Rayuela, el colegio de inmersión en español de Altadena, quedó destruido por las llamas tras una década de formar niños bilingües Leer Rayuela, el colegio de inmersión en español de Altadena, quedó destruido por las llamas tras una década de formar niños bilingües Leer
Cuando los dos primeros niños entraron por la puerta para formar parte del colegio en 2015, Liliana Martínez apenas podía creerlo. Kieran y Samantha, hijos de una española y de una estadounidense, se convertían así en el germen de un preescolar de inmersión en español en Los Ángeles, Rayuela -en honor a la obra maestra de Cortázar- que llevaba casi una década educando a niños pequeños en un segundo idioma. Ese sueño, el de formar almas bilingües en el sur de California, quedó arrasado por las llamas el miércoles por la mañana. Martínez aún puede creer que su colegio ya no esté.
«Esto está siendo una pesadilla», dice esta educadora colombiana que emigró a Estados Unidos en 1993. «Son diez años de lucha, de tenacidad, de superar obstáculos, de soñar con formar a niños en español, de enseñarles el idioma de mi padres, que han quedado destruidos en cuestión de unos minutos y con la impotencia de no haber podido hacer nada para salvarlo».
No está sola. La calle donde estaba el colegio en Altadena, Mariposa, quedó completamente destruida en el Eaton Fire, uno de los grandes incendios que están devorando la segunda ciudad más importante de Estados Unidos. El fuego no tuvo compasión ni con la pequeña escuelita, ni con la legendaria ferretería de enfrente, Altadena Hardware Store, ni con un centro espiritual que estaba justo al lado. «La calle está totalmente irreconocible. Ayer, cuando subí por primera vez para ver lo que había quedado, me rompí por completo. Estoy destrozada».
Era el centro neurálgico de un barrio instalado en la falda de una montaña, una pequeña calle comercial donde todo eran pequeños empresarios: cafeterías, una imprenta, tiendas de ropa, de bicicletas, una anomalía en un país tan avasallado por las franquicias en zonas comerciales.
Ahora mismo, Altadena parece una ciudad sitiada. No se puede pasar, salvo los medios de comunicación, por temor a que haya robos en las casas que todavía quedan, incluso en las que han quedado incendiadas. De hecho, en la noche del viernes, se produjeron 20 arrestos de gente que intentaba saquear viviendas en la ciudad.
Cientos de familias han pasado por Rayuela, formando una comunidad íntima y única que contaba con muchas nacionalidades. No sólo hijos de mexicanos, colombianos, argentinos, españoles, salvadoreños, peruanos, venezolanos, sino japoneses, estadounidenses, filipinos, indios. De todo.
«Siento desolación por todo lo ocurrido, pero a la vez el respaldo de una comunidad enorme que se ha formado con los años y que está brotando de todas partes para ayudar con la reconstrucción del colegio», explica. «Nos están donando dinero a través de Gofundme, y espero que cualquiera que lea esto nos pueda aportar, aunque sean cinco euros, que no le cambian la vida a nadie, pero que a nosotros nos harían un mundo de diferencia ahora mismo. Que nos busquen. Seguimos siendo Rayuela School».
Martínez no puede evitar sumirse en los recuerdos de todo lo vivido en ese edificio, la transformación de un espacio que empezó alquilando y que había conseguido comprar, «de ser una autoescuela sin encanto a un colegio lleno de vida, con un patio precioso, decorado con los trabajos de los niños, por el amor de las profesoras, todas hispanas, cabezas de familia, mujeres increíblemente buenas y trabajadoras».
Dice que es un momento especialmente cruel porque acababan de renovar la escuela, «pintando el edificio por fuera y por dentro, con un equipo de aire acondicionado que acabábamos de estrenar y un ordenador de Apple nuevo que disfrutamos un solo día. Sólo nos queda levantarnos y seguir. No podemos dejar que este sueño en español se muera con el incendio«.
Kathryn Barger, presidente de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, mantiene la esperanza: «No te preocupes, vamos a reconstruir; cueste lo que cueste».
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