Sudán: una guerra contra las personas

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«[La guerra] empezó en 2023. […] Nadie podía salir. Si lo hacías, te violaban o te golpeaban. Incendiaron mi casa, así que mi hermana y yo huimos. A ella la violaron. Cuando llegamos a Sharg Anil, no teníamos casa. Por la noche, la gente venía a violar a las mujeres y a llevárselo todo. Escuché a algunas mujeres siendo violadas por la noche. Los hombres se escondían en los baños y en cualquier habitación que pudieran cerrar, de lo contrario los mataban. Las mujeres no nos escondíamos porque para nosotras era solo golpes y violación, pero a los hombres los mataban».

Este es el testimonio de una paciente de 27 años de Mornay, en Darfur Este. Permítanme repetir la última frase: «Las mujeres no nos escondíamos porque para nosotras era solo golpes y violación, pero a los hombres los mataban».

Desde hace dos años, Sudán vive una violencia brutal. Las partes en conflicto -las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR)- no solo han fracasado en proteger a la población civil, sino que han que han agravado activamente su sufrimiento. Las FAR han cometido graves abusos, incluyendo violencia sexual generalizada, masacres, ataques repetidos contra instalaciones médicas y saqueo de ayuda humanitaria. Ambas partes han bombardeado zonas densamente pobladas de forma indiscriminada.

El sistema de salud ha colapsado. Solo entre el 20 y el 30% de las instalaciones sanitarias funcionan, según la OMS. Las clínicas han sido saqueadas, ocupadas y destruidas. El personal de salud ha sido agredido, amenazado y asesinado. Millones de personas no tienen acceso a atención médica crítica. La violencia nos ha obligado a tomar la desgarradora decisión de suspender operaciones esenciales en múltiples ocasiones en los estados de Jartum, Al Gezira y Darfur.

Dondequiera que se mire en Sudán, se encuentran necesidades abrumadoras. De los 50 millones de habitantes del país antes de la guerra, el 60% necesita ayuda humanitaria. Las tasas de desnutrición son alarmantes y la inseguridad alimentaria afecta a la mitad del país. Según Naciones Unidas, Sudán es el único lugar del mundo con hambrunas oficialmente declaradas en varias zonas. Enfermedades como el cólera y el sarampión se propagan en diversas regiones. Mujeres embarazadas y niños mueren en cifras desgarradoras.

Desde abril de 2023, más de 1,7 millones de personas han buscado atención médica en centros apoyados por Médicos Sin Fronteras (MSF), y más de 32.000 han sido atendidas en nuestras salas de urgencias.

A pesar de esta emergencia, la respuesta humanitaria es completamente insuficiente. Las partes en conflicto imponen restricciones sistemáticas al acceso de la ayuda, y la financiación es dramáticamente escasa. La próxima temporada de lluvias amenaza con empeorar la crisis: las inundaciones cortarán rutas, aislarán comunidades y dificultarán aún más la asistencia, justo cuando aumentan la desnutrición y la malaria.

El 11 de abril, las FAR lanzaron una ofensiva brutal contra el campo de desplazados de Zamzam, en Darfur Norte, donde vivía más de medio millón de personas. Cientos de civiles fueron asesinados, incluidos nueve trabajadores humanitarios de Relief International. Cientos de miles huyeron, muchos por segunda vez.

Solo entre el 12 y el 15 de abril, nuestros equipos presenciaron la llegada de unas 25.000 personas a Tawila, a 60 kilómetros de distancia. Llegaron exhaustas, deshidratadas, muchas heridas. Algunos niños estaban literalmente «muriendo de sed». Atendimos a más de 170 personas con heridas de balas y explosiones; el 40 % eran mujeres y niñas. También tratamos a supervivientes de violencia sexual. Casi todos habían perdido a un familiar.

Incluso antes de este ataque, la situación en Tawila era crítica. En diciembre de 2024 examinamos a más de 9.500 niños menores de 5 años: el 35,5 % sufría desnutrición aguda global, el doble del umbral de emergencia.

En El Fasher, capital de Darfur Norte, la situación es igual de desesperada. La ciudad ha estado sitiada desde mayo de 2024. Miles de desplazados de Zamzam están atrapados allí, sin acceso a ayuda y bajo constante amenaza.

Europa no puede dar la espalda a esta catástrofe. La Unión Europea y sus Estados miembros deben entablar diálogo con las partes en conflicto y con los Estados que tienen influencia sobre ambas, para que cesen los ataques contra civiles y centros médicos, y se eliminen de inmediato todos los bloqueos a la ayuda humanitaria.

Sin un compromiso real para superar las barreras políticas, financieras, logísticas y de seguridad que dificultan la entrega de ayuda en el terreno, miles seguirán fuera del alcance de la asistencia.

Instamos a la UE y a sus Estados miembros a impulsar una ampliación inmediata y masiva de la respuesta humanitaria antes de la temporada de lluvias. Es igualmente vital que aumente la financiación para la respuesta humanitaria en Sudán, incluyendo a los actores locales y a la respuesta en los países vecinos. El mayor obstáculo actual para una ampliación humanitaria es la voluntad política, incluida la de la Unión Europea.

Dos años de horror son ya demasiado para el pueblo sudanés. No pueden, y no deben, seguir soportándolo.

*Claire San Filippo es coordinadora de Emergencias de Médicos Sin Fronteras para Sudán.

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