Un estudio revela por qué la mayoría de casos autismo se dan más en niños que en niñas

El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es una condición del desarrollo que afecta la comunicación, la interacción social y el comportamiento y comúnmente se diagnostica más en niños que en niñas. Ahora, un estudio apunta al motivo.

Investigadores de la Universidad de Rochester (Reino Unido) sugieren que los niños pueden ser más vulnerables a factores estresantes ambientales como «químicos tóxicos permanentes» a medida que su cerebro se desarrolla.

Se cree que estos químicos distorsionan las señales cerebrales, causando cambios de comportamiento a largo plazo en los niños, como ansiedad social, dificultad para permanecer sentados y dificultad para seguir instrucciones.

Presentes en objetos como botellas de plástico, ropa e incluso agua potable, estos químicos pueden tardar miles de años en degradarse y han sido vinculados con cáncer, la infertilidad y defectos de nacimiento.

En el estudio, publicado en el European Journal of Neuroscience, los científicos identificaron un «químico permanente» específico, conocido como PFHxA, que se utiliza en envases de papel para alimentos y en telas resistentes a las manchas.

Los investigadores dicen que podría provocar conductas parecidas a la ansiedad que se observan en el autismo y el TDAH, pero curiosamente, sobre todo en niños varones.

Los científicos realizaron un estudio que implicó exponer a crías de ratones a la toxina a través de su madre. A la madre ratón se le alimentó con un premio de gusano de la harina mezclado con PFHxA durante el embarazo y mientras amamantaba a sus crías.

Al administrarle la sustancia de esta manera, las crías de ratón estuvieron expuestas a la toxina tanto en la etapa embrionaria como en la gestacional, a través de su sangre, y después del nacimiento a través de su leche.

Los científicos descubrieron que los ratones machos bebés mostraron cambios de desarrollo alarmantes, incluidos una disminución en los niveles de actividad, mayor ansiedad y problemas de memoria. En cambio, los investigadores no observaron los mismos cambios de comportamiento en las crías de ratón hembras.

Incluso años después de que los ratones hubieran sido expuestos por primera vez a la sustancia química, aún mostraban patrones de comportamiento asociados con los trastornos, lo que sugiere que la exposición prolongada a la sustancia química podría tener efectos duraderos en el cerebro.

La profesora Elizabeth Plunk, primera autora del estudio y experta en medicina ambiental, califica los hallazgos como «preocupantes». En el artículo, los investigadores dicen: «Aunque estos efectos fueron leves, encontrar efectos conductuales solo en los varones fue reminiscente de muchos trastornos del desarrollo neurológico que tienen un sesgo masculino».

«Comprender el impacto del PFHxA en el cerebro en desarrollo es fundamental a la hora de proponer regulaciones en torno a esta sustancia química», añade la profesora Plunk.

Los investigadores esperan que este sea el primero de muchos estudios que investiguen los efectos nocivos del PFHxA en el cerebro, con un enfoque renovado en las áreas del cerebro responsables del movimiento, la memoria y las emociones.

 La clave podría estar en la exposición a químicos tóxicos permanentes durante el desarrollo del cerebro.  

El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es una condición del desarrollo que afecta la comunicación, la interacción social y el comportamiento y comúnmente se diagnostica más en niños que en niñas. Ahora, un estudio apunta al motivo.

Investigadores de la Universidad de Rochester (Reino Unido) sugieren que los niños pueden ser más vulnerables a factores estresantes ambientales como «químicos tóxicos permanentes» a medida que su cerebro se desarrolla.

Se cree que estos químicos distorsionan las señales cerebrales, causando cambios de comportamiento a largo plazo en los niños, como ansiedad social, dificultad para permanecer sentados y dificultad para seguir instrucciones.

Presentes en objetos como botellas de plástico, ropa e incluso agua potable, estos químicos pueden tardar miles de años en degradarse y han sido vinculados con cáncer, la infertilidad y defectos de nacimiento.

En el estudio, publicado en el European Journal of Neuroscience, los científicos identificaron un «químico permanente» específico, conocido como PFHxA, que se utiliza en envases de papel para alimentos y en telas resistentes a las manchas.

Los investigadores dicen que podría provocar conductas parecidas a la ansiedad que se observan en el autismo y el TDAH, pero curiosamente, sobre todo en niños varones.

Los científicos realizaron un estudio que implicó exponer a crías de ratones a la toxina a través de su madre. A la madre ratón se le alimentó con un premio de gusano de la harina mezclado con PFHxA durante el embarazo y mientras amamantaba a sus crías.

Al administrarle la sustancia de esta manera, las crías de ratón estuvieron expuestas a la toxina tanto en la etapa embrionaria como en la gestacional, a través de su sangre, y después del nacimiento a través de su leche.

Los científicos descubrieron que los ratones machos bebés mostraron cambios de desarrollo alarmantes, incluidos una disminución en los niveles de actividad, mayor ansiedad y problemas de memoria. En cambio, los investigadores no observaron los mismos cambios de comportamiento en las crías de ratón hembras.

Incluso años después de que los ratones hubieran sido expuestos por primera vez a la sustancia química, aún mostraban patrones de comportamiento asociados con los trastornos, lo que sugiere que la exposición prolongada a la sustancia química podría tener efectos duraderos en el cerebro.

La profesora Elizabeth Plunk, primera autora del estudio y experta en medicina ambiental, califica los hallazgos como «preocupantes». En el artículo, los investigadores dicen: «Aunque estos efectos fueron leves, encontrar efectos conductuales solo en los varones fue reminiscente de muchos trastornos del desarrollo neurológico que tienen un sesgo masculino».

«Comprender el impacto del PFHxA en el cerebro en desarrollo es fundamental a la hora de proponer regulaciones en torno a esta sustancia química», añade la profesora Plunk.

Los investigadores esperan que este sea el primero de muchos estudios que investiguen los efectos nocivos del PFHxA en el cerebro, con un enfoque renovado en las áreas del cerebro responsables del movimiento, la memoria y las emociones.

 20MINUTOS.ES – Salud

Te puede interesar