar absolutamente nada, y también es verdad que, cuando tienes cierta edad, tampoco es que estés muy interesado en eso», afirmó el actor en la citada entrevista.
«Pero yo sí quiero que mis hijos se paren un momento y piensen que hay veces que tienes que hacer algo y no dejarlo para después. Porque puede ser que ese después sea dentro de 20 años y ya sea demasiado tarde», continuó el actor, que amplió su respuesta en la presentación en el festival de Sundance: «Necesitaba que mis hijos pequeños, los que ya nacieron tras la muerte de su abuelo, pudieran saber quién fue mi padre, qué fue lo que hizo y lo que representa en la historia del arte».
Algo que, además, siempre fue su gran intención, como reveló para la susodicha publicación queer. «Era mi obligación documentar la obra de mi padre y preservarla para futuras generaciones. Esta película ha sido un sueño que he tenido durante mucho tiempo. Años que han pasado sin que hiciera nada, no sé muy bien por qué. Mi deseo es rescatar a mi padre, un hombre que era diferente, nada convencional. Un artista de verdad», finalizó.
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