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No sería justo decir que el CEO de Nestlé ha perdido su puesto esa semana por amor. Ni siquiera por iniciar una relación afectiva con una subordinada directa. Tampoco por otorgarle privilegios respecto a otros trabajadores. Lo que le ha costado el empleo a Laurent Freixe es haberlo ocultado, y probablemente negado, cuando existen protocolos expresos en su compañía para gestionar este tipo de situaciones. La ejemplaridad, o más bien la falta de ella, es lo que se ha llevado por delante al máximo dirigente de una de las multinacionales más poderosas del mundo. Más rocambolesco es el caso del CEO de Suntory, uno de los holdings de bebidas más grandes del planeta, japonés para más señas, y que también ha visto salir a su máximo directivo. Takeshi Niinami, que así se llama, importó a Japón desde Estados Unidos un supuesto suplemento contra el jet lag que contenía THC, el compuesto psicoactivo del cannabis y que está terminantemente prohibido en el país. Este miércoles trataba de defender su inocencia ante la prensa: «Creía que era legal», adujo. Pero no cuestionó su despido. La ejemplaridad en Japón es cosa seria.
Actualidad Económica // elmundo