Sin debate sobre el equipo de Pedro Sánchez en Ferraz ni discusión de fondo ideológico, lo que están haciendo los socialistas este fin de semana en Sevilla es una suerte de terapia de grupo y puesta en común sobre lo que les está pasando en las vísperas de lo que pueda pasar. El 41º Congreso de Sevilla se ha concebido como un trámite necesario para poner en marcha el reloj orgánico y poco más. Quizá esperar una señal de Pedro Sánchez este domingo que indique que lo volverá a hacer, que podrá poner de nuevo la suerte de su lado.
“Con una emergencia nacional diaria, en lo que estamos es en defendernos”, asegura un dirigente socialista a cuenta de la falta de debate ideológico de fondo en este 41º Congreso Federal
Sin debate sobre el equipo de Pedro Sánchez en Ferraz ni discusión de fondo ideológico, lo que están haciendo los socialistas este fin de semana en Sevilla es una suerte de terapia de grupo y puesta en común sobre lo que les está pasando en las vísperas de lo que pueda pasar. El 41º Congreso de Sevilla se ha concebido como un trámite necesario para poner en marcha el reloj orgánico y poco más. Quizá esperar una señal de Pedro Sánchez este domingo que indique que lo volverá a hacer, que podrá poner de nuevo la suerte de su lado.
Dijo el líder socialista después de la tormenta de verano por la financiación catalana que esta cita iba a servir para “alinear” el discurso territorial, pero lo que Ferraz ha hecho es evitar el debate de fondo buscando un acuerdo genérico en el que todos se sientan reconocidos. Los órganos del partido estuvieron ausentes en el controvertido pacto del PSC y ERC sobre financiación y la definición y concreción futura de ese modelo se harán después. Hay dirigentes que reconocen en privado su frustración por la superficialidad de muchas discusiones, pero no tardan en responderse ellos mismos: “Con una emergencia nacional diaria, en los que estamos es en defendernos”.
Eso está siendo este 41º Congreso socialista, un congreso a la defensiva, que reivindica en su lema que España adelanta por la izquierda, pero que no ha logrado abrir el foco sobre los grandes debates y amenazas a los que se enfrenta España, ni siquiera convertir el congreso en un escaparate de la gestión socialista. Nada de eso está siendo una prioridad en este cónclave que va, sobre todo, de lamerse las heridas. En las intervenciones de autoayuda en todo tipo de formatos y en conversaciones a media voz en un rincón. Sin prisas, que no hay agitación este fin de semana. Hay quienes andan afilando los cuchillos para la batalla que viene en sus territorios, pero sin llegar a desenfundar.
La incertidumbre sobre lo que pasará en los próximos meses y años no es nueva para los socialistas, ningún mandato de Sánchez se ha construido sobre un suelo seguro, pero la sensación que muchos comparten y que la cúpula socialista fomenta es que son víctimas de la persecución y el asedio. “Experimentaron antes aquí”, comentaban en la delegación andaluza el día de la rehabilitación oficial de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los ex presidentes condenados por el Tribunal Supremo y amparados por el Tribunal Constitucional en julio pasado. A Chaves y Griñán, borrados durante años por su partido, los paraban los militantes para hacerse fotos y abrazarles, para reivindicarles después de que el PSOE haya reelaborado su relato sobre el perímetro de la corrupción del caso de los ERE y la “cacería” que denuncian para desalojarles del poder.
En la hemeroteca para el recuerdo del PSOE quedará esa imagen del regreso de los ex presidentes andaluces y los discursos de dos nuevos teloneros: Diana Morant y Unai Sordo. La líder de los socialistas valencianos emocionó desde el dolor por la catástrofe de la dana y el secretario general de Comisiones Obreras puso las pilas a los socialistas ante “el mayor riesgo de involución social y política desde el final de la Segunda Guerra Mundial” y la necesidad de que “lo público salve a la sociedad”. En el PSOE esperan que este domingo, en el discurso de su cuarta proclamación, sea Pedro Sánchez quien tome las riendas del ánimo socialista.
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