Desde hace un tiempo se viene conociendo como chemsex al consumo de drogas en el contexto de las relaciones sexuales, una práctica que sobre la que ha aumentado la conciencia en España en los últimos años. Pues bien, el slamsex o slamming es una variante del mismo concepto, sólo que referido a la administración intravenosa de las drogas empleadas.
¿Qué es el slamsex?
Tal y como explica Alberto Vargas Guerrero, director y docente del Máster universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, en un artículo publicado en el medio divulgativo The Conversation, en el caso del slamming se conjugan tres elementos: un contexto sexual, uso de drogas psicoestimulantes (normalmente metanfetamina o mefedrona) y administración por inyección. Con este método, los usuarios buscan unos efectos subjetivos más rápidos e intensos.
Este tipo de prácticas son normalmente difíciles de detectar y estudiar de manera objetiva, a pesar de lo cual sí que existen estudios específicos sobre el slamsex y sus efectos y consecuencias sobre las personas que lo practican. Por ejemplo, un trabajo publicado en PLOS ONE, explica que el slamming provoca euforia, desinhibición en la conducta sexual, sentimientos de conexión entre los participantes y una prolongación de las sesiones de sexo.
A pesar de ello, hay que destacar, algunos autores subrayan que en el slamsex el uso de las sustancias como parte de la relación sexual constituye un fin en sí mismo, antes que un medio para lograr alguno de los efectos subjetivos anteriormente descritos. Esto es importante porque, según una investigación en la revista académica Sexualities, quienes practican slamming pueden llegar a dar la misma importancia al hecho de que que sus parejas potenciales estén dispuestas a participar que la que dan a factores como la edad, la ubicación geográfica o los gustos eróticos más en general.
Riesgos potenciales
Por supuesto, el slamsex es una práctica sujeta a riesgos con dos vertientes combinadas y que se refuerzan entre ellas: los que derivan del aspecto sexual y los que son consecuencia directa del consumo de sustancias psicoactivas por vía intravenosa.
Por una parte, el consumo de sustancias puede afectar a la percepción del riesgo de determinadas características de la relación sexual, como renunciar al uso de preservativo de barrera (condón). Como tal, aumenta las probabilidades de contraer infecciones de transmisión sexual (VIH, VPH, hepatitis C…) o de sufrir embarazos no deseados en las mujeres. De la misma manera, puede afectar a la capacidad de las personas de otorgar un consentimiento verdadero a cada práctica que se desarrolle en la relación sexual.
Por otro lado, la administración intravenosa comparte varios riesgos con las relaciones sexuales no seguras (como la transmisión de VIH o hepatitis C) e incrementa las posibilidades de sufrir una sobredosis de ciertas drogas.
Es vital informar y concienciar
Eso sí, como sucede con muchos otros fenómenos sociales que involucran actividades estigmatizadas (como son el consumo de drogas o ciertas conductas sexuales, especialmente entre personas LGBTQ) muchos de los participantes no reportan haber participado de slamsex o chemsex cuando buscan atención por problemas derivados, lo que dificulta conocer la verdadera dimensión social del problema y los riesgos (y perjudica la calidad de la atención que pueden recibir los afectados).
En términos generales, Vargas apuesta por llevar a cabo estudios epidemiológicos que abarquen las enfermedades infecciosas, el consumo de drogas y los efectos en la salud mental desde un enfoque multidisciplinar, así como las actuaciones orientadas a informar y educar sobre los riesgos del slamming y la importancia de medios profilácticos, analíticas regulares, vacunación y profilaxis frente al VIH.
Referencias
Alberto Vargas Guerrero. Qué es el ‘slamsex’, la peligrosa práctica sexual que hace furor en las aplicaciones para ligar. The Conversation (2024). Consultado online en https://theconversation.com/que-es-el-slamsex-la-peligrosa-practica-sexual-que-hace-furor-en-las-aplicaciones-para-ligar-241028 el 04 de noviembre de 2024.
Helen Dolengevich-Segal, Alicia Gonzalez-Baeza, Jorge Valencia, Eulalia Valencia-Ortega, Alfonso Cabello, Maria Jesus Tellez-Molina, Maria Jesus Perez-Elias, Regino Serrano, Leire Perez-Latorre, Luz Martin-Carbonero, Sari Arponen, Jose Sanz-Moreno, Sara De la Fuente, et al. Drug-related and psychopathological symptoms in HIV-positive men who have sex with men who inject drugs during sex (slamsex): Data from the U-SEX GESIDA 9416 Study. PLOS ONE (2019). DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0220272
Kane Racem, Dean Murphy, Toby Lea et al. Injecting as a sexual practice: Cultural formations of ‘slamsex’. sexualities (2021). DOI: https://doi.org/10.1177/1363460720986924
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Se trata de una variante particular del chemsex en la que se mantienen relaciones sexuales que involucran el uso de drogas por vía intravenosa. Tiene unos riesgos únicos y está sometida a un estigma que dificulta abordarla.
Desde hace un tiempo se viene conociendo como chemsex al consumo de drogas en el contexto de las relaciones sexuales, una práctica que sobre la que ha aumentado la conciencia en España en los últimos años. Pues bien, el slamsex o slamming es una variante del mismo concepto, sólo que referido a la administración intravenosa de las drogas empleadas.
¿Qué es el slamsex?
Tal y como explica Alberto Vargas Guerrero, director y docente del Máster universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, en un artículo publicado en el medio divulgativo The Conversation, en el caso del slamming se conjugan tres elementos: un contexto sexual, uso de drogas psicoestimulantes (normalmente metanfetamina o mefedrona) y administración por inyección. Con este método, los usuarios buscan unos efectos subjetivos más rápidos e intensos.
Este tipo de prácticas son normalmente difíciles de detectar y estudiar de manera objetiva, a pesar de lo cual sí que existen estudios específicos sobre el slamsex y sus efectos y consecuencias sobre las personas que lo practican. Por ejemplo, un trabajo publicado en PLOS ONE, explica que el slamming provoca euforia, desinhibición en la conducta sexual, sentimientos de conexión entre los participantes y una prolongación de las sesiones de sexo.
A pesar de ello, hay que destacar, algunos autores subrayan que en el slamsex el uso de las sustancias como parte de la relación sexual constituye un fin en sí mismo, antes que un medio para lograr alguno de los efectos subjetivos anteriormente descritos. Esto es importante porque, según una investigación en la revista académica Sexualities, quienes practican slamming pueden llegar a dar la misma importancia al hecho de que que sus parejas potenciales estén dispuestas a participar que la que dan a factores como la edad, la ubicación geográfica o los gustos eróticos más en general.
Riesgos potenciales
Por supuesto, el slamsex es una práctica sujeta a riesgos con dos vertientes combinadas y que se refuerzan entre ellas: los que derivan del aspecto sexual y los que son consecuencia directa del consumo de sustancias psicoactivas por vía intravenosa.
Por una parte, el consumo de sustancias puede afectar a la percepción del riesgo de determinadas características de la relación sexual, como renunciar al uso de preservativo de barrera (condón). Como tal, aumenta las probabilidades de contraer infecciones de transmisión sexual (VIH, VPH, hepatitis C…) o de sufrir embarazos no deseados en las mujeres. De la misma manera, puede afectar a la capacidad de las personas de otorgar un consentimiento verdadero a cada práctica que se desarrolle en la relación sexual.
Por otro lado, la administración intravenosa comparte varios riesgos con las relaciones sexuales no seguras (como la transmisión de VIH o hepatitis C) e incrementa las posibilidades de sufrir una sobredosis de ciertas drogas.
Es vital informar y concienciar
Eso sí, como sucede con muchos otros fenómenos sociales que involucran actividades estigmatizadas (como son el consumo de drogas o ciertas conductas sexuales, especialmente entre personas LGBTQ) muchos de los participantes no reportan haber participado de slamsex o chemsex cuando buscan atención por problemas derivados, lo que dificulta conocer la verdadera dimensión social del problema y los riesgos (y perjudica la calidad de la atención que pueden recibir los afectados).
En términos generales, Vargas apuesta por llevar a cabo estudios epidemiológicos que abarquen las enfermedades infecciosas, el consumo de drogas y los efectos en la salud mental desde un enfoque multidisciplinar, así como las actuaciones orientadas a informar y educar sobre los riesgos del slamming y la importancia de medios profilácticos, analíticas regulares, vacunación y profilaxis frente al VIH.
Referencias
Alberto Vargas Guerrero. Qué es el ‘slamsex’, la peligrosa práctica sexual que hace furor en las aplicaciones para ligar. The Conversation (2024). Consultado online en https://theconversation.com/que-es-el-slamsex-la-peligrosa-practica-sexual-que-hace-furor-en-las-aplicaciones-para-ligar-241028 el 04 de noviembre de 2024.
Helen Dolengevich-Segal, Alicia Gonzalez-Baeza, Jorge Valencia, Eulalia Valencia-Ortega, Alfonso Cabello, Maria Jesus Tellez-Molina, Maria Jesus Perez-Elias, Regino Serrano, Leire Perez-Latorre, Luz Martin-Carbonero, Sari Arponen, Jose Sanz-Moreno, Sara De la Fuente, et al. Drug-related and psychopathological symptoms in HIV-positive men who have sex with men who inject drugs during sex (slamsex): Data from the U-SEX GESIDA 9416 Study. PLOS ONE (2019). DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0220272
Kane Racem, Dean Murphy, Toby Lea et al. Injecting as a sexual practice: Cultural formations of ‘slamsex’. sexualities (2021). DOI: https://doi.org/10.1177/1363460720986924
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