El ex embajador en Estados Unidos y actual ministro de Asuntos Estratégicos es el principal consejero del primer ministro israelí desde hace más de 20 años Leer El ex embajador en Estados Unidos y actual ministro de Asuntos Estratégicos es el principal consejero del primer ministro israelí desde hace más de 20 años Leer
Pocas veces alguien ha sido tan desconocido entre los israelíes y, al mismo tiempo, ha influido tanto en sus vidas como Ron Dermer. La confianza que el jefe de Gobierno, Benjamin Netanyahu, deposita en este israelí de origen estadounidense es tan grande que va mucho más allá de su cartera ministerial, ‘Asuntos Estratégicos’. En realidad, el verdadero título que acompaña a Dermer en sus reuniones en Jerusalén o Washington desde hace más de 20 años es otro: ‘el principal asesor del primer ministro’. Quien habla con él sabe que habla con Netanyahu. Su hombre de confianza. Seguramente, el único.
A nadie, pues, sorprendió que Dermer fuera el primero en recibir este miércoles al mediador estadounidense Amos Hochstein, recién llegado de Beirut, o el elegido para viajar días antes a su país natal y dialogar tanto con la Administración Biden como con el propio Donald Trump sobre una tregua en el Líbano. Pese a sus diferencias ideológicas, Dermer mantiene una excelente relación personal con Biden, mientras el futuro presidente tiene buenos recuerdos de su primer mandato. Todos ellos le trataron cuando fue embajador en Washington (2013-2021), tras ser nombrado por Netanyahu. Entonces, algunos sectores israelíes y estadounidenses le acusaron de ser el embajador de Bibi y no de Israel. La Administración Obama le consideró uno de los responsables del desafiante discurso de Netanyahu en el Congreso en 2015 contra el acuerdo nuclear con Irán promovido por el presidente estadounidense. La intervención en Washington constituyó un órdago a Obama y provocó una crisis bilateral, pero ayudó al líder del Likud, semanas después, a ganar las elecciones. El dúo Netanyahu-Dermer era visto en la Casa Blanca como «representantes republicanos» en Israel.
Un dato de su biografía no invitaba a este escenario: en nombre del Partido Demócrata, su padre y luego su hermano ejercieron de alcalde de Miami Beach, donde él nació hace 53 años. Tras estudiar en la Escuela de Negocios Wharton (Universidad Pensilvania) y en Oxford (Filosofía, Ciencias Políticas y Economía), Dermer emigró a Israel. Tenía 26 años. Natan Sharansky, líder judío y disidente en la URSS, le contrató como experto en sondeos. «Como ajedrecista que soy, me encantó su cerebro analítico. Además, era un apasionado defensor del sionismo y de la lucha de los judíos en la ex Unión Soviética», recuerda Sharansky, que logró ser diputado y ministro con el nuevo partido de inmigrantes de la ex URSS Israel Baalia. En 2004, escribió con Dermer un libro que tuvo éxito y elogiado por el presidente George W. Bush: Alegato por la democracia: la fuerza de la libertad para acabar con la tiranía y el terror.
Cuando Dermer se reunió por primera vez con Netanyahu, Sharansky entendió que le «perdió» como asesor. Dermer le dijo al entonces primer ministro que perdería ante el laborista Ehud Barak en las elecciones de 1999. No se equivocó. Posteriormente, y con Dermer como columnista del Jerusalem Post, se volvieron a encontrar y ya no se separaron. En las imágenes de los últimos retoques de los discursos del primer ministro ante las dos Cámaras en Washington difundidas por su gabinete, sólo dos personas se mantienen en la foto tras muchos años: Netanyahu y Dermer. No sólo comparten imagen, sino también la autoría de los discursos que consensuan en inglés, el idioma que usan para hablar entre ellos.
Desde principios de siglo, ha sido su portavoz, asesor, representante económico de la embajada en Estados Unidos y, 10 años después, embajador, ministro y, desde el ataque de Hamas de hace 13 meses, miembro del gabinete de seguridad. Si no contamos a su esposa Sarah y sus dos hijos, es quien recibe más llamadas del primer ministro. Nir Hefetz, el que fuera portavoz de Netanyahu antes de convertirse en testigo contra él en el juicio por corrupción, confirmó al Canal 12: «No hay nadie más cercano a él. En la oficina, en su momento, acostumbramos a llamarlo el tercer hijo de Bibi o el hijo que quisiera tener«.
¿Cómo ha logrado estar tanto tiempo junto a él mientras muchos consejeros, altos funcionarios y políticos le abandonaron enfadados o fueron destituidos, convirtiéndose algunos en rivales y detractores? En primer lugar, a Netanyahu le gustó siempre su perfil: estadounidense, conservador, graduado en una universidad de élite, religioso moderado, analítico e inteligente.
El veterano dirigente se considera víctima permanente de una caza de brujas para echarle del poder. No se fía de nadie. O casi nadie. Confía ciegamente en Dermer porque no duda de su lealtad y discreción. No le considera un rival en el presente o el futuro, algo que no puede decir del resto de políticos dentro y fuera de su partido. Sin aspiraciones políticas, no se ve en absoluto como candidato a primer ministro, aunque Netanyahu considera que tiene condiciones para ello. Pero la carrera hacia este puesto le obligaría a bajar al duro cuadrilátero político israelí y participar en las populistas primarias del Likud, donde hoy es visto con respeto (por su íntima proximidad con Netanyahu) y cierta frialdad (no participa en sus actos políticos y sociales).
Otra diferencia visible a su favor a ojos de Bibi es que huye de los medios de comunicación israelíes con la misma rapidez con la que el resto de ministros corre hacia cualquier cámara y micrófono. Dermer se mueve con más naturalidad en la CNN y, por supuesto, en FOX News que en los canales israelíes.
Tras ser quarterback del equipo de fútbol americano Big Blue en Jerusalén hace más de 20 años, se ha convertido en el cerebro y jugador preferido del reducido equipo de Netanyahu.
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